2 de enero de 2011

Roma


Llegó una de las escalas más esperadas, aunque éramos conscientes de que en una visita de crucero nos iban a quedar muchísimas cosas sin ver, como así sucedió, pero fue el aperitivo a un próximo viaje, que si Dios quiere, no tardaremos en hacer.
Como la zona de atraques de cruceros está bastante lejos de la ciudad, hay autobuses gratuitos que dejan en la fortaleza de la foto. De aquí, si se va por libre se puede ir hasta la estación, y si se tiene visita concertada, es donde esperan las compañías. Nosotros íbamos con la agencia Enroma y teníamos ya allí nuestro autobús.

Cerca de la calle Traforo nos esperaba nuestra guía Luanna, que nos acompañó toda la jornada, enseñándonos todo lo que podía en tan poco tiempo. Pero estuvo bien. Empezamos por aquí a pie nuestro recorrido por la Ciudad Eterna. En esta calle ya vimos un escudo de la Loba Capitolina.
Y por la calle Stampería desembocamos casi sin darnos cuenta en la magnífica Fontana di Trevi. Sus aguas azules son casi irreales, y eso que es potable y por lo visto riquísima, pero con la cantidad de gente que había y amenazando lluvia, dejamos la degustación para otra ocasión. Está hecha en el muro trasero del Palacio Poli, y coincide con el sitio donde llegaba en la antigüedad el acueducto del Acqua Virgo. La escultura central representa al Dios Océano, flanqueado por dos tritones que personifican el mar bravo y el tranquilo.
Arriba el escudo papal y ambos lados, dos famas aladas con sus trompetas. Debajo, cuatro estatuas de las estaciones del año, como representación del ciclo de la vida.
Se narra que los soldados de Agripa, hallándose en el campo, en vía Colloantina, en busca de agua, encontraron a una muchacha virgen que les mostró el manantial , y el bajorrelieve de la derecha representa este hecho. El de la izquierda representa a Agripa explicando a Augusto el plan para traer este agua a Roma.
A la izquierda de Neptuno, la Abundancia y a la derecha, la Salud, cosas que traería esta fuente de agua.
Y en la foto, naturalmente, estamos echando la moneda por encima del hombro, cumpliendo el ritual para volver.
Aquí mismo empezó algo parecido al Diluvio Universal. Dios Santo, cuantísima agua nos cayó. A pasito ligero fuimos por la calla Muratte y la Pietra. Seguimos por la Plaza de la Pietra, donde nos encontramos con lo que queda del Templo de Adriano, hoy la Bolsa de Roma.

Camino al Panteón, había muchos sitios bonitos, pero la puñetera lluvia nos estorbó bastante.
Por la calle Pastini desembocamos en la Plaza Redonda, donde se encuentra el Panteón de Agripa. Hasta los burros iban tapados, los pobres.
Realmente el Panteón de Agripa fue destruído por un incendio en los 80 después de Cristo. Esta es una reconstrucción del tiempo de Adriano.
Es el más perfecto de los monumentos antiguos de Roma.
Se transformó en el templo de Santa María de los Mártires, y gracias a eso se debe su conservación, ya que aquí hay reyes y artistas enterrados.
El techo estaba revestido de bronce, parte del cual se utilizó para el baldaquino del Vaticano.
Mide lo mismo de alto que de ancho: 43'5 metros.
La claraboya está abierta, cosa que me chocó bastante, porque llovía adentro igual que afuera, pero los suelos de mármos estaban preciosos.
Otra vista del pórtico.
La magnífica cúpula, cuya abertura mide 8'30 metros de diámetro.
En las capillas se encuantran entre otras, las tumbas de Rafael y Víctor Manuel II
Detalle del techo del pórtico.
Entramos a la Plaza Navona, y enfrente tenemos la iglesia de Santa Inés, de Borromini.
Esta plaza era antiguamente el Estadio de Domiciano, con capacidad para 30.0000 personas. Hay tres fuentes: la del centro, es la de los Ríos, de Bernini, realizada para servir de base al obelisco egipcio que trajeron hasta aquí desde el Circo de Magencio. los cuatro ríos son Ganges, Danubio, Nilo y Río de la Plata.
Otra vista de la fuente.
La Iglesia de Santa Inés, en el sitio en que sufrió la Santa el martirio. La expusieron desnuda, pero milagrosamente sus cabellos empezaron a alargarse, cubriéndola.
La fuente de los cuatro ríos, por detrás, con mi Antonio posando. Pobre. Parece que hago los viajes yo sola, de lo poco que sale, pero que quede constancia de que estaba allí. Una de las figuras, que representa al río Nilo, tiene una venda en los ojos, según dicen, para expresar Bernini así su rechazo a la iglesia de Santa Inés, obra de su mayor rival, Borromini, aunque se cree que lo hizo así porque en aquella época todavía se ignoraba el lugar donde tenía su origen.
Otra de las fuentes de la plaza.

