31 de octubre de 2009
No me gusta Halloween
Pues no.....................¿Para qué negarlo? Es una fiesta a la que no le encuentro ni pizca de gracia, por mucho que se empeñen cada año en metérmela por las narices. ¡NO ME GUSTA!
Me vienen a la cabeza los conocidos que tengo con fallecimientos recientes en la familia, y creo que el día de mañana tampoco les va a gustar a ellos ver por la calle un montón de gente disfrazada de muertos, pero de risa.
Sangre, cadáveres, palidez, esqueletos, ojeras................................hasta en las guarderías se ha celebrado hoy este día con los niños vestidos acorde con la fiesta.
Por encima de la diversión que pudiera encontrar en un festejo así, creo que primaría el respeto a las personas desaparecidas, y no pondría el dedo en las llagas que todavían están sin cicatrizar. Ojo, que no quiero decir que la gente se esté burlando de los muertos, pero es que como todo lo que importamos lo hacemos multiplicado por diez, también en ésto está pasando lo mismo y somos los más exagerados del mundo.
Mi opinión no le va a gustar a mucha gente, pero a mí tampoco me gusta salir a la calle y encontrarme "cadáveres" riendo y bebiendo, pero me aguanto porque no me queda otra.
Prefiero recordar a los muertos en esta fecha como eran en vida, llevarles una flores como se las llevaría a cualquier vivo el día de su Santo y pararme a pensar que el mañana no existe, ni tan siquiera el presente, y que por eso hay que vivir a tope sin dejar para mañana palabras que a lo mejor nunca serán ya dichas y hacer lo que nos ilusione sin esperar un tiempo que a lo mejor no llega.
No sé si ha quedado claro: ¡NO ME GUSTA HALLOWEEN!
29 de octubre de 2009
La Maison de Saint Vincent
En Argel había (y hay) una comunidad de religiosas agustinas que tenía su casa en el barrio de Bab el Oued, pero iban con mucha frecuencia a la Maison de Saint Vincent, que era una residencia eclesiástica, donde tenían lugar, entre otras cosas, diversos encuentros entre la comunidad católica de Argel.
Aquí estamos merendando una tarde. Se ve a mi niña pequeña agarrada a un árbol, feliz de corretear por allí.
A estas hermanas las conocimos a través del Padre Carmona, un sacerdote que con su ejemplo podría convencer al mismísimo diablo de que Dios existe. Este hombre era capaz de hacerse doscientos kilómetros nada más que para decir una misa, pero circulando por carreteras que de éso tenían sólo el nombre, porque realmente eran caminos de barro llenos de baches.
Con qué entusiasmo hablaba de las cosas en las que creía, pero sin rollos incomprensibles ni dogmas de fe, sino con el día a día de ayuda a todo el que le necesitara o no, y a mí me caló mucho este tipo de cristianismo más eficaz a mi entender que todo lo que me habían enseñado en mis tiempos de colegio de monjas.
Una tarde me preguntó si yo podría ayudarle a dar la catequesis a los niños que iban a comulgar ese año, entre ellos mis hijas, y de momento no supe qué decirle, pero él se adelantó a mis pensamientos y me dijo: "Si alguna vez tienes que explicarles algo de lo que tú no estés convencida, me lo dices y ese día estaré yo con ellos"
Y así lo hicimos, por lo cual cada jueves ( tengo que recordar que en los países islámicos es fiesta el jueves por la tarde y el viernes), hacía una pequeña ronda con el coche y me llevaba a los niños a la Maison de Saint Vincent, donde les daba la catequesis, además de pasar un rato muy agradable con las monjas que siempre andaban por allí.
A la hora del recreo me ayudaba con los niños Ester Paniagua, religiosa joven, cuya simpatía era de todos conocida, además de ser una gran trabajadora con las mujeres argelinas en la casa de Bab el Oued, y mientras los críos jugaban nosotras charlábamos y quedábamos para vernos otros días, porque allí, el trato que teníamos con las monjas era el mismo que con las seglares.
