31 de marzo de 2009
Hasta siempre
29 de marzo de 2009
Hasta luego
28 de marzo de 2009
Empanada rápida
27 de marzo de 2009
Fundas para cajas de pañuelos
25 de marzo de 2009
Álbum infantil de scrapbooking
En la primera hoja está el niño recién nacido, después con su mamá, con su papá, he puesto otras dedicadas a su familia, y la evolución mes a mes.
El scrapbooking es muy entretenido de hacer, pero los resultados son preciosos.
24 de marzo de 2009
Comida. Tan Tan 2
Uno de los cocineros se empeñó en invitarme a comer a su casa, y con muchísimo gusto accedí.
Me contó que su padre había hecho la guerra en el bando español, y que percibía del estado una pensión por ello, así como que se había casado algunas veces (no recuerdo cuántas), y que eran catorce hermanos.
A la hora prevista, vino a recogernos y la primera sorpresa ya me la llevé cuando me comentó, que debido al rango de su padre, no podía presentarme en la casa vestida de forma occidental, así que había pensado regalarme un vestido saharahui, que compraríamos de camino.
Tan-Tan es una ciudad no muy grande, o por lo menos entonces no lo era, con una calle principal, en la que había tiendas a la calle, como si fuese un mercado.
Hago un inciso para decir que soy rubia, de ojos azules y además llevaba las pestañas de color añil, que estaban muy de moda. Vamos, que se me veía como a una mosca en un vaso de leche.
Me llevaron por varios puestos, hasta que vi un vestido que me gustó y allí mismo en la calle me lo pusieron. Me ayudó la novia del muchacho, que debió pensar que yo era lo más torpe del mundo por no poder sujetar de ninguna forma la parte que cubre la cabeza, que a ella, misterios de la física, ni se le movía.
Como ya veía yo que la calle se iba animando con la novedad, les pedí que por favor me subieran ya al coche, que me daba mucha vergüenza, y entonces me dijeron que de eso nada, que iban a agasajarme dándome unas vueltas por el pueblo. Entonces, con dos personas a cada lado, iniciamos lo que era una especie de procesión por las calles. Juro por todo lo que se pueda jurar, que soy extremadamente tímida y eché en falta que las mujeres allí no se taparan la cara, porque me habría ayudado bastante.
Me recordó a los desfiles de Semana Santa, cuando al acabar de pasar por un sitio, nos íbamos corriendo para que nos diera tiempo a verlos desde otro. En las esquinas veía siempre a la misma gente, y encima con el velo cayéndoseme sin parar, y la novia poniéndomelo con cara de resignación.
POR FIN, llegamos a la casa y salió a recibirme la señora, con un cariño y una amabilidad que me hizo sentirme como en casa.
Me presentaron a otros hermanos, incluso tuve acceso a ver la cabra, elemento muy importante en el desierto, que estaba subida arriba de una escalera de obra.
Y entonces vino la parte mágica, que era el padre. Me condujeron a una habitación separada de la casa, y me encontré ante un hombre de casi dos metros, muy delgado, vestido con capa, turbante y babuchas, que en perfecto español me contó muchas cosas, entre ellas, que por ser el día que sus padres murieron, él debía pasarlo recogido en esa habitación rezando, incluso sin comer, por lo que no nos podría acompañar, pero que toda su familia nos había esperado con ilusión, que tenían preparados para nosotros los mejores manjares que había en la casa y que seríamos objeto de una atención exquisita por parte de todos.
Nos despedimos y salimos a una habitación, donde nos sentamos en el suelo sobre unos cojines.
Pregunté por la madre y me dijeron que no podía sentarse a comer con hombres, pero que habían hecho una excepción con la nuera, para que me sintiera más acompañada.
Apareció el hijo mayor con un lavamanos, jabón y toalla, y muy ceremoniosamente nos lavamos antes de comer.
Nos sentamos alrededor de una mesita pequeña, donde nos sirvieron en una fuente, una cabra asada con huevos duros, que tenía una pinta estupenda.
Me invitaron a empezar (igual que con la miel), y vi que faltaban los cubiertos. Los pedí y me dijeron que no, que era mucho mejor comer con las manos, que se disfrutaba más, y que además, lo haríamos sin servilletas, chupándonos los dedos cuando hiciera falta, porque se aprovechaban más los jugos. Pues nada, a atacar la cabra con las manos. Perdidita me puse, Dios mío, porque al soltarse la pata, me saltó la salsa al vestido, pero se ve que eso tampoco tenía importancia. Al final le cogí el gusto al chupeteo, y lo pasé pipa, como cuando se hace algo prohibido, pero que encima no pasa nada, y daba igual que hiciera ruido, que era lo normal.
Y vino el postre… una pirámide de arroz con leche y almendras… sí, sí, con los dedos también, pero esto tenía su técnica, que naturalmente no me dio tiempo a aprender: consistía en coger con los dedos una porción del tamaño de una nuez, pasarla por la mano, como cuando hacemos albóndigas y las envolvemos sólo con una, la tiraban al aire, la recogían, y otra vez a pasarla por la mano. Tres o cuatro veces así, y se ponía ya más compacta para poderla comer.
