31 de enero de 2011
¿Diga?
Hoy era una mañana normal hasta que sóno el teléfono.
Yo._ ¿Si?
Otro._ Buenos días.
Y en esos momentos, reconozco la voz del que llama: un amigo de toda la vida. Que conste que soy muy buena reconociendo las voces por teléfono.
Y._ Hoooooola ¿Qué tal?
O._ ¿Está el Sr. Hidalgo?
Y._ ¿Qué pasa? ¿Yo no te sirvo? Jajajajajaja...
O._ ¿Es usted su mujer?
Y._ Pues no, qué quiere que le diga. Soy su sobrina, que es que mi marido me ha repudiao mu malamente y como mi padre no me quiere en su casa, mi tío me ha recogido y ahora vivo en la suya. Menos mal, porque así no me veo en la calle (yo, de cachondeo total).
Silencio sepulcral.
O._ Mire, yo pregunto por Don Antonio Hidalgo (seguía la voz exacta a la de mi amigo).
Y._ ¡Vale, vale! Y yo por Don Pepe Montenegro.
O._ ¿Pepe Montenegro?
Y._ Venga ya, cachondo, que te he conocido desde el primer momento. Mira que te gusta vacilar.
O._ ¿Pero usted es la mujer o la sobrina de Don Antonio?
Aquí empecé a notar que la voz no era tan exacta a la de mi amigo y me dio la risa tonta. No podía ni hablar. Además, miré el número y no era el de Pepe. Muerta de risa le pregunté:
Y._ ¿Pero usted quién es?
O._ Le llamo de la oficina de administración de locales y viviendas. Como su marido o su tío es el presidente, tengo que hablar con él.
Y._ Espere por favor que me reponga. ¿Usted no es Pepe?
O._ Yo soy Pedro.
Y._ Disculpe, pero es que me he confundido. Creía que era un amigo.
O._ El que creía que se había confundido era yo (pensaría que estaba llamando a Cienpozuelos)
Y._ De veras lo siento (no podía ni hablar de la risa que tenía). Mi marido está comprando una cosa y cuando venga yo le diré que lo llame. Le puede contar siquiere lo que ha pasado. Jajajajajajajajajaj...
O._ ¿De verdad que se lo puedo contar?
Y._ Por supuesto. (muerta de la risa de pensar en la cara que tendría el pobre hombre).
O._ Gracias, señora. Buenos días.
Y._ Buenos días y disculpe... jajajajajajajaj...
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Juro que la voz era la misma de mi amigo, hasta cierto punto de la conversación. Como es bromista y cuando llama siempre dice alguna tontería al principio, pues yo le he tomado la delantera, y por no fijarme en el número de teléfono a tiempo, he hecho el ridículo más espantoso, pero me lo he pasado en grande.
Moraleja: hay que mirar el número de la persona que llama.