Bueno, pues esta religiosa, cuando yo ya estaba de vuelta en España, me enteré que fue una de las dos asesinadas por unos integristas argelinos, de un tiro en la cabeza.
Lo sentí muchísimo porque de pronto parecía como si se hubiera borrado de golpe parte de mi vida en Argel.
En alguna de las fotos que pongo, está ella, tan jovial como siempre.
Aparte de la catequesis, de vez en cuando venían el Obispo o el Cardenal y hacían una fiesta a la que nos invitaban, en la que disfrutaban nuestros hijos jugando por los jardines, o me llevaba la guitarra y cantábamos , o hacíamos grandes comidas o meriendas, ayudándonos estas celebraciones a pasar la estancia en Argel de forma más divertida y en buena compañía. Esta casa llegó a ser para nosotros un refugio donde siempre encontrábamos cariño y sonrisas sinceras.
Recuerdo una ocasión en la que se tuvo lugar allí una convención de católicos de distintos países residentes en la capital, y en el patio se celebró una fiesta, preparando cada país una actuación, contribuyendo de esta forma a cerrar de forma muy amena el encuentro, y yo, ni corta ni perezosa, representé a España con una canción de Roberto Carlos, en la que poco a poco iban saliendo niños de entre el público, hasta que vinieron todos hasta mí en el escenario. Hablaba la canción de la paz y fue muy emocionante cantarla con todos los críos.
He puesto algunas fotos de las cosas que he comentado, aunque la calidad de las mismas sea bastante mala, pero sobre todo quiero dejar constancia de la labor tan enorme que estas religiosas están desempeñando en Argel a favor de las mujeres argelinas, enseñándoles oficios para que puedan ganarse la vida, y alojando en su casa a muchas que no tienen techo, dándoles un plato de comida aunque se lo tengan que quitar de ellas. La verdadera razón de la religión la viví allí con ellas y con el sacerdote, porque no había lugar para discursos ni palabras grandilocuentes, sino para trabajar por todo el que necesitara de ellos.
Mi recuerdo especial para Ester allá donde se encuentre, y para el Padre Carmona y Ana.
Aquí estamos merendando una tarde. Se ve a mi niña pequeña agarrada a un árbol, feliz de corretear por allí.
Para variar, preparando una comida.
En la fiesta se me ve cantando con los críos. Otra de mis niñas, en este caso la mediana, a mi lado, con un jersey que le hice con un conejo ¡Qué tiempos!
Después de comer, cantando y pasándolo bien. Hay que pensar que en un país tan diferente del nuestro, la compañía de españoles en estas pequeñas celebraciones, nos cargaba las pilas.
En esta foto se ve a Ester Paniagua, a la derecha, sin toca, con el pelo corto y los brazos en jarras.
También a la derecha y al fondo del todo, con jersey amarillo, Ana, una religiosa compañera de fatigas y de algunas aventuras
La canción que cantamos fue ésta y en los la la la la... iban saliendo niños y uniéndose a mí en el escenario. Un poco ñoño, pero bonito porque a los críos les encantó.
LA GUERRA DE LOS NIÑOShttp://www.youtube.com/watch?v=rkG9sZGkH4c
27 de octubre de 2009
Indignación e impotencia
Ayer recibí una llamada de mi banco, advirtiéndome de un expediente de alerta, ya que en una tarjeta de crédito se habían producido ciertos movimientos anómalos, y como medida de seguridad me la bloquearon.
Como es de suponer me puse de los nervios, y toda la tarde y la noche estuve dándole vueltas al asunto, porque no tengo más de dos duros, y si me los quitan me quedo a verlas venir.
Repasé las tarjetas y efectivamente me faltaba una, que a Dios gracias era la Light, y tiene un límite de crédito, que yo había ya casi gastado.