Me dije que no era tan difícil, porque si en el colegio me enseñaron a comer la fruta y las gambas con cuchillo y tenedor, esto estaba tirado.
Cogí la porción, y al restregarla por la palma, empezaron a salirme churretes de arroz por entre los dedos, y ellos: “Chupe, chupe”. Y yo, chupaba y chupaba. ¿Qué iba a lanzar al aire si tenía una plasta pegada? Finalmente desistieron, y me lo comí a puñados, como pude, que estaba riquísimo.
Terminamos la comida y de nuevo salió el hermano con el lavamanos.
Entonces apareció la madre con el té y fue algo que me chifló, por la ceremonia, el ambiente y lo rico que estaba.
El té saharahui se sirve en tres partes, conservando la misma cantidad de té en la tetera, pero echando cada vez azúcar y menta.
El primero es bastante fuerte: “Amargo como la vida”
El segundo está riquísimo: “Dulce como el amor”
El tercero ya con sabor muy tenue: “Suave como la muerte”
Me regalaron la bandeja, los vasitos, las cajas para el azúcar de pilón y la menta, y algo muy curioso, que es un capuchón de colores hecho de ganchillo, que cubre todo el conjunto, para que no haya moscas. Lo conservo y lo utilizo, porque sigo haciendo el té en la tetera que me regalaron y siempre me acuerdo de esta familia.
En la foto estamos la novia, su cuñado, mi marido y yo.
Una vez más, chapeau por la hospitalidad árabe.
22 de marzo de 2009
Tarjetas de visita
Está sacado del libro "Distinción social y etiqueta mundana" de J. Sánchez Moreno, editado en 1928.
Como no se ve muy bien la letra, pongo por orden los significados: despedida, visita, felicitación, pésame, comida, baile, boda, entierro, recomendación, excusa, desafío y cita.
Hoy día resulta impensable algo así.
Libros restaurados
15 de marzo de 2009
Monas
11 de marzo de 2009
El progreso
EL PROGRESO
Recuerdo mi vida hace tan solo unos años y la nostalgia, a la vez que el desasosiego, invaden como ríos de lava cada rincón de mi cuerpo.
Alguien decidió mi nacimiento en soledad; no sé quién ni sé qué fuerza me empujó hasta donde ahora me encuentro.
¡Qué privilegio el mío!
Poseía todo lo necesario para subsistir: animales, plantas, agua, aire limpio, calor y sobre todo luz. Una luz limpia que cada mañana me regalaban los mil rayos de un sol cálido y complaciente.
Las olas jugaban en mi falda disputándose mi abrazo, y me divertía el cosquilleo en los pies de los cangrejos jugando al escondite, seguros bajo mi protección.
Mis pulmones se abrían cada mañana para recibir las bocanadas de aire puro perfumado con el aroma de los pinos, que al llegar a la playa se transformaba en un sugestivo olor a salitre, llenándome de energía a la vez que me proporcionaba una calma placentera.
¡Cómo ha cambiado todo!
Un día apareció un barco con dos personas a bordo que dieron y dieron vueltas a mi alrededor. Al marcharse, el ruido del motor asustó a mis aves que huyeron velozmente y percibí en el aire un olor desagradable desconocido por mí hasta entonces, pero que luego se haría cotidiano.
Volvieron, pero esta vez eran más personas las que lo ocupaban. Fondearon y en una barca auxiliar se dirigieron a una de mis playas desembarcando allí.
A pie, recorrieron extasiados mi superficie y se asombraron de mi estado de conservación, algo que me extrañó. ¿Acaso podría ser de otra manera?
Pasaron unos meses y al llegar la primavera me sentía inundada de vida y de belleza; seguía tranquila y apacible hasta que el revoloteo de las aves me alertó de que algo anormal estaba pasando: unas grúas comenzaron a desembarcar unas máquinas que con un ruido infernal y en escaso tiempo, rompían las rocas que la naturaleza había tardado tantos años en formar; no podía creer lo que veían mis ojos. ¿Aquella gente estaba loca? ¿Podían venir sin más a profanarme de esa forma?
Poco a poco mi fisonomía fue haciéndose irreconocible incluso para mí, porque transformaron mis playas a su antojo, construyeron unas edificaciones horrorosas, talaron parte de mis árboles y el ruido se adueñó de toda la isla.
Cortaron troncos con los que hicieron desde la tierra hasta bien entrada la mar, un camino que les llevaba hasta los barcos y les facilitaba el acceso a ellos, pero que estropeó el paisaje que desde ese punto se contemplaba, al tiempo que colocaban por mi superficie enormes carteles publicitarios. ¿Con qué derecho me estaban invadiendo?
Comenzó a venir gente que divertida se bañaba en mis aguas, dejándolas luego impregnadas de aceites con olores diversos y los niños se entretenían en cazar los cangrejos que confiados se asomaban por entre las pequeñas rocas. Me sentía impotente al verles prisioneros en los cubos de plástico sabiendo su triste final, y lo peor de todo, la inutilidad de su muerte.
