7 de enero de 2011

Pompeya





El barco atracó en Nápoles, y allí estaba la guía esperándonos.
Fuimos con el autobús lo primero al monumento a Felipe IV en la vía Francesco Caracciolo. Son muchos los vestigios españoles que hay en esta ciudad.


Castillo del Huevo, en Nápoles. Se llama así, según cuentan, porque Virgilio escondió en su interior un huevo que soporta la estructura del edificio y que de romperse, provocaría el hundimiento de la fortaleza.
POMPEYA


Era la una de la tarde de día 24 de agosto del año 79, cuando comenzó el fin. El fin para una ciudad y sus habitantes, que vieron cómo en unas horas, el apocalipsis se hacía realidad sin posibilidad alguna de salvación. El Vesubio, que les acompañó siempre, se convirtió de pronto en un enemigo tan fiero como poderoso.
Pompeya era una ciudad romana habitada en su mayoría por gente adinerada, cuyos negocios habían prosperado en una tierra fértil próxima al mar. Casas preciosas, cuyos dueños rivalizaban en la belleza de sus salones, sus pinturas murales o sus mosaicos, que describían el tipo de vida de una sociedad proclive a la diversión y al lujo, que convivía con la parte oscura que significaba la esclavitud de muchas personas.
En el año 62 tuvo lugar un terremoto que asoló la ciudad, y del cual todavía no se había recuperado cuando le sobrevino la gran tragedia.
Los habitantes se habían acostumbrado a sufrir pequeños temblores de tierra, a los que no les daban importancia, pero ese fatídico día, el temblor fue acompañado de una tremenda explosión, equivalente a 100.000 veces la bomba de Hiroshima.
Hay que decir que en latín no existe la palabra "volcán". No se conocían, y por lo tanto no eran conscientes del peligro que significaba vivir en las faldas del Vesubio.
A la explosión siguió la salida por el cráter de una nube que subió a más de treinta kilómetros de altura, compuesta de polvo y piedra pómez. Esta nube la fue llevando el viento hacia Pompeya y a la 1'15 empezó a llover ceniza y escombros, mezclados con fragmentos de rocas, que dada la altura a la que habían sido lanzados, caían a gran velocidad, matando e hiriendo a mucha gente, de la que despavorida, iba por las calles.
El día se hizo noche.
Parte de la población huyó, pero muchos optaron por quedarse en sus casas. Ya había más de un metro de ceniza y escombros.
A las siete de la tarde la erupción seguía, y del volcán salían llamaradas de fuego. Las aproximadamente 2.000 personas que quedaron en sus casas, luchaban por sobrevivir en las horas siguientes. La piedra pómez y la ceniza absorbian la huedad del aire, y la gente se ahogaba.
La presión de la lluvia disminuyó sobre la una de la madrugada, pero la columna en forma de pino que había formada sobre el volcán, se desmoronó y se produjo una oleada de escombros volcánicos calientes. En esta ocasión fue hacia la playa, arrasando todo lo que encontró a su paso.
A las dos de la madrugada hubo una segunda oleada, y la tercera fue directa a Pompeya a más de 200 Km. por hora. De más de dos metros de altura, los gases calientes junto con la ceniza y el polvo, hicieron irrespirable el ambiente. Para entonces se habían caído prácticamente la totalidad de los tejados, que no pudieron aguantar el peso de la ceniza.
A las siete de la mañana, cuarta oleada (nube piroclástica), que envolvió a la ciudad matando todo resto de vida.
Durante las ocho y las nueve, siguieron, y la ciudad fue enterrada.
A las diez se empezó a debilitar la erupción, pero la ceniza siguió cayendo durante uno o dos días más.
Se liberaron 4 kilómetros cúbicos de cenizas y roca que sellaron la ciudad, permaneciendo así más de siglo y medio.
Junto a Pompeya, la ciudad de Herculano sufrió los mismos efectos.
Las dos ciudades fueron excavadas (que no descubiertas), en tiempos de Carlos III, antes de que se convirtiera en rey de España, cuando lo era de Nápoles.
Cada año visitan estas ruinas unos cuatro millones de personas.
Antes de hacer esta excursión tenía mis dudas, ya que ir a Capri me atraía muchísimo, pero finalmente me decanté por Pompeya debido a una serie de circunstancias, como el estado del mar o el tiempo escaso para visitar la isla. Luego supimos que tendríamos dos horas más, por el cambio de la última escala, pero ya teníamos preparada esta excursión, así que nos dispusimos a disfrutarla.
La guía que llevábamos se llama Rafaella, y nos transmitió todo el misterio y la grandiosidad del sitio donde nos encontrábamos. A veces nos inundaba un sentimiento de pudor, porque era como entrar en la vida de otras personas que tuvieron la mala suerte de morir así. Si tuviera que elegir una escala preferida de todo el crucero, no tendría ninguna duda al decir que esta. Me impactó tanto, que después estuve mirando y ampliando información, y sigo enamorada de una ciudad en la que lo visible no es lo más importante.
Nápoles es una ciudad, a mi modo de ver, fea, sucia e insegura, por lo que con el autobús hicimos un tour turístico, y nos dirigimos ya hacia Pompeya. Entramos por la puerta que da a este cuadripórtico, donde se han encontrado armas de los gladiadores, por lo que se cree que tenían aquí sus celdas.