Bueno, pues la choriza se fue primero al metro y sacó un bono de diez viajes, y enseguida, en el mismo sitio y a la misma hora, en un máquina de tarjetas, se gastó 53 euros.
Vive esta pseudo-choriza, que lo que es menester que se caiga por las escaleras del metro en uno de los viajes (se caerá, porque soy bruja), en Vallecas, y en la calle Buenos Aires, en una tienda de ropa compró por valor de 131 euros, y luego, en el estanco de al lado, intentó ni más ni menos que hacer una compra de 690 euros, que era imposible, porque no había saldo, volviendo a los dos minutos al mismo sitio a intentar comprar por valor de algo más de 300 euros, cosa que tampoco fue posible, y aquí la tarjeta ya se bloqueó.
¿Es que todavía hay establecimientos donde no se pide el carné al hacer una compra así?
Si yo tengo en la tarjeta puesto "pedir el carné" ¿Por qué no se pidió?
¿Si hay una concienciación bastante importante con este tema, cómo es que en el metro se pueden sacar abonos para toda la familia de forma fraudulenta?
Naturalmente, he dado con los establecimientos donde compró esta choriza, he llamado por teléfono, y me juran y perjuran que pidieron el carné, pero es que no solamente hay que pedirlo, sino también leer lo que pone. En este caso, es evidente que carné no había, porque lo tengo yo.
Naturalmente el tema está ya en manos de la policía, no ya por el dinero que me han quitado, que no ha sido mucho (jódete choriza, que me lo había gastado antes que tú), sino por la impotencia que siento, y que al menos me quede la pataleta.
Así pues, para terminar, espero que se caiga desde las escaleras más altas del metro y que la ropa le pinche y le encoja al primer lavado.
Yo empleé el dinero de esa tarjeta mucho mejor que ella.
26 de octubre de 2009
A petición de Gudea de Lagash
Hoy me ha llamado mi querida amiga, para rogarme, casi suplicarme, que pusiera algunas fotos más del cementerio de Lloret de Mar, y yo gustosamente voy a complacerla.
Nunca pensé que esas imágenes despertaran en ella tal raudal de sensibilidad.
Como dije en la entrada anterior, es un cementerio modernista, con unas esculturas fantásticas, capaces con sus rasgos, de comunicar una infinita tristeza.
Está abierto todo el día y la entrada es libre.
Sinceramente, es lo que más me ha gustado de Lloret de Mar, y si alguno se deja caer por allí, creo que no debería de perdérselo.
Tengo una pequeña anécdota: por la mañana, todos se preparaban para irse a la playa y bullía la entrada del hotel. Al no vernos con atuendo playero, alguien nos preguntó "¿A dónde váis vosotros?" y le contestamos "Al cementerio". La persona se quedó de pronto sin saber qué hacer y me dijo "Hija, es que tienes ahí algún familiar enterrado?" Yo no me podia contener la risa.
Bueno, lo dicho: Linda, disfrútalo.
23 de octubre de 2009
Viaje a la Costa Brava
En septiembre se celebró el encuentro anual que los que vivieron en la Colonia Española de Guinea Ecuatorial, organizan para que no se pierdan los muchísimos recuerdos que tienen de los años pasados allí.
Este año fue en la Costa Brava, que no conocía, y que para mí ha sido todo un descubrimiento; el hotel lo teníamos en Lloret de Mar, y de allí nos desplazábamos a los sitios que teníamos interés en ver, como Besalú, Figueras, Gerona, Cadaqués, Palamós y los pueblos de alrededor.
Empezaré por Lloret de Mar, que es una típica ciudad turística, con playa, más playa y más playa, tiendas, más tiendas y más tiendas, y guiris, más guiris y más guiris, o sea como puedan ser tropecientas mil en España... pero... tenía una cosa preciosísima: el cementerio modernista, con unos hypogeos que parecían palacetes, muy en el tipo Gaudí.
Otra cosa que también me gustó fue el Museo del Mar, situado en el Paseo Marítimo y ubicado en una antigua casa colonial de una familia catalana. Lo mejor, sin dudarlo, la casa.