Al llegar el mediodía, el aroma de las plantas que antes llegaba a todos mis rincones, se iba transformando en desagradables olores de frituras y de aceites requemados, que acababan por inundar todo mi entorno.
No entiendo al ser humano.
Miles de personas se acercan a mí cada año, pero no a conocerme o admirar mis paisajes que no hace mucho eran envidiables; vienen a dar una vuelta con el barco, fondean y se bañan en mis aguas y encuentran su mayor placer en comerse una paella bajo la sombrilla de un restaurante.
Cuando los barcos se marchan mi aspecto es desolador: las bolsas de basura se acumulan y los desperdicios y las latas forman parte de mi nuevo paisaje. Los propietarios de los bares recogen lo que pueden, pero no lo hacen por mantenerme limpia sino por su negocio, porque han hecho de mí su medio de vida.
Los pequeños animales que crecían en la costa a mi amparo, ya no se acercan y las olas no rompen sobre mí con la misma alegría porque tienen que ir sorteando las barreras que la mal llamada civilización les ha puesto.
Muchas aves, que en su día eligieron vivir conmigo, hoy se han marchado en busca de otra isla más tranquila, o lo que es lo mismo, alguna en la que el hombre no haya hecho todavía su aparición.
¿Y qué decir de los árboles? Muchos fueron talados sin piedad y otros son mutilados cada día por desaprensivos que en sus paseos, de forma distraída arrancan sus ramas y sus hojas.
Y esa luz clara, que antes era mi orgullo, se ve ahora empañada por el humo procedente de los hornos y las barbacoas.
Ya no soy ni la sombra de la que fui.
Parece ser que éste es el destino que el progreso nos tiene reservado. Oigo que en otras islas está pasando lo mismo y me pregunto si el ser humano sabe a dónde puede conducirle esta forma de actuar.
Primero fue la naturaleza y luego el hombre. La naturaleza podría prescindir de él, pero él sin ella no podrá durar muchos años.
La Dama
LA DAMA
En el puerto pesquero, la gente se preguntaba a dónde iría cada mañana antes del alba, llevando cuidadosamente en sus manos un pequeño paquete.
A la hora en que las gaviotas aún eran mudos vigías y el sol estaba a punto de cubrir la arena, ella de dirigía al puerto en busca de su velero, y rápidamente como si el tiempo apremiara, largaba amarras.
Atrás dejaba un mundo que no le pertenecía y en el que se sentía extraña; donde todas las preguntas exigían una respuesta sin dejar lugar a los sueños, la ilusión o la fantasía.
Marta tenía treinta y dos años y a pesar de tener todo lo que deseaba no era feliz.
También hoy repitió los pasos de cada mañana y al primer guiño del sol en el horizonte soltó las amarras del noray y se dispuso a zarpar, no sin antes colocar el pequeño paquete en un lugar seguro.
El día se presentaba apacible, con la mar tranquila como un espejo devolviéndole complacida la imagen de su barco y esto le inspiró confianza; aspiró fuertemente la brisa que cimbreaba sus velas y fue hacia la bocana del puerto mientras pensaba en un problema que le había surgido en el trabajo y que no sabía cómo resolver.
Se acomodó en la bañera y agarrando con fuerza la rueda puso rumbo NE, pero cuando el agua salada salpicó su cara le vinieron a la mente los recuerdos en forma de un olor y sabor inconfundibles. Sonrió y recordó cómo hace años, una tarde se hizo a la mar de forma imprudente, desoyendo los consejos de un amigo.
La rabia y el despecho por la incomprensión de su pareja y el humillante trato recibido, la condujeron a esa situación.
Su marido era marino mercante y viajaba a menudo, mientras ella pasaba en soledad la mayor parte de su tiempo. El trabajo en una tienda de decoración y su pasión por navegar le ayudaban a superar la tristeza que le producía la separación y el sentimiento de vacío que con frecuencia la inundaba.
En el mismo pantalán y atracado el barco junto al suyo estaba Tomás con quien enseguida entabló amistad y su común afición hizo que pasaran horas charlando contándose sus respectivas singladuras, analizando a un tiempo sus vidas y dejando aflorar sus ilusiones.
Al oscurecer, en el club, tomaban una copa mientras veían las luces de los arrastreros deslizarse por entre los palos de los otros veleros atracados, pero esa noche sucedió algo inesperado: Carlos, su marido, se presentó de improviso y al verlos juntos, muerto de celos acusó a Marta de acciones que tan sólo existían en su mente. Ella asustada pretendía explicarle que no tenía motivo alguno para ofenderse porque su amistad con Tomás era limpia y él la había ayudado mucho en su ausencia, pero él continuaba insultándola sin atender a razones.
Marta ya no pudo más y sin pensarlo dos veces, en medio de una gran ofuscación, corrió hacia el barco y zarpó aunque ya era de noche, sola, sin rumbo y enloquecida, no pensando en las consecuencias que su estúpido comportamiento pudiera acarrearle.
