Bienvenidos a El mirlo de papel

Soy Varech y ando por la Red desde hace un tiempo, lo cual me produce a veces quebraderos de cabeza aunque la mayoría de las ocasiones me satisface.

28 de abril de 2011

Tarta de piña



Una tarta muy clásica de Thermomix, pero que se puede hacer perfectamente sin la máquina.
Es fresca, bonita, de sabor muy delicado, fácil y no muy dulce, ya que nada más que lleva 50 grs. de azúcar.

Ingredientes:

Bizcocho de tarta ( el que vienen cortados en tres planchas y que lo venden en el super).
Una tarrina de queso Filadelfia.
500 grs. de nata.
50 grs. de azúcar.
2 latas de piña de 1/2 kilo
Guindas en almíbar.

Preparación:
Poner en un bol el queso, el azúcar y la nata, y montar. Dividir la mezcla en dos partes y reservar.
Sin lavar el sitio donde hemos montado la nata, poner ahí las rodajas de piña escurridas, reservando ocho para adornar. Guardar el jugo. Con la batidora triturar la piña y reservar.
En un molde desmontable o un aro, poner una plancha del bizcocho y con ayuda de un pincel, calarlo. Ponemos ahora una de las partes de crema bien repartida por encima.
Otra plancha de bizcocho, y calar también. Ahora poner la piña que hemos triturado.
Ponemos la última plancha de bizcocho y rematamos con la otra parte de la crema, bien extendida, que quede lo más lisa posible.
La dejamos así unas horas en el frigorífico, la desmoldamos y con un tenedor le hacemos surcos en vertical y en horizontal (se aprecia bien en la foto).
Las rodajas las cortamos por la mitad y las pegamos bien por el borde. Es fácil que vengan justas, puesto que se pueden curvar a voluntad. Ponemos una cereza en cada hueco de la piña y ya está la tarta.
Hay quien mezcla licor con el jugo, pero a mí me gusta que sepa sólo a piña.
Es una tarta deliciosa.

25 de abril de 2011

¿RENFE ON LINE? NO, GRACIAS


Hoy estoy que me subo por las paredes. Vivimos en una sociedad que es de lo más perversa, y nos pasamos el tiempo guardándonos de las faenas que pueda hacernos el prójimo, que aún así nos las hace, como hemos sufrido en nuestras carnes estos días.
Ya sabéis que estoy por Torrevieja (mañana volveremos a Madrid), y por las mañanas mi marido se va siempre a dar una vuelta y se sienta por ahí a leer el periódico, mientras yo me quedo durmiendo hasta que me apetece, que para eso ando de vacaciones. Pues bien, se ve que se le cayó del bolsillo del pantalón el móvil cuando estuvo sentado, y por más que lo buscó en la Torre del Moro que fue donde lo perdió, no hubo nada que hacer. Un móvil bueno, que al tonto que lo robara no le sirvió de nada, ya que tenía la batería descargada y se bloquea. Cuando te roban el teléfono, aparte de la rabia y la impotencia, hay que tener en cuenta el follón que se organiza al perder todos los números y la posible información que pudiera haber dentro. ¡HIJOS DE SU MADRE!
Bueno, pues se compró otro y copió algunos de los que yo tenía, pero otros me temo que los ha perdido de forma irremediable.
¿Casualidad? ¿Coña marinera? Llamadlo como queráis, pero a los dos días, siguiendo la misma costumbre del paseito matinal, se encontró él uno en el mismo sitio donde le habían quitado el suyo, y tuvo la reacción normal: intentar llamar a uno de los teléfonos de la agenda para tranquilizarle y decirle que lo teníamos nosotros. Como no tenía saldo, hicimos tres llamadas desde mi propio teléfono, hasta quedar con el chaval, y mi marido se lo llevó personalmente.
Ya empiezo a dudar de si ésto es lo normal, o es que la gente honrada que quedamos somos una especie a extinguir.
Y ahora viene lo mejor: ayer estuve en el Club Náutico tomándome el aperitivo con unos amigos y decidimos ir luego a otro sitio a comer. Cuando estábamos comiendo me di cuenta de que me faltaba el móvil, y enseguida volvimos a preguntar si lo había devuelto alguien. ¡SE LO TRAGÓ LA TIERRA! Me lo había dejado en la mesa y no estaba ni se esperaba al que lo cogió.
Como el mío iba con la batería a tope, llamé a la compañía y anularon la tarjeta, pero ya le habría dado tiempo de sobra a ver los mensajes. Repasé mentalmente los pocos que tenía, puesto que hacía unos días los había eliminado, pero recordé que me habían mandado de Renfe por SMS la clave para recoger unos billetes de AVE ida y vuelta a Barcelona. Llamé a Renfe, y se descuelga la señorita que me atendió, con que si voy al tren y veo a alguien en mi asiento, ya sabré quién me robó el teléfono. ¡Qué gracioso el comentario! ¡Y qué estupidez más supina! Le sugiero cambiar el código y me contesta que es imposible, y que además, cualquiera sin identificarse, puede hacer uso de mis billetes marcando la clave. ¡Ah! ¿Pero no piden el carné de identidad? Señora, los billetes no son nominativos, y por lo tanto los puede utilizar cualquiera. ¿Entonces para qué porras me piden el nombre, la dirección, el DNI, el correo electrónico y el número de la tarjeta si ninguna de todas estas cosas sirve para que yo pueda demostrar que esos billetes son míos? Señora, ésto funciona así.
Pues nada, de ahora en adelante no volveré a comprar un billete de tren on line, habida cuenta de la inseguridad de que puede disfrutar el pobre hasta el momento de la salida.
Que no me digan a mí que con todos los datos que se dan para hacer la compra, es difícil en un caso como éste, saber a quién corresponde legalmente la reserva. Ni yo lo entiendo, ni seguramente lo entenderá nadie de los que esté leyendo esta entrada.
¿Qué ha pasado al final? Pues que he tenido que llamar a Madrid, y un familiar ha ido a toda leche a la estación, antes de que fuera el chorizo del móvil, y ha recogido mis billetes. ¡SIN NINGUNA IDENTIFICACIÓN¡
Parece mentira que sabiendo la delincuencia que hay, no se tome alguna medida para evitar que cosas así puedan pasar.
Si todo lo que se les ocurre es contestarme como lo hicieron, apañados vamos.