Un día lo pasamos en Gerona, que me dejó boquiabierta de la solera que tienen sus calles, la vista de las casas colgadas en el río, su Catedral y el barrio judío. Los baños árabes nos gustaron mucho.
Otro fuimos a Cadaqués, pueblo precioso e idóneo para pintarlo, y de hecho en cierta ocasión le pinté a mi suegra un cuadro y no sabía de dónde era la foto que utilicé. Ahora puedo asegurar que era esta bellísima ciudad tan vinculada a Dalí, que supo esconderse muy requetebién aquí, porque para llegar hay que pasar todas las montañas del mundo mundial, con unas vistas preciosas de Rosas, pero con los cataplines en la garganta por la altura.
Comimos a pie de playa el picnic que nos pusieron en el hotel, muy mejorable y nos tomamos un café en el paseo.
De Dalí vimos también la casa, aunque por fuera, en Port Lligat. Fue una penita porque había que sacar con antelación las entradas, y haciéndolo allí nos las daban con un tiempo de espera muy largo. ¡Ah! Como todo el mundo, me compré allí una camiseta: "Mujer en la ventana". Pero el trasero de la mujer me pilla justo en la tripa y parece que tenga un bulto. Ilusión óptica, sí, pero fastida.
Por la tarde partimos hacia Besalú, pueblo medieval muy bien conservado y que me habían aconsejado ver por ser algo muy curioso. Lo de las sillas en las paredes era la primera vez que lo veía.
En otra ocasión fuimos con el grupo a Figueras a ver el Teatro Museo Dalí, que ya me rompió todos los esquemas. Qué derroche de imaginación, qué arte y qué pasada de sitio.
También fuimos en las barcas que hacen los trayectos cortos entre las distintas ciudades, para poder observar toda la grandiosidad de las rocas, metiéndose en el mar en picado. Lo único que no me gustaba fue que en toda esta zona la arena está muy alta, y hay un declive hacia el mar, con lo cual, a un metro ya cubre el agua, pero las playas son preciosas, y merece la pena ver las calas con esos colores de agua casi imposibles.
El tiempo amenazaba agua a manta, pero tuvimos mucha suerte y al final llovió sólo un día, pero estábamos en el hotel.
Ésta es la playa principal de Lloret de Mar, con su castillo al fondo, que es una residencia privada.
La arena era como de piedrecitas y no me gustaba mucho, aparte de que nada más entrar en el mar, ya cubría el agua.
Foto para los amigos en un marco bonito.
Aquí estoy a la entrada de los jardines de Santa Clotilde, que llegué tarde y no pude entrar.
Parroquia de Lloret. Capilla del Santísimo, de Arte Moderno Catalán. Es espectacular por su colorido y sus formas.
Cementerio. Hypogeo muy gaudiniano.
Mujer rodeada de rosas.
Otra tumba espectacular.
Angel orando.
Calle del cementerio, con las capillas del mismo tipo.
Otro muy grande y precioso.
Aquí estoy en el Museo del Mar, de Lloret y esta salita estaba decorada tipo colonial. Me gustó tanto, que no pude resistir el sentarme para hacerme una foto, pero justo en ese momento, la botella de agua que llevaba en el bolsillo se me cayó al suelo y estropeó bastante la foto.
Grupo de amigos a la puerta del hotel.
Iglesia de San Pedro, en Besalú.
Judería de Besalú.
Otra de las calles del barrio judío.
Iglesia de San Vicente, en Besalú. Sobrecoge la desnudez de sus muros.
Puente antiguo de Besalú.
En la judería encontramos esta sillita tan apañá.
Pues éstas, en la pared tampoco se veían muy cómodas.
Más calles de esta ciudad medieval, que se conserva muy bien.
Un diez al fotógrafo, por esta puerta.
Y estamos en Port Lligat, lugar que fue residencia de Dalí. Ésta era su casa.
