Florencia, la ciudad del lirio, es la capital de la Toscana. En el año 59 a.C se fundó como ciudad romana con el trazado típico cuadrado en sus calles. La ocuparon los bárbaros, los bizantinos, los godos, los lombardos..................Pasa por diversas guerras, por choques entre poderosos partidos (los que estaban a favor de los papas o el de los emperadores germánicos), y comienza a destacar en el campo de las artes y la literatura.
En el siglo XV continuó expandiéndose y llegó a ser la cuna de la cultura europea.
Familias poderosas se disputaban el control de la ciudad, pero una por encima de todas ellas logró su objetivo: los Médicis, familia de banqueros, cuyo fundador Cosme I elevó la ciudad a lo más alto del Humanismo y del Renacimiento, siendo mecenas de los más afamados artistas florentinos.
En esta época vivieron Leonardo da Vinci y Miguel Ángel.
En el siglo XIX el gran ducado de Toscana fue anexionado a Italia y la ciudad fue, por un corto espacio de tiempo, la capital de la nación.
Tiene aproximadamente un millón y medio de habitantes y fue declarada en 1982 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La baña el río Arno, aunque casi toda la ciudad se halla en la margen derecha.
Es una ciudad impactante por la cantidad de palacios y monumentos que se pueden ver en plena calle, pero ojo que no se os ocurra sentaros a los pies de alguno que pueden multaros.
Florencia hay que contemplarla sin prisas, disfrutarla y por supuesto es obligado entrar en sus palacios y museos.
Comenzamos nuestra visita en el mirador de la Piazza Michenangelo, donde se puede disfrutar de las mejores vistas de Florencia. Hay un conjunto escultórico en bronce con el David de Miguel Ángel en el centro, y cuatro estatuas alegóricas de las tumbas de los Médicis en la Basílica de San Lorenzo.
Esta es la foto más descriptiva de las que sacamos, y aunque venga con señorita oriental incluída, pues la pongo y un saludo para ella. A la derecha se ve la Santa Croce y delante la Biblioteca Nacional. Detrás destaca la cúpula de la catedral con el campanario, y delante la torre del Museo Bargello y la torre de la Badía enfrente. La otra torre de la izquierda es la del Palacio Veccio. Delante se puede ver la Cámara de Comercio (edificio de columnas), la parte de la Galería Uffizi que da al río, el Corredor Vasariano y el Ponte Vecchio.
Después de hacernos un montón de fotos, volvimos a autobús y entramos a la ciudad por el Ponte Allegra. Al bajar en el puente nos esperaba Franccesca, nuestra guía, con el símbolo de Florencia (el lirio) a modo de señuelo para no perdernos. Torcimos por Borgo Sta. Croce y llegamos a una Oficina de Turismo donde aprovechamos para entrar a los aseos y quedarnos ya tranquilamente disfrutando de la ciudad. Hay que reconocer que a la fachada le faltaba una mano.
A la salida de la calle nos encontramos con esta preciosidad de Iglesia: La Santa Croce, en la plaza del mismo nombre, donde según nos contó Franccesca se originó el fútbol, y en junio, el día de San Juan, se celebra un partido (creo recordar 20 jugadores por equipo), todos vestidos con trajes de época.
La basílica es una de las más grandes de Florencia, contiene grandes obras de arte (el interior lo dejaremos para un viaje más sosegado), y aquí están enterrados grandes hombres como Dante, de quien es la estatua de la izquierda, o Miguel Ángel.
En la plaza existe algo curioso: la ciudad se ha inundado varias veces, pero la vez que más alta llegó el agua fue en 1966, y sobre una puerta está el dato.
Seguimos por Borgo de Greci, y en una bocacalle a la derecha se podía ver la Plaza Firenze, con el Palacio Firenze y a la izquierda se ve la torre del Museo Bargello, donde hay magníficas esculturas.
Siguiendo por Borgo de Greci se pueden ver las fachadas renacentistas con los típicos almohadillados.
Aquí está la Plaza.
Delante del Palacio Viejo, la fuente de Neptuno.
Otra perspectiva de la plaza, con la estatua ecuestre de Cosme I de Médicis a la izquierda.
La Loggia dei Lanzi, en otro lado de la Plaza de la Señoria. A la izquierda, el Perseo, de Bembenuto Cellini y a la derecha, El Rapto de las Sabinas, de Juan de Bolonia. Y por enmedio, Almudena y Dani, la guía, yo...................
De la Plaza de la Señoria pasamos a la Galeria de los Oficios (Uffizi), donde como es lógico no pudimos entrar por falta de tiempo, pero desde donde mandé un recuerdo con toda mi alma a una de las obras de arte más bonitas que existen en el mundo: El Matrimonio Arnolfini.
Mi Antonio haciendo una foto en la plaza Uffizi.
A la salida de la Galería llegamos al río Arno y pasamos por los arcos inferiores del Corredor para llegar al Ponte Vecchio.
Y ya estamos en el Ponte Vecchio. Es el único que sobrevivió a las bombas alemanas. Tiene tres arcadas centrales y a un lado y otro hay pequeñas casitas, ahora tiendas de orfebres la mayoría.