Vino a recogernos el autobús y nos llevó hasta el Vaticano. Como siempre, las cosas me parecen mucho más grandes en las fotos que en la realidad.

Pasando bajo la doble columnata de Bernini.
Aquí, nuestra guía, explicándonos cosas antes de entrar en la Basílica de San Pedro. La fachada mide 115 metros de largo por 45 de alto y se encuentra coronada por las colosales estatuas de Cristo, los Apóstoles y San Juan Bautista, cada una de casi 6 metros de altura.
Tiene cinco puertas, que dan a las naves de la Basílica.

Un ¡Ohhhhhhhh! general. Maravillosa
Una explosión de color y de riqueza de materiales invade todo el recinto.
Mucho que fotografiar, para el poco tiempo que estuvimos.
Esta foto me gusta mucho.
Y aquí yo, para poder decir: "Estuve allí"
En la primera capilla, entrando a la derecha, está la Piedad, de Miguel Ángel, que la esculpió cuando sólo tenía 24 años, y que está firmada por él en el cinto que lleva la Virgen. Es una de las obras más bonitas que he visto en mi vida.

Y esta es la tumba de Juan Pablo II
Esto es muy curioso, porque es la medida que tienen las mayores catedrales del mundo, en comparación con esta. En Costa de Marfil creo que ya hay una más grande.
El Altar Mayor con el baldaquino de Bernini, hecho con bronce del Panteón y decorado con abejas, símbolo heráldico de la familia Barberini a la que pertenecía el Papa Urbano VIII bajo cuyo pontificado se construyó. Detrás se puede ver la Cátedra de San Pedro, obra maestra de Bernini.
La cúpula de Miguel Ángel.
Mide 136'57 metros hasta la cruz externa. Es la más alta del mundo. Tiene un diámetro de 41'47 metros.
Los arquitectos se basaron el del Panteón de Agripa y en la de la Catedral de Florencia para su construcción.
En el perímetro interior de la cúpula, con letras de dos metros de altura pone: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia. A ti te daré las llaves del reino de los cielos"
Bajo la linterna, con letras iguales pone: "Para la gloria de San Pedro, Sixto V Papa, en el año 1590 y en el quinto año de su pontificado"
En latín, claro.
Ante la pila bautismal.
Cuando salimos del Templo, tuvimos ocasión de ver a la guardia suiza. Me encantan esos uniformes. Los diseñó Miguel Ángel, pero podrían ser perfectamente de Picasso.
Esta guardia es la encagada de la seguridad del Papa, porque antiguamente se pensaba que era la mejor.

Estaban en la entrada para que no se colara por aquí ningún turista.
Bueno, pues después de tantas cosas bonitas, el estómago empezaba a pedirnos algo de comer, y aquí, en la vía de la Conciliazione nos zampamos unas suculentas pizzas. Estaban riquísimas.
Luego esperamos enfrente al autobús que nos iba a conducir al Coliseo.
Probablemente habríamos tenido tiempo de ver más cosas si no hubiéramos entrado, pero creo que mereció la pena hacerlo.
Al irnos, pasamos en autobús por el Puente de Sant'Ángelo, con el castillo al fondo. Se hizo como mausoleo de Adriano, después fue cárcel y luego fue utilizado por los papas como fortaleza. Tenía un pasadizo que lo comunicaba con el Vaticano.