En Port Lligat, el arte y el color saltan en cualquier rincón.
Esta especie de mero tampoco estaba mal para hacerme la foto de rigor.
Y aquí ya con la camiseta que me compré, remojándome los pies en la playa de este puertecito, para ver si se me pegaba algo de la genialidad del pintor. Pero parece que no.
Bueno, pues después de tropecientas curvas y de unos barrancos de vértigo, llegamos a Cadaqués, pueblecito preciosísimo, con una luz especial, y eso que el día no era muy luminoso.
Fijaos qué color tiene el agua.
Vista del pueblo.
El agua era una maravilla digna de ser fotografiada muchas veces.
Otra vista.
Justo debajo de esos árboles comimos. Arriba, la Iglesia de Santa María.
Ya estamos en Gerona, y ésta es su imponente Catedral, con una única nave, la más grande del gótico europeo. Nos colamos en el interior aprovechando una boda, aunque dábamos el cante con la indumentaria tan diferente de los invitados y la nuestra, pero c'est la vie. Tenía una escalinata para aburrirse de subir y bajar.
Los baños árabes eran magníficos y al tiempo vimos una exposición de arte en hierro. Esta sala era la caliente y en el centro estaba esta pileta de agua. Las columnas sobresalian exteriormente a través del tejado y servía de lucernario.
Otra de las salas de los baños.
Vista de Gerona desde el río, con la Catedral y la Iglesia de San Feliú.
También aquí hay una judería, que es una de las cosas más interesantes que visitar en Gerona.
Otra calle del barrio judío, o Call.
Más.
Y ahora estamos en Palamós, gracias a la invitación de unos amigos: Angélica y José Antonio, ambos encantadores, los cuales nos llevaron a su casa donde degustamos un caviar DE VERDAD, que quitaba el sentido, las penas y el habla. Ser rusa tiene esa ventaja
En esta foto estoy con otra amiga en el Museo de la Pesca.
El faro de Palamós.
El puerto tiene una actividad pesquera increíble. Esa tarde había dos cruceros.
Angélica y José Antonio nos invitaron a comer un arroz riquísimo.
En esta parte de la Lonja se subasta el pescado y asistimos en vivo y en directo, que yo no había visto nunca algo así. La preciada gamba, tenía un precio de ochenta euros el kilo.
En una plaza de Palamós, le fui infiel a mi Antonio, pero no me hizo ni puñetero caso.
Vista nocturna del puerto, con uno de los cruceros zarpando.
Esta foto pertenece a la excursión en barca que realizamos para visitar Tossa de Mar. Me impresionó mucho ver cómo las piedras llegan hasta la misma agua.
En el barco, heladitos de frío, ya que nos recogieron a las nueve de la mañana. Menos mal que Julia me dejó un pañuelo para taparme al menos el cuello.
Vista desde el barco de una calita en Tossa, con la fortaleza al fondo.
Las murallas.
Esta fachada me encantó, porque las terrazas parecían jardineras. Aquí está el Club Náutico de Tossa.
Iglesia de San Vicente.
Callejuela de Tossa.
Aquí estoy con dos buenas amigas que conocí en la quedada: Julia y Belén.
Antonio dominando el Mediterráneo, con la torre vigía al fondo, y el cañón a mano por si hiciera falta.
Playa de Tossa, con las barcas que hacen el trayecto entre los pueblos costeros.
Y ésto es todo. Bueno... todo no. Me falta lo más importante, pero le voy a dar una entrada para él solito: el Museo Teatro Dalí.
Este año fue en la Costa Brava, que no conocía, y que para mí ha sido todo un descubrimiento; el hotel lo teníamos en Lloret de Mar, y de allí nos desplazábamos a los sitios que teníamos interés en ver, como Besalú, Figueras, Gerona, Cadaqués, Palamós y los pueblos de alrededor.