Poco a poco la mar se fue encrespando al igual que su ánimo y en su cara se mezclaban las lágrimas con el agua que la azotaba.
En su loca huída hacia ninguna parte, obvió consultar el parte meteorológico que esa noche predecía en la zona tormentas y vientos de fuerza 7-8 que lentamente la fueron enredando sin que ella fuese capaz de evitarlo. En una maniobra precipitada, un golpe de mar en la bañera le hizo perder el gobierno del timón y la lanzó a estribor golpeándose en la cabeza con un winche quedando allí inconsciente. Gracias al arnés que la sujetaba su cuerpo no cayó al agua.
Pasó quién sabe cuánto tiempo y cuando abrió los ojos la tempestad había ya cesado, el sol brillaba de nuevo cegador en lo alto y encontró ante sí a una bellísima dama vestida de azules, tantos como la imaginación no alcanzaría a soñar y cuya melena blanca y espumosa se enredaba rizándose por su espalda de forma armoniosa produciendo un murmullo arrullador. Tras ella, cual cortejo, miles de velas blancas como las de su velero se deslizaban por el agua.
La dama la miraba incrédula y enfurecida y por fin le dijo:
_”¡Insensata! ¿De verdad pensaste en algún momento poder dominarme? ¿No sabes que si me lo propongo puedo ser invencible?”
_”¿Quién eres?”_le preguntó Marta asustada.
_”Soy LA MAR, dueña y señora de todos los barcos, a los que permito introducirse en mis dominios y por lo tanto aquí sólo valen mis reglas de juego. Exijo a los que se atreven a perturbarme su cumplimiento, y cuando no lo hacen las consecuencias pueden ser desastrosas para ellos.
¿Qué crees que son las velas que me acompañan? Pertenecen a las naves que arrebaté a sus capitanes, muchos de los cuales me llevé a mis entrañas y forman la espuma blanca que los mortales creen ver en la cresta de las olas. Bajo mi mando se vuelven furiosas e implacables con aquellos que desconocen mi juego.”
Marta se sentía aturdida y se preguntaba si lo que estaba viendo era realidad o visiones de una moribunda.
La dama continuó:
-“Ahora estás a mi merced y yo te ordeno que me entregues tu barco y que me sigas a las profundidades.”
Entonces Marta, angustiada, se decidió a hablar:
_”No, por favor déjame explicarte algo. Reconozco mi insensatez pero tienes que escucharme.
Siempre me he esforzado por comprenderte. Creo además que lo logré en muchas ocasiones.
Te he respetado desde el convencimiento de que tú no me habrías permitido lo contrario, pero lo hice además porque siempre he sentido por ti una atracción sobrenatural hasta el punto de que mi familia y amigos me tomaron a veces por loca. Deseo con vehemencia que llegue el momento de estar contigo, de contemplarte, de acariciarte, de seguir tu juego, dejo todo por ti, por salir a tu encuentro … y eso se llama amor.
Hoy te he fallado y lo sé, pero te pido que me comprendas. Ambas somos mujeres y sé que a pesar de tu aparente fortaleza, en tu interior debe de existir un rincón donde escondas los sentimientos y estoy segura de que también eres capaz de amar.
¿Acaso el roce del viento levantando tu espuma no despertó en ti sensaciones placenteras?
¿O esa luna a la que invitas cada noche a dejar la superficie y adentrarse en tu alma?
¿Cuántas noches te habrás dejado mecer en los brazos de Sirius?
¿Vas a negar que tu bravura se derrite bajo el sol ardiente como boca enamorada en los labios del amado?
Ya sé que eres muy poderosa, pero como al tiempo eres mujer, seguro que serás justa.
Me arrepiento de la locura que he hecho porque nadie en el mundo debe de ser lo bastante importante como para valer mi propia vida y me gustaría poder volver para resolver una situación que hace años debió de ser resuelta.
Por eso estoy dispuesta a hacer lo que me pidas”.
La dama sonrió.
_”Está bien_ le dijo _ tendrás una nueva oportunidad y espero que esta vez la aproveches, pero te pongo una condición: que luches por ti, por tu felicidad y que no dejes que otros decidan tu vida. Sé una roca cuando la ocasión lo exija o el mismo cielo cuando tú lo desees. Mírate en mí: los mortales me respetan y a la vez me aman profundamente. El amor y el respeto deben ir siempre unidos.
Voy a ayudarte a mi manera y al mismo tiempo cumpliré un deseo largo tiempo anhelado.
Plantarás en tu jardín un rosal de flores blancas y todos los días, cada vez que cumplas tu voluntad, cada vez que digas NO cuando los demás esperen el SI, cada vez que hagas lo que te apetezca hacer, cuando no dudes de lo que te conviene, cuando ames porque quieras amar o llores porque quieras llorar… en fin… por cada vez que seas capaz de ser tú misma, cortarás un pétalo y cada amanecer yo esperaré tu llegada. Los esparcirás sobre mi manto blanco, al tiempo que yo te veré crecer como persona”.