También en el autobús pudimos ver el monumento a Vittorio Emanuele II, conmemorativo de la unidad italiana. A mí no me gustó nada. Creo que desvía mucho la atención de las cosas antiguas que tiene por alrededor. Vamos, que lo vi como un pegote. Le llaman la tarta, porque parece un merengue.
Y aquí estamos ya frente al Coliseo, en el Arco de Constantino, erigido en conmemoración de la victoria sobre Magencio.
En un pequeño valle entre las colinas del Palatino, Celio y Esquilino, Nerón había construído un lujoso palacio privado, la Domus Aurea, frente a una estatua del emperador de 36 metros de altura, y un lago artificial. El Coliseo ocupa el lugar del lago, y se llama así por la estatua de Nerón (Coloso).

Enfrente, el templo de Venus y Roma, cuyos ábsides se daban la espalda. Los restos del que mira al Coliseo es la cella de Venus
"Yo estuve aquí" ¿Y mi Antonio? Qué delgada me ha sacado.
El perímetro exterior es de más de quinientos metros, y aparece decorado con tres arquerías de órdenes superpuestos. Cuenta con 80 puertas por donde accedían los 50.000 espectadores.
La entrada por los corredores interiores. La estructura interna estaba realizada a base de galerías. La entrada era gratis, pero según el rango, ocupaban mejor o peor sitio. ¡Como siempre!
Cuando se inauguró duraron las fiestas 100 días.
Y aquí tenemos ya esta maravilla a nuestra vista. Su nombre, el Anfiteatro Flavio.
Fue un derroche de decoración, que sirvió para otras edificaciones, y sobre todo para cantera durante la edad media.
Solía estar descubierto, pero cuando llovía o hacía mucho calor, estaba protegido por una lona inmensa, que maniobraban marineros. Ver abajo la reconstrucción.
Los espectáculos eran realmente tremendos. A su interior se traían animales de todas las partes del mundo conocido: desde leones y elefantes hasta hipopótamos y jirafas. Estos animales aparecían y desaparecían del foso mediante trampillas, desde un complejo sistema de jaulas y pasadizos que originariamente estaría situado baja la arena y que actualmente se halla al descubierto. El espectáculo preferido por los romanos eran las luchas entre Gladiadores, aunque había también desfiles de tropas, exhibiciones de armas, etc.
Benedicto XIV consagró el Anfiteatro con la devoción de Via Crucis, levantando una cruz sobre aquel terreno que había unido a muchos mártires que murieron por profesar la fe cristiana.
El Coliseo consta de cuatro pisos, es de forma elíptica, midiendo en su parte más larga 187 metros y en su parte más corta155.
¡Anda! Pues también estuvo mi Antonio.
Unos amigos: Juan Fran y Paula.
Reconstrucción del Coliseo, gracias a "Mi Moleskine arquitectónico". Tiene hecho un trabajo magnífico sobre este monumento. Os aconsejo visitar su sitio para ampliar información.

Recreación de la lona que se ponía cuando el tiempo lo aconsejaba. También del mismo autor que la foto anterior.
Mi Antonio y yo ¡Ahora sí! con el Arco de Constantino al fondo.
Desde aquí se ve muy bien.
Frente al Coliseo, los templos de Venus y Roma, en la via de los Foros Imperiales.
Unos amigos.
Más amigos.
¿A quién mandan Irene y Juan al foso de los leones?
La foto de todo el grupo. Para recordar siempre a las buenas personas con las que convivimos durante una semana.¡¡¡¡¡UN ABRAZO A TODOS, GUAPOSSSSSSSSSSSSS!!!!!!


Bueno, pues regresamos en el autobús al barco, con la sensación de haber visto mucho, pero también de lo muchísimo que nos quedaba por ver. Volveremos.
He utilizado algunos datos de las guías de José Luis Cerdá.