En el centro hay un ensanche que permite tomar fotos preciosas. No hay que perder de vista el Corredor, utilizado por Cosme I para poder atravesar el puente sin ser molestado por gente ni olores.
Franccesca explicándonos los pormenores del lugar donde nos encontrábamos.
Desde el puente, a la izquierda, la Galería Uffizi y el Corredor. Para llegar al puente pasamos bajo esos arcos.
Otra foto del puente. Tiene mucho encanto tanto la arquitectura como el colorido.
En el centro del puente, hay una estatua de Bembenuto Cellini.Aquí la señora Varech para la posteridad.
Casi todas las tiendas son joyerías.
Bueno, pues dejamos el Ponte Veccio (qué lío, lo mismo pongo los nombres en español que en italiano, jejejejeje.....) y nos dirigimos por la calle de Santa María hacia el Mercado del Porcellino. Aquí se venden muchas cosas de piel y hay algo que le da el nombre.
Este jabalí, que si le tocas el hocico vuelves a Florencia y si le echas una moneda y cae en las rendijas, se te cumplirá un deseo. Tiene el pobre el hocico con brillo, de tanto restregón.
Y seguimos adelante por Via Calimalia dejando atras el mercado. Franccesca sabía mucho sobre la ciudad y además nos llevaba a toda prisa para poder enseñarnos lo máximo posible dado el poco tiempo de que disponíamos. ¡Qué grupo tan majo de gente!
Pasamos por la Plaza de la República, lo que fue el centro de la ciudad y donde estaba el Foro Romano. La plaza está dedicada a Victor Manuel II.
Desde allí fuimos por Via Roma hasta la Plaza de San Juan donde se encuentra la Catedral de Florencia, Santa María del Fiore. Al volver la calle estrecha, la vista del monumental conjunto deja sin palabras.
Santa María del Fiore, hecha con tres tipos de mármoles: blanco de Carrara, verde de Prato y rosa de la Marisma. Si tenemos en cuenta que los cortaban a mano, podemos hacernos una idea del inmenso mérito que tiene esta construcción, además de su belleza. Sobre las tres puertas principales se encuentran en color, las historias de María. Daría por sí sola esta catedral para una entrada del blog, pero como volveré algún día a Florencia, entonces la pondré. Mientras, hay que disfrutar con este regalo para la vista.
A la derecha, el campanario de Giotto.
Aquí estamos varios del grupo haciendo fotos como locos. Por cierto, en la esquina, enfrente, en ese pórtico que se ve, estaba antiguamente la Misericordia, donde dejaban a los niños abandonados.
El Baptisterio, con la Puerta del Paraíso al frente. Edificio octogonal que servía para bautizar a los fieles. Tiene ocho lados por los ocho días que Cristo tardó en resucitar. En el bautismo se dice que los que hayan recibido este sacramento también resucitarán. Sobre la puerta de oro, un conjunto escultórico con el bautismo de Jesús.
Interior de la catedral. En el suelo se puede ver el dibujo que semeja una cúpula invertida.
La Puerta del Paraíso, de Ghiberti, con escenas del Antiguo Testamento.
El reloj que está encima de la puerta mayor de la catedral. En las esquinas los retratos de los Evangelistas pintados al fresco por Paolo Ucello. Este litúrgico reloj con una sola aguja muestra las 24 horas del horario italiano, que termina con el ocaso a las 24 horas. Este horario fue usado hasta el siglo XVIII. Es uno de los pocos relojes de aquel tiempo que todavía existen y funcionan.
La cúpula. Construída por Brunellesch. Una doble bóveda con cámara interior, con un diámetro de 45'52 metros y una altura de 91 metros. Construirla sobre un tambor octogonal, en la superficie, con las nervaduras encadenadas y los ladrillos colocados en espinapez le facilitaron bastante la colocación, que supuso entonces todo un acontecimiento arquitectónico. Se emplearon cuatro millones de ladrillos. Los frescos son de Vasari y Zuccari.
Y cuando salimos de la catedral empezó a llover como si no lo hubiera hecho nunca...................¡Vaya chaparrón! Como era la hora de comer nos compramos algo en esta pizzería (gracias Rubén por las cervezas), y entre eso y algo que llevábamos del barco, pudimos comer en la plaza, refugiados bajo unos plásticos de un bar. Naturalmente esta foto no es de ese momento, pero sirve para recordar, que siempre es bueno. Juan, la que nos cayó. Aquí nos abandonó ya Franccesca y nosotros seguimos hacia el autobús por la calle Cerretani, la que sigue a la izquierda.
¡Casi se me olvida! Yo creía que la cosa era de coña y que alguien había pintado a ese hombrecillo en la señal de tráfico, pero no, es que son así, y en Roma lo mismo. Me resultó muy graciosa y por eso la fotografié.Ya empezó a mejorar el tiempo y hacía muchísimo calor. Juan y Paula nos invitaron a un helado riquísimo, aquí, en la tienda del toldo verde. Ya estábamos a punto de decirle adios a Florencia. Al fondo se divisaba Santa María Novella, y detrás estaba ya la estación donde habíamos quedado con el conductor del autobús para que nos llevara a Pisa.
Fue una excursión preciosa. Muy poco tiempo para tantas cosas que ver, pero servirá para que en un futuro cercano mi Antonio y yo nos dejemos caer por allí unos días.