En cuanto al nombre, no se sabe muy bién el por qué se le llama así, aunque hay algunos autores que afirman, que viene de la época de Carlos I, cuando los comuneros rechazaron al rey, que había nacido en el extranjero, y pretendieron entrar en Madrid. Los madrileños hicieron aquí un fortín con una puerta, que por dar al este, se la denominó del Sol. Otros dicen que había una puerta con un sol pintado. Sea como fuere, es el sitio más representativo de Madrid.
La plaza sufrió varias reformas y se derribaron edificios para ensancharla, como la Iglesia del Buen Suceso (antiguo hospital) , donde ahora está el Tío Pepe, o la Iglesia de San Felipe el Real, en la esquina de Mayor con Esparteros (ahora hay un MacDonald).
Los madrileños, a lo largo de su historia, han trasladado aquí sus penas y sus alegrías, sus tragedias y sus celebraciones: en la Iglesia del Buen Suceso acontecieron parte de los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, entrando los mamelucos a la carga por Alcalá y la Carrera de San Jerónimo.
La plaza era engalanada cada vez que los monarcas hacían su entrada en la ciudad.
El motín de Esquilache también tuvo su punto fuerte aquí, y así muchos hechos de la historia de España, que acontecieron en Madrid, tuvieron lugar en la Puerta del Sol.
En la Iglesia de San Felipe el Real, existía una lonja bastante amplia, donde antes y después de Misa, la gente se reunía para comentar los rumores y las anécdotas que corrían por la Villa, y se convirtió en el mentidero más importante de Madrid. Los versos de Quevedo y Góngora corrían de mano en mano por las gradas de la lonja.
El edificio que más llama nuestra atención es "Correos": primero se llamó así, luego fue sede de la Gobernación, Tribunal de Orden Público, en cuyos calabozos se encerraba a los enemigos del régimen, y más tarde se convirtió en la sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid.
A la izquierda, en la calle Carretas, fue asesinado Canalejas al deternerse en el escaparate de la librería que había al comienzo, y el asesino se suicidó allí mismo.
Donde está el cartel de Tío Pepe, puesto aquí desde 1935, se ubicaba el hotel Paris, que era el mejor de la época. En los bajos estaba el café de la Montaña, lugar de encuentro de escritores como Valle Inclán. Allí, en una discusión, le dieron un bastonazo que desembocó en gangrena y en la amputación del miembro.
Al comienzo de la calle Alcalá, se encuentra la figura del oso y el madroño, que como ya he explicado en el apartado de historia, forman el escudo de Madrid y fue el acuerdo entre la Iglesia y el Concejo para la posesión de los pastos y la caza.
Aquí se pueden ver gentes de todo tipo: arreglados, sin arreglar, mendigos, ejecutivos, prostitutas, chaperos, amas de casa o familias enteras, pandillas de jóvenes, grupos de la tercera edad,los hombres anuncio que compran oro, los ... en fin, que todos tienen cabida en este trozo de la Capital.
Siguiendo el sentido contrario a las agujas del reloj, está la calle de la Montera, una vía muy problemática por la prostitución que hay.
Sigue la del Carmen y la de Preciados, bulliciosa y comercial donde las haya. Entre las dos, la estatua de Carlos III, el mejor alcalde de Madrid. Es una reproducción en bronce de Miguel Ángel Rodríguez y Eduardo Zancada, de una obra de Jua Pascual de Mena conservada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Se decidió ponerla aquí en un referéndum popular. La inscripción en espiral que rodea el pedestal (doce renglones, luego doce vueltas), describe brevemente la historia del reinado de Carlos III.
Llegamos a la del Arenal, no sin antes echarle un vistazo a la Mariblanca, que la han movido de su sitio a la pobre doscientas mil veces, y seguimos por Mayor, donde se encuentra la Casa del Cordero que ocupa toda la manzana y llega hasta la calle Correo, lugar donde ocurrió uno de los atentados más sangrientos que se han cometido en Madrid.
Respecto a la Casa del Cordero, un poco de historia: Se había derribado en este solar la Iglesia de San Felipe el Real. Cordero había jugado a la lotería (1841), dándose la casualidad que había acertado en todo y cuando se dispuso a cobrar lo ganado, Hacienda le respondió que no había suficiente dinero en las arcas para pagarle y como compensación al dinero que se le debía, le dió el solar, que él, hombre de muchísimo dinero, edificó. Una manzana de casas construidas con buenos materiales y con un arquitecto muy válido al frente de las obras. Tenía seis patios centrales y más de cien apartamentos. Como la obra resultó magnífica en proporciones, cuando más adelante se remodeló la Puerta del Sol, se adecuaron los edificios a los de la Casa del Cordero, y por eso presenta esa homogeneidad en la construcción. Se conserva el escudo en la fachada de Alonso Cordero, en la esquina con Esparteros, justo encima del MacDonald.
Lo del reloj de la plaza es algo especial, ya que en aquellos tiempos pocos eran los que tenían un reloj y se guiaban por las campanadas del que había en la Iglesia del Buen Suceso, que siempre iba mal. Cuando se derribó la Iglesia, se puso el reloj en Gobernación, pero uno de tres esferas, para que se pudiera ver desde todos los lados de la plaza. Fue peor el remedio que la enfermedad porque cada esfera marcaba una hora diferente, con el consiguiente cachondeo de los madrileños, que podían elegir entre las tres esferas, las hora que más les cuadrara.
Después trajeron el actual, que para variar también iba mal, hasta que Losada se comprometió a hacer la maquinaria nueva, y tardó tres años, pero ya funcionó practicamente sin problemas.
Al bajar del tren de cercanía, en la estación, nos encontramos restos arqueológicos de la Iglesia del Buen Suceso tras una vitrina, y las fotos de entonces. Al clicar en la foto, se agranda y se puede ver la Iglesia, con su famoso reloj, y delante la fuente que tenía arriba a la Mariblanca.
Estatua de Carlos III en Madrid, el mejor alcalde, como reza la inscripción que puede leerse dando la vuelta al monumento.
La Mallorquina es una pastelería que está entre las calles Mayor y Carmen, y tendría que ser declarada de interés nacional, por lo ricas que están las cosas que venden. La tarta de fresas con nata... para desmayarse, las ensaimadas... para perder el sentido, las trufas... de muerte lenta, todo todo está para caerse redondo de satisfacción. Arriba hay un salón donde se puede merendar. Si tenéis que llevaros algún recuerdo de Madrid, yo os aconsejo que en lugar de comprar chuminadas de figuritas, compréis una caja de trufas, que os lo agradecerán siempre. Delante de la pastelería suelen ponerse las señoras que venden lotería en Navidad.
La plaza, desde la Carrera de San Jerónimo.
Una conversación surrealista, entre un torero y un hombre sin cabeza.