21 de octubre de 2009

¿Para qué sirve un blog?


Buena pregunta con una compleja contestación.
Como yo estoy en éste, pues escribiré sobre el motivo que me llevó a mí a abrirlo, pasito a pasito, error tras error, y por fin lanzado a la blogosfera con mucho miedo y una mezcla de pudor por desvelar en él asuntos a veces privados y en definitiva desnudarme un poco ante personas de las que no sé nada y de las que tampoco conozco las reacciones ante determinados temas.
Dicen que los blogueros somos gente con necesidad de que se nos reconozcan nuestros valores y que necesitamos un público para alimentar nuestro ego, pero yo no estoy de acuerdo con eso.
Al principio ni siquiera se me ocurrió poner un marcador de visitas, porque ése no era el fin de mi blog, aunque a todos nos gusta que entre gente a leer lo que escribimos o a ver lo que hacemos, pero más adelante me entró curiosidad por saber si lo que yo lanzaba por internet era recogido por alguien en algún lugar del mundo, y entonces lo puse.
Me doy por muy satisfecha con las visitas que recibo y las agradezco todas, aunque muchas sean fruto de una búsqueda casual en Google.
He tenido experiencias buenas, malas o divertidas, que me gustaría no olvidar, y ¿Cómo podía recogerlo todo junto, para tenerlo ahí cuando quisiera consultarlo?
La respuesta para mí era simple: un blog en el que plasmar las cosas que me han pasado y que pudieran ayudar o divertir a algunas personas, al tiempo que yo las recopilaba y las tenía en un sitio localizadas para cuando quisiera volver a leerlas, o mantener la cabeza despejada mientras escribo, o poner recetas de cocina que me parecen dignas de ser probadas, o manualidades que puedan entretener a otras personas, o ¿Por qué no? dejar salir sentimientos que al escribirlos pueden aliviar en gran parte una crisis emocional.
Qué duda cabe que todo esto lleva su tiempo el hacerlo, y que no todos los días se está en la misma disposición de ánimo, ya que según tenga una el día, las entradas son más o menos serias, aunque como soy de las que ven la botella siempre medio llena, suelo escribir de un modo bastante informal.
Dicen que la osadía es directamente proporcional a la ignorancia, y yo debo de ser mucho de lo uno y de lo otro, porque al publicar una entrada no soy consciente del alcance de lo que estoy haciendo, y me parece estar compartiendo conversaciones en torno a una mesa de camilla, cuando la realidad es que las lanzo al espacio sin saber a quiénes van dirigidas.
Quizás esta parte es la que más me intriga: las personas anónimas que abren mi blog, y a quienes humildemente espero no defraudar.
Y el nombre es fundamental: un mirlo, porque es un ave que habla por los codos como yo, y de papel, porque me gusta escribir y trabajar con papeles, ya sea en encuadernación, en cartonaje o en scrapbooking.