6 de agosto de 2009

Oia y Fira


En la entrada anterior escribí sobre Oia y puse unas imágenes que me parecieron preciosas, pero todavía me faltaban algunas y por eso en ésta hay fotos de las dos ciudades.
Nos gustó más Oia que Fira, quizás porque pudimos recrearnos en los paisajes y en las fotos, sin el tumulto que hay en esta última, donde parecíamos una romería y en algunas ocasiones nos quedábamos parados sin poder andar. Hay que tener en cuenta que esa mañana éramos tres los cruceros que visitábamos la isla, y evidentemente se notaba. Como mínimo a 1.500 personas por crucero, éramos más de 4.500 almas deambulando por las calles de un pueblo tan pequeño.
Había muchas joyerías con marcas de calidad reconocida, ropa ibicenca, souvenirs y también muchos bares y terrazas llenos de gente, excepto algunos en los cuales los precios eran acordes a la vista que se divisaba desde allí. Nosotros nos metimos en Vértigo y valió la pena.
Para bajar elegimos el funicular, que aún no tenía cola para subir. Como fuimos los primeros en llegar, llevábamos ventaja al resto que lo hicieron a media mañana. Os voy a contar un secreto del funicular, que no se descubre hasta que uno se monta: aparte de que no es apto para cardiacos por la velocidad de la caída, de pronto ves que viene un muro y ya te despides de este mundo, pero................tiene un roto por donde pasa el funicular y el alma ya vuelve al cuerpo.

Bueno, pues empiezo con las fotos de Oia:

Por ser la primera, una gozada para la vista.
En esta terraza había un telescopio para ver la caldera. Era muy temprano.

Vista.

Un restaurante, cerrado y todavía con la luz encendida.

Las casas sobre el mar

Yo, paseando por una calle solitaria. Acababan de ponerla enterita para mí.

Esta foto me gustó mucho por la mujer que hay sentada a la puerta en esa casita, rodeada de hoteles.

Las escaleras forman parte del paisaje.

Otra vista bonita.

Una foto muy original, y otra buena nota para mi Antonio

Una Iglesia Ortodoxa azul, blanca y rosa.

Esta casa no se podía fotografiar, pero no nos dimos cuenta. De verdad.

Mucho colorido en las fachadas.

No me pude resistir a estas miniaturas de iglesias.

A partir de aquí las fotos son de Fira.
Después de que el autobús nos dejara, subimos por una calle y nos encontramos con la Catedral Ortodoxa (Metrópolis).

La cúpula de la Catedral, a traver de una reja. Era constante el fluir de gente.

Vista de Fira con la Catedral Católica de San Juan Bautista al fondo y su característico campanario, que nos servía de guía en la ciudad. Al lado está la bajada al funicular. Parece que está doblado, pero es una ilusión óptica.

Antonio, feliz de encontrarse en este lugar tan privilegiado. Era la terraza del Vértigo.

Un bar, que por lo visto tenía también los precios altos.

Foto tomada en el bar Vértigo.

La escalera por donde suben los burros. Miedo me da sólo de verlo.

Dos niños preparándose para subir. Los dueños de los burros están arriba y abajo, pero el camino lo tienes que hacer a solas con el animal.

Aquí se ve por donde suben y por donde bajan.

Nosotros bajamos en el funicular. En un plis plas.

Este restaurante estaba en el puerto.

El puerto. Los cruceros no atracan aquí, sino que se quedan fondeados en la caldera.

Y en la lancha, otra vez al barco, a comer y a zarpar hacia Mikonos