_”Está bien _ le dijo Marta _ pero… ¿Podría saber cuál es ese deseo del que me has hablado?”.
_”No te lo puedo decir, pero quizás la Luna, Eolo, Sirius o el Sol alguna vez lo sepan”.
De pronto Marta despertó y vio con alivio que la tormenta había amainado. Poco a poco volvió a hacerse con el barco y no sin dificultad logró llegar a puerto.
Tomás y Carlos la esperaban impacientes en el pantalán y enseguida se abalanzaron sobre ella para recriminarle su conducta, pero con un “Hasta mañana” zanjó la cuestión y esa noche se quedó a dormir sola en el barco.
Tuvo tiempo de reflexionar sobre su vida y sobre las cosas que realmente le interesaban. Cogió lápiz y papel y en dos columnas escribió sobre lo positivo y lo negativo de su matrimonio, y debajo y subrayado lo que no pensaba aguantar de nadie, fuera hombre o mujer.
En letras muy grandes puso las palabras RESPETO y DIGNIDAD y las pegó por los mamparos del barco. Así empezó a respetarse a sí misma.
Esta mañana, como todas, Marta esparce sobre las olas los pétalos blancos. Se está levantando el viento y el sol brilla rabioso ¿Por cuál de los dos se decidirá hoy la dama?
Tarta de chuches
8 de marzo de 2009
Viaje. Tan Tan 1
La empresa en la que trabaja mi marido, construía allí el puerto, y por problemas de plazos de entrega de la obra, se trabajaba a todo trapo, con lo cual, los permisos para venir a España a ver a la familia, se espaciaban.
Acordamos entonces que yo iría allí a pasar diez días, con el fin de partir un poco el tiempo que íbamos a estar sin vernos, así que de nuevo invitada por la empresa, emprendí el viaje. Al fin y al cabo, ya con tres niñas y muchos quehaceres, pensé que si me iba unos días “a mesa puesta”, me iban a venir de perlas.
Tomé el avión, hice escala en Casablanca y seguí hasta Agadir. De nuevo me encontraba en una ciudad que había sido destruida por un terremoto. De aquí hasta Tan-Tan, había cuatrocientos kilómetros por carretera, así que cuando aterricé ya me estaba esperando Antonio con un taxi que me llevaría a mi destino.
Previamente al viaje, dimos unas vueltas por los sitios más bonitos, y quedé atónita al contemplar una ciudad árabe, que parecía todo menos eso. Era como Cullera o Benidorm, en época alta de turismo. Solamente al llegar al zoco, cambió la cosa y allí me encontré ya con los puestos inconfundibles de estos mercados, con los aguadores, los músicos, y gente nativa, casi ya en la misma proporción que turistas. Aproveché, cómo no, para comprar kohl, y me lo pasé en grande de sorpresa en sorpresa.
Por fin decidimos emprender el viaje. Antonio me presentó al chofer, que se llamaba Abdullah y nos acomodamos en nuestros asientos, que no llevaban cinturones de seguridad. Cuando pregunté por ellos, mi marido se reía y Abdullah más.
Arrancó el coche y en cuanto salimos a la carretera se puso el tío a toda pastilla, pero… ¡POR LA IZQUIERDA! Como me puse a gritar, y a decirle de todo, se justificaba diciendo que se adelantaba más y quería llegar al campamento antes de que se hiciera de noche. Aquello era para verlo, si no fuera porque iba casi los cuatrocientos kilómetros con los ojos cerrados, asustada perdida y acordándome todo el tiempo de la madre de Abdullah: cada vez que venía un coche directo a nosotros, como teníamos invadido su sentido, no le quedaba más remedio que tirarse a la cuneta, y más recuerdos para la madre del chofer, que debía de tener los oídos llenos de grillos.
Sin cinturón, sin mirar a la carretera, si es que aquello se podía llamar carretera, contándonos cosas muerto de risa, mirándome por el retrovisor, y yo “¡Que mires para delante, que nos vamos a matar”. Para darme un infarto por el hijo de su madre, que seguía diciendo lo que adelantaba por la izquierda, y yo pensando que lo que iba a adelantar era mi momento de abandonar el mundo. Y más recuerdos para su madre.
Por el camino vi cosas curiosas, como por ejemplo un campo de olivos, con los árboles llenos de cabras. Siempre las había visto andando, pero arriba de los árboles era la primera vez que las veía, y me pareció algo rarísimo.
Otra cosa: tuvimos que parar (qué gusto), porque pasaba una boda por la carretera, que no nos llevamos a la novia con bandeja y todo por delante, porque Alá seguramente la protegió. Iba un grupo muy numeroso de gente acompañándola y la llevaban sentada, toda tapada, encima de una bandeja grande y tuvieron que darse a las piernas para sacarla de la carretera.