Está pegado al odeón y al teatro, y servía también para que la gente descansara de la función paseando por aquí.
El pequeño teatro.

Aquí dos expedicionarios pompeyanos: Luis y Fran. ¡Guapos!
Nuestra guía Rafaella, explicándonos cosas. ¡Qué envidia de sombrilla! Hacía muchísimo calor.


Antonio en una de las puertas del teatro, con sus máquina en ristre.
Pasamos por la casa de un tal Popidi

Un horno.

Thermopolium. Eran muy numerosos en la ciudad. Especie de tabernas, la mayoría en forma de L, donde se servían comidas y bebidas calientes. La gente no comía en su casa al medio día, y siempre lo hacían en estos sitios. Algunas se llaman cauponas, si tenían arriba habitaciones para huéspedes.

Los suelos de las calzadas son de piedra, de forma poligonal.
De vez en cuando hay lo que nosotros llamamos "paso de cebra", que era una forma de poder pasar de un sitio a otro cuando la calle tenía agua o desechos, sin mancharse las ropas largas que vestían. Obsérvese las rodadas de los carros. Era muy importante la medida entre las ruedas, tanto era así que cuando llegaban carros de otros sitios, debían alquilar los de la ciudad y pasar de uno a otro la mercancía, porque los de fuera tenían un ancho diferente y no podían circular.
Otro thermopolium. Debajo hay unas vasijas de barro grandes que mantenían caliente la comida, cubiertas con piedras y mármol. Tenían tapaderas. Era la comida rápida de aquel tiempo.

Interior de una de las casas.
Oficina de Verecundus. En este comercio se vendían tejidos. En la puerta hay una pintura de Venus sobre elefantes.

Estamos por la calle de la Abundancia, que era la principal arteria de la ciudad (el decumano). Frente a la tienda de Verecundus, está la lavandería de Estéfano, una de las más importantes. Ocupa dos números de esta calle, es un local muy grande y muy decorado. Su propietario era un hombre adinerado.
Aquí se ve la pileta de lavar. En la puerta de la lavandería había unos jarrones en los que la gente que pasaba, orinaba. Sí, sí........orinaba. Porque era lo mejor que conocían para blanquear la ropa. Los esclavos se metían aquí, con la ropa dentro, la orina el agua y otras sustancias, y se dedicaban a pisar y a restregar la ropa con los pies para lavarla. De aquí pasaba a otras cubas.

Siguiendo por la calle de la Abundancia, estamos ahora frente a la casa Diadumeni. Hay que asomarse a verla, e imaginarse lo que debió de ser en todo su esplendor.

Otra casa. Solían tener muchas habitaciones, para los señores y los esclavos.

Casa del lalarium de Aquiles.

Aquí se ve el lalarium. Era una hornacina en la que se adoraban a los antepasados y a los dioses.
No me pude resistir a la foto por el paso de cebra.

Bueno, bueno............en todas las épocas las mismas cosas. Para los que no sabían leer, la indicación del burdel. Se llamaba lupanar, que deriva de la palabra latina lupa, que significa loba.
Desde las ventanas, las mujeres llamaban a los hombres imitando el aullido de los lobos, y así quedó el nombre de lupanar para designar los burdeles.
Y otra cosa muy curiosa referente a la localización de las casas: se organizan por regiones dentro de la ciudad (REG en el rótulo) y por manzanas, llamadas ínsulas (INS en el rótulo) En este caso este lugar pertenecería a la región VII, ínsula XIII. Dentro de cada ínsula, las casas tienen su número correspondiente.

En esta esquina, muy céntrico, se encuentra el lupanar.
Al entrar hay unas pequeñas habitaciones con dibujos eróticos en la parte superior. La clase social que acudía a estos sitios era de escasos recursos y esclavos, la mayoría procedente de oriente, por lo que no hablaban el idioma. Sobre los dibujos, elegían el servicio que querían y pasaban a la habitación donde la mujer, o el hombre, los ofrecía.
Las camas estaban hechas de piedras y sobre ellas se ponía un colchón.
Uno de los dibujos eróticos.
De nuevo en la calle, el calor aprieta y se puede hacer uso de las muchas fuentes con agua potable que hay distribuidas por toda la ciudad.