Empezaré por Lloret de Mar, que es una típica ciudad turística, con playa, más playa y más playa, tiendas, más tiendas y más tiendas, y guiris, más guiris y más guiris, o sea como puedan ser tropecientas mil en España... pero... tenía una cosa preciosísima: el cementerio modernista, con unos hypogeos que parecían palacetes, muy en el tipo Gaudí.
Otra cosa que también me gustó fue el Museo del Mar, situado en el Paseo Marítimo y ubicado en una antigua casa colonial de una familia catalana. Lo mejor, sin dudarlo, la casa.
Un día lo pasamos en Gerona, que me dejó boquiabierta de la solera que tienen sus calles, la vista de las casas colgadas en el río, su Catedral y el barrio judío. Los baños árabes nos gustaron mucho.
Otro fuimos a Cadaqués, pueblo precioso e idóneo para pintarlo, y de hecho en cierta ocasión le pinté a mi suegra un cuadro y no sabía de dónde era la foto que utilicé. Ahora puedo asegurar que era esta bellísima ciudad tan vinculada a Dalí, que supo esconderse muy requetebién aquí, porque para llegar hay que pasar todas las montañas del mundo mundial, con unas vistas preciosas de Rosas, pero con los cataplines en la garganta por la altura.
Comimos a pie de playa el picnic que nos pusieron en el hotel, muy mejorable y nos tomamos un café en el paseo.
De Dalí vimos también la casa, aunque por fuera, en Port Lligat. Fue una penita porque había que sacar con antelación las entradas, y haciéndolo allí nos las daban con un tiempo de espera muy largo. ¡Ah! Como todo el mundo, me compré allí una camiseta: "Mujer en la ventana". Pero el trasero de la mujer me pilla justo en la tripa y parece que tenga un bulto. Ilusión óptica, sí, pero fastida.
Por la tarde partimos hacia Besalú, pueblo medieval muy bien conservado y que me habían aconsejado ver por ser algo muy curioso. Lo de las sillas en las paredes era la primera vez que lo veía.
En otra ocasión fuimos con el grupo a Figueras a ver el Teatro Museo Dalí, que ya me rompió todos los esquemas. Qué derroche de imaginación, qué arte y qué pasada de sitio.
También fuimos en las barcas que hacen los trayectos cortos entre las distintas ciudades, para poder observar toda la grandiosidad de las rocas, metiéndose en el mar en picado. Lo único que no me gustaba fue que en toda esta zona la arena está muy alta, y hay un declive hacia el mar, con lo cual, a un metro ya cubre el agua, pero las playas son preciosas, y merece la pena ver las calas con esos colores de agua casi imposibles.
El tiempo amenazaba agua a manta, pero tuvimos mucha suerte y al final llovió sólo un día, pero estábamos en el hotel.
Ésta es la playa principal de Lloret de Mar, con su castillo al fondo, que es una residencia privada.
La arena era como de piedrecitas y no me gustaba mucho, aparte de que nada más entrar en el mar, ya cubría el agua.
Foto para los amigos en un marco bonito.
Aquí estoy a la entrada de los jardines de Santa Clotilde, que llegué tarde y no pude entrar.
Parroquia de Lloret. Capilla del Santísimo, de Arte Moderno Catalán. Es espectacular por su colorido y sus formas.
Cementerio. Hypogeo muy gaudiniano.
Mujer rodeada de rosas.
Otra tumba espectacular.
Angel orando.
Calle del cementerio, con las capillas del mismo tipo.
Otro muy grande y precioso.
Aquí estoy en el Museo del Mar, de Lloret y esta salita estaba decorada tipo colonial. Me gustó tanto, que no pude resistir el sentarme para hacerme una foto, pero justo en ese momento, la botella de agua que llevaba en el bolsillo se me cayó al suelo y estropeó bastante la foto.
Grupo de amigos a la puerta del hotel.
Iglesia de San Pedro, en Besalú.
Judería de Besalú.
Otra de las calles del barrio judío.
