Una tarta apetecible, ahora que empiezan los calores.
Las frutas son a gusto del consumidor, o según las sobras de la nevera, que está la vida muy achuchada y hay que aprovecharlo todo.
Con una base de hojaldre se forra un molde untado de mantequilla y harina, y se pone unos doce minutos al horno. Cuando empiece a estar dorado, lo sacamos, pincelamos con huevo (para que no se ablande la masa), y lo volvemos a meter vigilando, porque en seguida estará más dorado y tendremos que sacarlo. Con ayuda de una o dos espumaderas, lo pondremos en el plato que lo vayamos a servir.
Se hacen unas natillas y les echamos un poco de ron para darles un saborcito especial.
Cuando se templan, las ponemos sobre la placa de hojaldre.
Cortamos la fruta que nos guste, y con la forma que nos apetezca. La distribuímos por encima artísticamente.
Abrimos un sobre de tortengus y lo mezclamos en un cazo con 250 cc de agua. Enseguida que empiece a hervir lo apartamos y lo echamos inmediatamente a cucharadas o con un pincel sobre la tarta. Hay que trabajarlo rápido porque se espesa.
Al frigorífico, y a esperar parabienes