23 de octubre de 2009

Viaje a la Costa Brava

En septiembre se celebró el encuentro anual que los que vivieron en la Colonia Española de Guinea Ecuatorial, organizan para que no se pierdan los muchísimos recuerdos que tienen de los años pasados allí.

Este año fue en la Costa Brava, que no conocía, y que para mí ha sido todo un descubrimiento; el hotel lo teníamos en Lloret de Mar, y de allí nos desplazábamos a los sitios que teníamos interés en ver, como Besalú, Figueras, Gerona, Cadaqués, Palamós y los pueblos de alrededor.

Empezaré por Lloret de Mar, que es una típica ciudad turística, con playa, más playa y más playa, tiendas, más tiendas y más tiendas, y guiris, más guiris y más guiris, o sea como puedan ser tropecientas mil en España... pero... tenía una cosa preciosísima: el cementerio modernista, con unos hypogeos que parecían palacetes, muy en el tipo Gaudí.

Otra cosa que también me gustó fue el Museo del Mar, situado en el Paseo Marítimo y ubicado en una antigua casa colonial de una familia catalana. Lo mejor, sin dudarlo, la casa.

Un día lo pasamos en Gerona, que me dejó boquiabierta de la solera que tienen sus calles, la vista de las casas colgadas en el río, su Catedral y el barrio judío. Los baños árabes nos gustaron mucho.

Otro fuimos a Cadaqués, pueblo precioso e idóneo para pintarlo, y de hecho en cierta ocasión le pinté a mi suegra un cuadro y no sabía de dónde era la foto que utilicé. Ahora puedo asegurar que era esta bellísima ciudad tan vinculada a Dalí, que supo esconderse muy requetebién aquí, porque para llegar hay que pasar todas las montañas del mundo mundial, con unas vistas preciosas de Rosas, pero con los cataplines en la garganta por la altura.

Comimos a pie de playa el picnic que nos pusieron en el hotel, muy mejorable y nos tomamos un café en el paseo.

De Dalí vimos también la casa, aunque por fuera, en Port Lligat. Fue una penita porque había que sacar con antelación las entradas, y haciéndolo allí nos las daban con un tiempo de espera muy largo. ¡Ah! Como todo el mundo, me compré allí una camiseta: "Mujer en la ventana". Pero el trasero de la mujer me pilla justo en la tripa y parece que tenga un bulto. Ilusión óptica, sí, pero fastida.

Por la tarde partimos hacia Besalú, pueblo medieval muy bien conservado y que me habían aconsejado ver por ser algo muy curioso. Lo de las sillas en las paredes era la primera vez que lo veía.

En otra ocasión fuimos con el grupo a Figueras a ver el Teatro Museo Dalí, que ya me rompió todos los esquemas. Qué derroche de imaginación, qué arte y qué pasada de sitio.

También fuimos en las barcas que hacen los trayectos cortos entre las distintas ciudades, para poder observar toda la grandiosidad de las rocas, metiéndose en el mar en picado. Lo único que no me gustaba fue que en toda esta zona la arena está muy alta, y hay un declive hacia el mar, con lo cual, a un metro ya cubre el agua, pero las playas son preciosas, y merece la pena ver las calas con esos colores de agua casi imposibles.

El tiempo amenazaba agua a manta, pero tuvimos mucha suerte y al final llovió sólo un día, pero estábamos en el hotel.

Ésta es la playa principal de Lloret de Mar, con su castillo al fondo, que es una residencia privada.

La arena era como de piedrecitas y no me gustaba mucho, aparte de que nada más entrar en el mar, ya cubría el agua.


Foto para los amigos en un marco bonito.


Aquí estoy a la entrada de los jardines de Santa Clotilde, que llegué tarde y no pude entrar.


Parroquia de Lloret. Capilla del Santísimo, de Arte Moderno Catalán. Es espectacular por su colorido y sus formas.


Cementerio. Hypogeo muy gaudiniano.


Mujer rodeada de rosas.


Otra tumba espectacular.


Angel orando.


Calle del cementerio, con las capillas del mismo tipo.


Otro muy grande y precioso.


Aquí estoy en el Museo del Mar, de Lloret y esta salita estaba decorada tipo colonial. Me gustó tanto, que no pude resistir el sentarme para hacerme una foto, pero justo en ese momento, la botella de agua que llevaba en el bolsillo se me cayó al suelo y estropeó bastante la foto.