Antes de llegar al Foro, ya vemos una entrada accesoria del edificio Eumaquia. Pone: Eumaquia, hija de Lucio, una sacerdotisa pública, en su propio nombre y en nombre de su hijo, Murcus Numistius Fronton, hizo el CALCIDICA, cripta y el pórtico con su propio dinero y dedicó el mismo a la Concordia Augusta y pietas.
El Foro. Aquí se desarrollaba la vida comercial de Pompeya. Rectangular y rodeado en tres de sus lados por columnas y en la parte norte por el Templo de Júpiter.
Había una gran puerta de bronce para entrar y no estaban permitidos los carruajes. También servía como altavoz de la gente que vendía o se quejaba de algo.


Edificio Eumaquia, destinado al gremio de tintoreros, curtidores y lavanderos de lana. Tenían a la entrada unas vasijas para que la gente que entrara orinara en ellas desde una escalera. Esta costumbre tuvo como consecuencia que Vespasiano les cobrara el impuesto por la recogida de orina. Los tres gremios la utilizaban y era imprescindible en su trabajo. Se utilizaba incluso para blanquearse los dientes, aunque no fuera orina propia.
Y nosotros gastándonos las perras en dentistas.

Tiene una decoración preciosa de hojas de acanto y aves, pero está protegida.
Vista general del foro, con el Vesubio al fondo.
Parte este del foro.
Parte norte del foro. Templo de Júpiter, arcos triunfales y el Vesubio.
La Basílica, en la parte oeste del foro.
Los padres de Asier, posando delante de la Basílica.
En la parte oeste, entre el templo de Apolo y los graneros, en la pared, hay una celdilla con una mesa con huecos, que es la mesa ponderaria. Era un sistema de medidas de mercancías.
En la parte este del foro, Santuario de los lares públicos. Hornacinas con columnas y un altar para sacrificios en el centro.
Templo de Vespasiano, en la parte este del foro. Erigido como culto a su ingenio. En el centro, un altar para sacrificios y el hueco donde estaba la estatua del emperador.
El Macellum en la parte este del foro. Era el mercado y tenía una fuente donde se lavaba el pescado. A la izquierda se daban banquetes y en la rotonda había un estanque rodeado de doce columnas. Las tiendas estaban en la parte derecha.
Vista del foro desde un Arco Imperial.
Pasado el Arco Imperial, en la calle Mercurio, el Arco de Calígula, que antes tenía arriba una estatua ecuestre. A la derecha, el templo de la Fortuna.
La casa del Poeta Trájico, con el mosaico del perro. "Cuidado con el perro" "Cave Canen".
Entrada a las Termas del Foro.

La palestra de las termas.

Piscina fría. Frigidarium.
Gran brasero en el Tepidarium, la sala tibia.
La decoración es preciosa, con los casetones y los atlantes de terracota en el tepidarium.
Otra parte de la misma sala.

Caldarium.Sala caliente con una fuente central para lavarse la cara.

Al salir había una caupona. También se ofrecían otro tipo de servicios en estos sitios.
Como estos.
Estamos pasando por el lateral del templo de Júpiter, al lado de los graneros, hoy almacenes.

En los almacenes se pueden contemplar los cuerpos reconstruidos de hombres, mujeres, niños y perros. Con el tiempo, se quedó en la ceniza la oquedad de los cuerpos, que fueron inyectados de yeso para reconstruir las formas que tenían a la hora de su muerte.
Es muy impactante.
Unos murieron por axfisia y la mayoría quemados de forma instantánea.
La vista del perro es tan dramática como la de los humanos.
Muchos objetos de las casas.
Lo más importante se encuentra en el Museo de Nápoles, pero aquí hay también mucho para ver y desde luego para pensar.
La Basílica.Era la sede de la administración de justicia, y junto con el Foro constituía e edificio más importante de la ciudad. Tenía cinco puertas que abrían hacia el Foro, que daban paso a tres naves internas.
Lateral oeste del foro, con el templo de Apolo a la derecha.

Delante del templo de Apolo.


Templo de Apolo, con el reloj de sol a la izquierda, al lado de la columna.
Vamos saliendo de la ciudad. Hemos visto sólo una pequeña parte, pero no ha dado tiempo a más. De todas formas, hemos podido hacernos una idea de lo que significó y del resultado de la erupción del Vesubio.
Nos bajamos por Puerta Marina.


Bajando.

El la Plaza de Puerta Marina, muchos puestos, muchos limones............¡Qué rico el limoncello!
Fran con dos buenos ejemplares, jajajajaja....
En uno de los puestos compramos una caracola tallada, y luego vimos al artista en su taller.
Volvimos al barco y dejamos atrás la bahía de Nápoles. Aquí vemos Capri. Volveremos en otra ocasión.

Decimos adios al Vesubio.

Nos trajimos un montón de cuernos de la suerte. Se acabó subiendo el vendedor al autobús y nos colocó toda la mercancía.

Una excursión que no hay que perderse.