3 de septiembre de 2009

El mes de los propósitos


Comienza septiembre y con él llega la apretura del otoño. He dicho bien: apretura. Porque después de tanto desmadre playero y cervecero, acompañado del deporte por excelencia que practicamos en esta época, el sillón-bol, la cremallera se las ve y se las desea para cumplir sus funciones. ¡Que no! ¡Que no cierra la condenada! ¿Y si me acuesto a ver si me puedo abotonar la bragueta del vaquero?

Y me acuesto... y me la abotono... y me levanto como si me hubieran empalado de tan tiesa, conteniendo la respiración antes de que el botón salte y me dé en un ojo. A ver si con un poco de suerte estira la tela y puedo soltar algo la tripa, que así no me puedo ir con mis amigas. Voy a echar al bolso un imperdible por si las moscas. Por cierto, están tardando y como estoy cansada pruebo a sentarme, pero me es imposible doblarme. Es como si llevara una madera en la cintura, que se me incrusta para adentro sin piedad. Desisto de sentarme, aunque no dejo de pensar en cómo me voy a meter en el coche.

Llaman al timbre y me apresuro a recoger el bolso, saco las llaves para cerrar la puerta....¡¡¡¡NOOOOO!!!!! Se me han caído al suelo. ¿Y ahora qué demonios hago? Pruebo a agacharme pero no puedo y voy a la cocina por dos espumaderas, a ver si con algo de suerte las cazo: intento meter el mango de una de ellas por el agujerito del llavero. Se sale. Llaman al telefonillo mis amigas, hasta el moño de esperarme, y les digo que bajo enseguida. Sigo intentándolo y por fin consigo pescar el llavero, cojo las gafas, cierro la puerta y bajo corriendo hasta el coche.
De cómo me acomodé, lo dejo para mi intimidad porque es muy fuerte, pero sólo deciros que tuve que ponerme la bandolera sujeta a la cremallera con el imperdible que llevaba, para que no se viera abierta, o mejor dicho, estallada.
Mañana sin falta me pongo a régimen.

Septiembre es el mes de los propósitos y aparte de adelgazar, tengo que retomar el alemán, estudiar algo de inglés (para que no borre lo que no deba del ordenador, que me voy a acabar cortando los dedos), terminar un cuadro que se me resiste, empezar un libro, restaurar unas piezas muy bonitas que tengo debajo de la cama, arreglar el trastero (yo le llamo "vertedero"), no faltar al gimnasio, que me conozco y saco excusas de todos sitios... en fin... que estoy dispuesta a cumplirlo todo y más.

¿A vosotros tampoco os cierra la cremallera?