Por fin llegamos al campamento y lo primero que hice fue pedir una tila, saludé al personal (unos treinta), y a la hora de la cena, me contaron que el cocinero se había despedido y que se habían quedado sin nadie que cocinase esos días. No me lo podía creer, les miraba y menos me lo creía, pero sí, lo estaban pensando y estaban esperando a ver por dónde salía yo.
No conocía nada de la forma de guisar de allí ni de los productos que empleaban, y por más pegas que ponía, más soluciones me daban. Según ellos, les vendría muy bien comer algo “español”, que hacía mucho que sólo comían guisos marroquíes.
Me dijeron que tendría a cinco personas a mi disposición y me llevaron a la cocina. Allí me encontré con una mujer y cinco hombres, esperando órdenes mías. ¡Qué situación más surrealista! La mujer me decía que no me preocupara, que si quería, ella empezaba ya a pelar cebollas.
Por ser el primer día, se les antojó cocido ¡Total, ná! Como hay tanto cerdo en Marruecos...
Cuando dije todo lo que necesitaba, hicieron la nota y se fueron por las manitas de cerdo a ¡AGADIR! ¡¡¡CUATROCIENTOS KILÓMETROS PARA COMPRAR MANITAS!!!!!Las encontraron en conserva y de estraperlo a precio de oro, y al final nos comimos el cocido, pero no se me olvidará en la vida.
Hasta que vino el nuevo cocinero, ejercí de chef (aquí un emoticón de ironía), y acabé muy amiga de mis ayudantes.
Uno de ellos, Alí, me dijo que su sueño era montar en el desierto un gimnasio sin aparatos, y yo decía: “¿En el desierto para qué? Si con lo que se suda aquí no se puede engordar, y además las mujeres tampoco pueden ir” Y me dijo que lo había pensado y que era un buen negocio, pero la pega es que no había ningún libro para comprar donde vinieran los ejercicios para hacer, así que esperaba que yo le mandara uno. Entonces, en España triunfaba Eva Nasarre (madre mía) y le mandé el libro que sacó de gimnasia.
Nunca supe si semejante negocio vio la luz, pero raro sonaba un rato.
Continuará…
6 de marzo de 2009
Música española
La música española estaba muy influida por la extranjera y salvo honrosas excepciones, los intérpretes se limitaban a hacer versiones en español de las cosas que sonaban fuera de nuestras fronteras.
Los Bravos. Black is Black
http://www.youtube.com/watch?v=VVWNZPOUhO8
Los Brincos. Borracho
http://www.youtube.com/watch?v=jXQ9FhHzgXo
Los Ángeles. Momentos
http://www.youtube.com/watch?v=wZcvoDwgeEo
Los Brincos. Homenaje
http://www.youtube.com/watch?v=ti1OxhwYYjU
Juan Manuel Serrat. Mediterráneo
http://www.youtube.com/watch?v=GcEiwtCvi10
Dúo Dinámico. Éxitos
http://www.youtube.com/watch?v=jHyoLZ90xZc
Mari Trini. Cuando me acaricias
http://www.tu.tv/videos/mari-trini-cuando-me-acaricias
Cecilia. Dama dama
http://www.youtube.com/watch?v=P6zcry-jgoA
Jeanette. Soy rebelde
http://www.youtube.com/watch?v=qemBa7LAftk
Fórmula V. Tengo tu amor
http://www.youtube.com/watch?v=O9TBKpx0ouY
Les Surf. Tú serás mi baby
http://www.youtube.com/watch?v=HLXj3LmKEnM
Música inglesa o cantada en inglés
http://www.youtube.com/watch?v=9Q0Eyw3l3XM
The Beatles. Help
http://www.youtube.com/watch?v=9ibX3TejlZE
The Beatles. Yesterday
http://www.youtube.com/watch?v=ONXp-vpE9eU
The Rolling Stones. Angie
http://www.youtube.com/watch?v=usEcJwrNHAg
The Rolling Stones. Satisfaction
http://www.youtube.com/watch?v=ulVDM0a49Lw
Engelbert Humperdinck
http://www.youtube.com/watch?v=rCZO9xeYA8g
Nancy Sinatra. Estas botas son para caminar
http://www.youtube.com/watch?v=jEEeF5Hc8n8
Bee Gees and Barbra Streisand. Woman in love
http://www.youtube.com/watch?v=BHqAllSQ_eM
Frank Sinatra. Stranger in de night
http://www.tu.tv/videos/strangers-in-the-night-frank-sinatra
Barcos en la arena
BARCOS EN LA ARENA
Al borde del espigón, sobre la arena, con sus quillas al sol del mes de Julio y a un paso del agua, unos antiguos botes de remos, como cada tarde, comentaban cual viejos en una taberna lo acontecido durante el día. Sus nombres pasados de moda, lejos de los impactantes con los que los armadores actuales bautizan sus barcos, denotaban también su antigüedad: “La Encarna”, “Antonio”, “Sarita”, “El Chiguito”…
Ellos, que de jóvenes habían colmado las ilusiones de sus dueños, se veían ahora postergados, arrumbados sin futuro como reliquias del pasado y, al igual que entrañables abuelos, se contaban las historias que les acontecieron en las quietas aguas del puerto.