Iglesia de San Vicente, en Besalú. Sobrecoge la desnudez de sus muros.
Puente antiguo de Besalú.
En la judería encontramos esta sillita tan apañá.
Pues éstas, en la pared tampoco se veían muy cómodas.
Más calles de esta ciudad medieval, que se conserva muy bien.
Un diez al fotógrafo, por esta puerta.
Y estamos en Port Lligat, lugar que fue residencia de Dalí. Ésta era su casa.
En Port Lligat, el arte y el color saltan en cualquier rincón.
Esta especie de mero tampoco estaba mal para hacerme la foto de rigor.
Y aquí ya con la camiseta que me compré, remojándome los pies en la playa de este puertecito, para ver si se me pegaba algo de la genialidad del pintor. Pero parece que no.
Bueno, pues después de tropecientas curvas y de unos barrancos de vértigo, llegamos a Cadaqués, pueblecito preciosísimo, con una luz especial, y eso que el día no era muy luminoso.
Fijaos qué color tiene el agua.
Vista del pueblo.
El agua era una maravilla digna de ser fotografiada muchas veces.
Otra vista.
Justo debajo de esos árboles comimos. Arriba, la Iglesia de Santa María.
Ya estamos en Gerona, y ésta es su imponente Catedral, con una única nave, la más grande del gótico europeo. Nos colamos en el interior aprovechando una boda, aunque dábamos el cante con la indumentaria tan diferente de los invitados y la nuestra, pero c'est la vie. Tenía una escalinata para aburrirse de subir y bajar.
Los baños árabes eran magníficos y al tiempo vimos una exposición de arte en hierro. Esta sala era la caliente y en el centro estaba esta pileta de agua. Las columnas sobresalian exteriormente a través del tejado y servía de lucernario.
Otra de las salas de los baños.
Vista de Gerona desde el río, con la Catedral y la Iglesia de San Feliú.
También aquí hay una judería, que es una de las cosas más interesantes que visitar en Gerona.
Otra calle del barrio judío, o Call.
Más.
Y ahora estamos en Palamós, gracias a la invitación de unos amigos: Angélica y José Antonio, ambos encantadores, los cuales nos llevaron a su casa donde degustamos un caviar DE VERDAD, que quitaba el sentido, las penas y el habla. Ser rusa tiene esa ventaja
En esta foto estoy con otra amiga en el Museo de la Pesca.
El faro de Palamós.
El puerto tiene una actividad pesquera increíble. Esa tarde había dos cruceros.
Angélica y José Antonio nos invitaron a comer un arroz riquísimo.
En esta parte de la Lonja se subasta el pescado y asistimos en vivo y en directo, que yo no había visto nunca algo así. La preciada gamba, tenía un precio de ochenta euros el kilo.
En una plaza de Palamós, le fui infiel a mi Antonio, pero no me hizo ni puñetero caso.
Vista nocturna del puerto, con uno de los cruceros zarpando.
Esta foto pertenece a la excursión en barca que realizamos para visitar Tossa de Mar. Me impresionó mucho ver cómo las piedras llegan hasta la misma agua.
En el barco, heladitos de frío, ya que nos recogieron a las nueve de la mañana. Menos mal que Julia me dejó un pañuelo para taparme al menos el cuello.
Vista desde el barco de una calita en Tossa, con la fortaleza al fondo.
Las murallas.
Esta fachada me encantó, porque las terrazas parecían jardineras. Aquí está el Club Náutico de Tossa.
Iglesia de San Vicente.
Callejuela de Tossa.
Aquí estoy con dos buenas amigas que conocí en la quedada: Julia y Belén.
Antonio dominando el Mediterráneo, con la torre vigía al fondo, y el cañón a mano por si hiciera falta.
Playa de Tossa, con las barcas que hacen el trayecto entre los pueblos costeros.
Y ésto es todo. Bueno... todo no. Me falta lo más importante, pero le voy a dar una entrada para él solito: el Museo Teatro Dalí.