Sé, reconozco, soy consciente, asumo mi pesadez por creer que siempre hago poca comida, y me paso cuatro pueblos todos los años para variar.
Yo tenía en principio trece invitados: dos tuvieron otro compromiso y tres tuvieron que cancelar la cita, o sea, que si las cuentas no me fallan, a la mesa nos sentaríamos ocho adultos y dos niños, pero... como una es previsora por naturaleza, un mes antes ya tenía yo todo comprado, refrigerado, congelado y guardado.
Y según mi planificación, cuatro días antes compré el pan para las pelotas, un día después, puse el bacalo a remojo para hacerlo meneao, preparé el mantel y le saqué brillo a los bajo-platos. Cuando faltaban dos días empaqueté todos los regalos. Y el anterior a la Nochebuena, ya hice varios platos que requerían reposo: el bacalao, milhojas de salmón, tarta de mojito. Saqué los solomillos de cerdo para que se descongelaran, hice la reducción de Pedro Ximénez, y saqué la carne para hacer al otro día las pelotas.
El veinticuatro por la mañana caramelicé rodajas de manzana, hice un lingote de chocolate para el día de Navidad, dejé ya el relleno de los melocotones en la manga pastelera y preparé la bechamel con el marisco. Por la tarde, monté en la fuente de horno los solomillos con la manzana y los dejé ya dentro para que se fueran haciendo mientras nos comíamos los entrantes. Unas dos horas antes de cenar, hice los blinis y los preparé con crema fresca y caviar. Metí la bechamel en volovanes a falta de un chup chup de horno, monté los melocotones, e hice aguacates rellenos con palitos y con pepadews al queso.
Ya con toda la casa llena de gente, terminamos de montar todos los platos y a la mesa.
Cuando apagué el horno le puse a los solomillos con manzana una rodajita de queso de cabra, y un coulis de frambuesa con la reducción de Pedro Ximénez.
Estaba todo buenísimo, pero me pasé en cantidad... cantidad... jejejejeje...
¡Niñas, comed, que ésto no mengua! Mamá, que ya no puedo más. ¿Cómo que no puedes? Si ahora viene el segundo. Venga, un esfuerzo, que seguro que aún tenéis hueco. ¿Por qué no lo dejas para mañana? ¿Pero qué dices? Si mañana toca el cocido con pelotas, y además yo me voy el veintiséis y hay que acabarlo todo. ¡Mamá, por Dios, qué estresssssssssss!!!!!!!!! Amenazas con el cocido como si fuera el coco.
A todo ésto los turrones ni probarlos, porque ya no podían más.
Guardamos todo lo que sobró y saqué la carne del cocido para que se fuera descongelando.
Yo quería cantar villancicos con los niños, pero ni me dio tiempo, aunque éso sí, el belen lo tenían tomado y el lago que hice parecía la piscina municipal, de gente que había dentro, jajajaja.....
Y por eso de que los niños no se descentraran, dejaron a dormir en casa a Lucía, que mientras me veía estaba centradísima, pero en cuanto desaparecía, era como si vinieran los extraterrestres a por ella, de los gritos. La acosté en el taller, y no hacía otra cosa que mirar los cuadros de las paredes, acojonadita perdida.Total, que a las seis o así, de mutuo acuerdo decidimos pasar lo que quedaba de noche juntas en un sillón del salón.
Y así amanecimos el veinticinco de diciembre, fú, fú fú, tan agustito las dos.
Preparé el cocido con pelotas... como si fuera a venir a comer un regimiento, y al medio día empezaron a aparecer mis hijas, mis yernos, los niños que faltaban... y yo seguía viendo mucha comida.
Empezamos con las cervezas y el bacalao meneao, y seguimos ya que estábamos puestos, con todo lo que quedó la noche anterior, que no era poco. Cuatro barras de pan nos habíamos comido antes de sentarnos a la mesa.
Y lo de todos los años: "Yo con una pelota tengo bastante, que ya casi he comido" ¡TÚ TE SIENTAS Y TE COMES TODO LO QUE TE PONGA! (la de los gritos, se entiende que soy yo, viéndome ya venir lo que iba a pasar).
Y efectivamente pasó: las pelotas cayeron todas, pero las fuentes del cocido nos miraban, las mirábamos nosotros y con cara de pena alguien decía: "yo sólo algún garbanzo y un poco de tocino". Total, que aquello no menguaba.
¿QUERÉIS HACER EL FAVOR DE COMEROS EL COCIDO? Mamá, por favor, que vamos a reventar. PUES SI HAY QUE REVENTAR SE REVIENTA, PERO NO ME VOY A COMER YO ESTA NOCHE SEMEJANTE COMILONA NI LO VOY A TIRAR (yo seguía gritando)
¿Y qué pasó? Pues que salieron del armario los tuperwares y se llevaron entre las tres todo lo que había, que dicho sea de paso, les vino de maravilla.
Y todos los años pasa lo mismo, y todos los años repetimos el mismo error, pero buena señal será si las Navidades próximas volvemos a tropezar en la misma piedra.
Como tengo en Madrid las fotos, cuando vuelva las pondré, así como las recetas que falten.
¡¡¡¡¡¡FELIZ AÑO!!!!!