Unas veces eran el transporte idóneo para dar un relajante paseo mientras se tomaba el fresco, o se iba a ver de cerca un barco atracado de los grandes; otras veces resultaban imprescindibles si en la casa había gente aficionada a la pesca; otros inmortalizaban a bordo el momento con fotos en blanco y negro, que luego mostraban a familiares y amigos. Era seguro que navegar en uno de estos pequeños botes suponía alejar el estrés, porque simplemente se paseaba por el placer de hacerlo, sin tener que llegar necesariamente a ningún destino concreto. El ruido acompasado y monótono que producían las palas de los remos al chocar con el agua, relajaba a sus ocupantes que sentían gran placer al rozarla con los dedos.
Este sábado, como todos, esperaban con preocupación la llegada de la noche porque muchos jóvenes les utilizaban para sentarse sobre ellos en sus fiestas nocturnas y eran mudos testigos de los desmanes de alcohol y drogas. Algunos no se librarían de amanecer manchados de vómitos y de orines. Los domingos, los chavales saltaban una y otra vez sobre su tablazón y con sus juegos y patadas desgastaban un poco más la envejecida madera, pero ellos, quietos y pacientes, lo aguantaban todo.
Los jóvenes y los niños a veces les molestaban porque no les trataban bien; no les respetaban. Aunque alguno cerraba los ojos indulgente, cuando en la noche una pareja de enamorados apoyándose en su través, se acariciaban y besaban. Pero sólo hasta ahí, porque cuando hacían el amor se escandalizaban y no sabían para dónde mirar, porque tanta modernidad les cogía ya un poco mayores, aunque en el fondo les envidiaban.
Así pasaban sus días esperando que el verano finalizara, y el invierno les devolviera nuevamente la tranquilidad.
Un ruido les alteró el descanso y vieron cómo acercaban al espigón, dejándolo abandonado, un bote rojo que se llamaba “Aurora”. Estaba bastante bien conservado, sobre todo comparándolo con los otros que ya casi enterrados, estaban allí.
El bote que tenía la madera más carcomida, el mayor del grupo, le dio la bienvenida y le explicó que sus antiguos dueños, cansados de ellos, se habían encaprichado de otros barcos más grandes, abandonándolos a su suerte.
El “Aurora” no daba crédito a lo que oía y pensaba que eran unos viejos mentirosos llenos de celos por el buen estado de sus maderas y de su pintura, y les aseguró que jamás podría sucederle algo semejante porque él había proporcionado momentos inolvidables a toda la familia y se sentía uno de ellos. Vio crecer a los niños que ya casi ni cabían dentro.
- Otro igual -pensaron los demás.
Entonces, de nuevo el mayor, cuya pintura azul era ya solo un recuerdo le advirtió.
- No seas iluso, amigo. Te han traído aquí a terminar tus días y nunca volverán a buscarte. Se habrán comprado otro barco nuevo, más espacioso, con camarotes para poder descansar, con una cocina para guisar si tienen hambre, con un potente motor que les permita salir del puerto con seguridad llegando rápidamente al sitio elegido o poder desplegar unas velas para avanzar aprovechando la fuerza del viento. Ahora no tendrán que usar sus brazos como les pasaba contigo. Y lo que es más importante y más triste: quizás ahora se avergüencen de ti y por eso te habrán sustituido por el otro en el que podrán invitar a sus amigos para demostrarles que su nivel de vida es ahora mayor. Sé que lo que te estoy diciendo es muy triste, pero míranos a nosotros, aquí arrinconados, viejos, decrépitos, esperando nada más que el paso del tiempo sin otro quehacer que contar las cuadernas que vamos perdiendo”.
- Viejo cascarrabias amargado -le dijo enfadado el “Aurora-, volverán a buscarme. Ya lo veréis.
- Hablas así porque aún eres joven y llevas aquí pocas horas, pero el tiempo se encargará de hacerte comprender -le contestó.
Pasaron seis meses y la lluvia y el frío azotaban los botes, al tiempo que el viento iba poco a poco desprendiendo los trozos levantados de su pintura. El “Aurora” estaba muy triste y apenas hablaba con sus compañeros, quienes acostumbrados ya a la situación vivían resignados a su suerte, mientras él seguía luchando por mantenerse en buen estado.
Una mañana aparecieron por allí dos jóvenes con intenciones no muy claras y después de cerciorarse de que nadie les veía, inspeccionaron los botes uno a uno eligiendo el de color rojo y desechando el resto. Lo subieron rápidamente a un remolque y salieron veloces del espigón. El “Aurora”estaba asustado porque no sabía cuál iba a ser su destino.
Llegaron a las afueras de la ciudad y lo introdujeron en un almacén, dejándolo allí sólo durante varias semanas.
Un día un fuerte olor a barnices le despertó y, comprobó con alegría que le estaban reparando las maderas estropeadas. Después lo pintaron de color añil con una franja blanca en la que escribieron una matrícula falsa. Eso fue lo que menos le importó. Y lo más importante, le pusieron un nombre nuevo que sonaba muy bien:”Amigo”.
