8 de septiembre de 2009

El Barco










Este barco de Pullmantur, el Empress, es el que hemos disfrutado en nuestro crucero por el Báltico. Cómodo, pero algo pequeño, y eso se nota sobre todo en la noche, cuando te quieres sentar a tomar una copa y a veces se convierte en todo un reto el encontrar algún sillón vacío. Sobre todo los que teníamos el segundo turno de cena, rara vez encontrábamos acomodo en los distintos salones que tiene. Sin embargo, dispone de un casino enorme en dos plantas, que a todas luces es excesivo a juzgar por el número de gente que lo utilizaba.

Tiene doce cubiertas, una eslora de 208 metros, una tripulación de 685 personas y capacidad para 2020 pasajeros.

Los camarotes estaban muy bien, incluso mejor de lo esperado, ya que tenía cabina interior garantizada, y nos encontramos con una exterior bastante amplia, con un ojo de buey magnífico, como puede apreciarse en la foto, y siendo el servicio de habitaciones absolutamente impecable. Yo creo que estaban detrás de la puerta, porque cada vez que salíamos, al regresar estaba otra vez ordenada. El papel higiénico con el piquito, era señal de que Luis había entrado.

La comida, pues bastante bien. Sin lujos, pero un bufette con una gran variedad, y la cena en el salón más que aceptable. Aquí es donde más he notado la diferencia con el crucero anterior, donde cada día la presentación de los platos era espectacular, además de muy variada y abundante. El todo incluído tiene sus ventajas, y aunque las bebidas no sean de primeras marcas, está muy bien y da gusto pedir todo lo que se te antoje.

Los camareros muy en lo suyo de servir con profesionalidad y agradar, y nos hicieron también un par de numeritos en la cena. A propósito, haré un comentario al final.

La piscina era algo pequeña, pero para lo que nos pudimos bañar, nos sobró entera, lo mismo que los tres jacuzzis. Hubo algunas personas que sí la utilizaron, pero con unas temperaturas bien bajas. Ya eran ganas de bañarse, teniendo que coger una manta al salir del agua, pero hay gente para todo, y en especial los niños, no debían de sentir el frío, porque entraban y salían constantemente.

Los espectáculos estaban bastante bien, y de los animadores no puedo hablar, porque me he venido sin conocerles. También aquí, gran diferencia con el crucero anterior, pero es comprensible, ya que con buen tiempo, la mayoría de las actividades se desarrollan en la cubierta, y aquí, el mal tiempo lo impedía muchas veces.

Todo el personal estaba volcado en hacernos pasar una semana inolvidable.

Viajamos también con Pullmantur y los vuelos fueron puntuales tanto a la ida como a la vuelta. Reservé los asientos para no tener problemas de ir juntos, y a las 16:30 estábamos ya Helsinki después de tres horas y media de viaje.

En general, dado el coste del crucero, sin dudarlo le pondría un diez.




Hay algo que quiero comentar y que sucede en todos los cruceros, como es el tema de las propinas. Obligatoriamente hay que dejar 65 euros por persona, que te los descuentan de la tarjeta el último día, por este concepto.

Ese último día, te entregan una hoja para que la rellenes y puntues a los camareros de mesa y de habitaciones. Los mismos camareros se encargan de decirte que debes de puntuarles muy alto, ya que si no lo haces así, puede peligrar su puesto de trabajo. A eso hay que añadir que esperan una propina de nuestra parte cuando nos marchemos.

Y digo yo si no sería mejor que las propinas las repartiésemos cada uno entre el personal que creyéramos merecedor de recibirlas. Para mí, dar 65 euros por persona es ya bastante, como para tener que calentarme la cabeza en lo que les dé o no al final.

Pienso que la naviera es la que tiene que tener a sus empleados con sueldos dignos para no hacer obligatorias las propinas, y que no debe ser problema de mi conciencia, lo mismo que no lo es el de los mecánicos o el de los cocineros.