Grupo de amigos a la puerta del hotel.


Iglesia de San Pedro, en Besalú.


Judería de Besalú.


Otra de las calles del barrio judío.


Iglesia de San Vicente, en Besalú. Sobrecoge la desnudez de sus muros.


Puente antiguo de Besalú.


En la judería encontramos esta sillita tan apañá.


Pues éstas, en la pared tampoco se veían muy cómodas.


Más calles de esta ciudad medieval, que se conserva muy bien.


Un diez al fotógrafo, por esta puerta.


Y estamos en Port Lligat, lugar que fue residencia de Dalí. Ésta era su casa.


En Port Lligat, el arte y el color saltan en cualquier rincón.


Esta especie de mero tampoco estaba mal para hacerme la foto de rigor.


Y aquí ya con la camiseta que me compré, remojándome los pies en la playa de este puertecito, para ver si se me pegaba algo de la genialidad del pintor. Pero parece que no.


Bueno, pues después de tropecientas curvas y de unos barrancos de vértigo, llegamos a Cadaqués, pueblecito preciosísimo, con una luz especial, y eso que el día no era muy luminoso.


Fijaos qué color tiene el agua.


Vista del pueblo.


El agua era una maravilla digna de ser fotografiada muchas veces.


Otra vista.


Justo debajo de esos árboles comimos. Arriba, la Iglesia de Santa María.


Ya estamos en Gerona, y ésta es su imponente Catedral, con una única nave, la más grande del gótico europeo. Nos colamos en el interior aprovechando una boda, aunque dábamos el cante con la indumentaria tan diferente de los invitados y la nuestra, pero c'est la vie. Tenía una escalinata para aburrirse de subir y bajar.


Los baños árabes eran magníficos y al tiempo vimos una exposición de arte en hierro. Esta sala era la caliente y en el centro estaba esta pileta de agua. Las columnas sobresalian exteriormente a través del tejado y servía de lucernario.


Otra de las salas de los baños.


Vista de Gerona desde el río, con la Catedral y la Iglesia de San Feliú.


También aquí hay una judería, que es una de las cosas más interesantes que visitar en Gerona.


Otra calle del barrio judío, o Call.


Más.


Y ahora estamos en Palamós, gracias a la invitación de unos amigos: Angélica y José Antonio, ambos encantadores, los cuales nos llevaron a su casa donde degustamos un caviar DE VERDAD, que quitaba el sentido, las penas y el habla. Ser rusa tiene esa ventaja

En esta foto estoy con otra amiga en el Museo de la Pesca.


El faro de Palamós.


El puerto tiene una actividad pesquera increíble. Esa tarde había dos cruceros.


Angélica y José Antonio nos invitaron a comer un arroz riquísimo.


En esta parte de la Lonja se subasta el pescado y asistimos en vivo y en directo, que yo no había visto nunca algo así. La preciada gamba, tenía un precio de ochenta euros el kilo.


En una plaza de Palamós, le fui infiel a mi Antonio, pero no me hizo ni puñetero caso.


Vista nocturna del puerto, con uno de los cruceros zarpando.


Esta foto pertenece a la excursión en barca que realizamos para visitar Tossa de Mar. Me impresionó mucho ver cómo las piedras llegan hasta la misma agua.


En el barco, heladitos de frío, ya que nos recogieron a las nueve de la mañana. Menos mal que Julia me dejó un pañuelo para taparme al menos el cuello.


Vista desde el barco de una calita en Tossa, con la fortaleza al fondo.


Las murallas.


Esta fachada me encantó, porque las terrazas parecían jardineras. Aquí está el Club Náutico de Tossa.


Iglesia de San Vicente.


Callejuela de Tossa.


Aquí estoy con dos buenas amigas que conocí en la quedada: Julia y Belén.


Antonio dominando el Mediterráneo, con la torre vigía al fondo, y el cañón a mano por si hiciera falta.


Playa de Tossa, con las barcas que hacen el trayecto entre los pueblos costeros.

Y ésto es todo. Bueno... todo no. Me falta lo más importante, pero le voy a dar una entrada para él solito: el Museo Teatro Dalí.