Cuando estuvo restaurado completamente y la pintura seca, lo subieron al remolque y lo llevaron a la playa. Al notar el bote en su quilla el agua salada, pensó que empezaba para él una segunda vida, con unos dueños que le habían salvado de la muerte y lo que era peor, de la tristeza, y a los que debía el estar de nuevo flotando. Pensó en su suerte y se preguntó qué habría sido de los otros barcos con los que había compartido aquellos meses.
Pasado algún tiempo, una tarde oyó a sus dueños comentar una nueva ley que prohibía expresamente el abandono de los barcos en la playa, y que sus antiguos compañeros habían sido retirados de la arena y llevados a un desguace. Esa tarde las lágrimas del barco de color añil hicieron más saladas las aguas del puerto.
5 de marzo de 2009
Música italiana
Rita Pavone. Cuore
http://www.youtube.com/watch?v=LbiRzglq5L4
Jimmy Fontana. Il Mondo
http://www.youtube.com/watch?v=VaWFqUg40cQ
Patty Pravo: La Bambole
http://www.youtube.com/watch?v=6J3CCHTic9w
Bobby Solo. Una lacrima sul viso
http://www.youtube.com/watch?v=pZUx8Tgch3M
Gino Paoli. Sapore di sale
http://www.youtube.com/watch?v=HwwclipeKGc
Pino Donagio. Io che non vivo senza te
Música de nuestra vida
En cada etapa de nuestra vida siempre hay una canción acompañándonos, y más todavía en la juventud.
Soy de la bendita época de los guateques y bueno...................bailábamos movidito, pero una melodía lenta, agarraditos mientras él nos susurraba al oído la letra.........................era lo más para nosotras. A veces era el único contacto que podíamos tener con el sexo opuesto.
Asi pues prepararos, que otra cosa no, pero romántica soy un rato y he hecho una selección de "mis" canciones favoritas.
Seguro que os van a gustar.
Música francesa
http://www.youtube.com/watch?v=IOd_5ZRPmFs
Gilbert becaud. Et maintenant
http://www.tu.tv/videos/gilbert-becaud-et-maintenant
Jacques Brel. Ne me quitte pas
http://www.youtube.com/watch?v=cBMDX2sR27U
Charles Aznavour. Que c'est triste Venice
http://www.youtube.com/watch?v=IiNNSqICBag
Cristophe. Aline
http://www.youtube.com/watch?v=bj8-_QKN31o
Hervé Vilard. Capri c'est fini
http://www.youtube.com/watch?v=4TP3u0rNkys
Salvatore Adamo. Une meche des cheveux
http://www.youtube.com/watch?v=N-ULu_mEhP8
Alain Barriere. Ma vie
http://www.youtube.com/watch?v=ti1GiPT7mC4
Espejos
Joyeros "Rocher"
La tapa está hecha con la técnica de las servilletas, naturalmente hecha por debajo, para que se transparente por arriba, y acabada con papel de arroz blanco.
La base está pintada en acrílicos a juego con decoración de las tapas.
Es un buen reciclaje.
Unas bandejas
Son fáciles de hacer y el resultado es bonito, pero hay que reconocer que es un trabajo adictivo y de pronto se encuentra una con montones de bandejas, para alegría de los invitados a comidas o cenas en casa, que se llevan su correspondiente regalito.
3 de marzo de 2009
El cuadro más bonito del mundo
Para mí, lo es sin duda.
Por los colores, por la representación gráfica de la escena, por los gestos de los personajes, por las texturas y por la composición del cuadro.
Representa a Jesucristo muerto en el momento del descendimiento de la cruz, con José de Arimatea y Nicodemo junto a otros hombres, mientras las mujeres lloran desconsoladas y San Juan sujeta a la Virgen, que se ha desmayado.
Era la parte central de un tríptico pintado por el flamenco Roger van der Weyden, encargo del gremio de ballesteros de Lovaina, y en las esquinas superiores se pueden ver las ballestas que hacen alusión al donante.
La composición muestra un friso de personajes sobre un fondo dorado, en el que destacan los colores y las texturas de los ropajes, enmarcando el conjunto, a modo de paréntesis, las dos mujeres que lloran en los extremos. En la parte central, la figura de la Virgen desmayada, se alinea con su hijo en una diagonal que rompe la verticalidad de las otras figuras. En las manos cercanas del hijo y de la madre, se puede apreciar la diferencia de tonos. Las imágenes parecen más bien esculturas.
Si todos los colores son espectaculares, los de la túnica de San Juan y de la Virgen resultan los más valiosos por los pigmentos que utilizó el pintor para conseguirlos.
Los personajes nos transmiten en sus gestos todo el dolor que sienten por la muerte de Jesucristo, en esta tabla de 2'60 por 2'20
Espero que os haya gustado, y si podéis, os recomiendo que la miréis en el Google Earth.