21 de abril de 2011

Para divertirme...monada

Estoy harta de viento, de agua, de nubes, de fresco... yo que venía preparada con bañadores, cremas y demás. ¡UN ASCO! Ayer me fui a la playa porque de vez en cuando salía un poquito el sol, y a la media hora de estar allí ya se crubrió el cielo y hacía hasta frío. Vamos, que el tiempo estaba para una sudadera, incluso cazadora, pero no para bikinis. ¿Qué pasa? Me tiene manía el tiempo, está claro. He leído los periódicos, he gastado ya dos Quiz, que ni ganas tengo de ver un crucigrama más, he hecho en el ordenador todos los solitarios del mundo y parece que esté de guardia en algunos foros de internet. Anoche, para divertirme un rato, me puse a hacer monas. Dejé la masa en el frigorífico, y esta mañana las he horneado. No sé cómo estarán, pero la pinta no la tienen mala. Me las llevaré esta noche a casa de unos amigos y las tomaremos con chocolate. Bueno, pues al menos me he distraido un rato. Y seguimos aquí en Torrevieja, con perspectivas de tiempo malísimas. Por cierto, un saludo a una torrevejense que me visita a menudo. Debe de estar igual de fastidiada que yo. Si os apetece hacer las monas, en el apartado de cocina está puesta la receta.

19 de abril de 2011

El Madrid de Carlos III

Era hijo de Felipe V y de Isabel de Farnesio. A la muerte de su hermanastro Fernando VI, le sucedió en el trono español, dando a su madre una de las mayores satisfacciones, ya que ésta deseaba poner al frente de la corona española, a un hijo suyo. A la sazón era rey de Nápoles.

En 1737 conoció a Mª Amalia de Sajonia y se casaron en 1738.

Disfrutó de una etapa de éxitos por el descubrimiento de las ruinas de Pompeya y Herculano, y por la victoria sobre las fuerzas austriacas, e hizo suyo el lema de los enciclopedistas: felicidad, igualdad y libertad.

Cuando llegó a España dejó atrás 25 años de intensa vida política y satisfacciones familiares. Dejó como rey de Nápoles a su hijo Fernando.

El 17 de octubre de1759 llegó a Barcelona con su mujer y sus asesores.

El 9 de diciembre entró en Madrid sin recibimiento oficial al Buen Retiro, por la puerta secundaria. Fue muy distinto de sus predecesores.

Lo que encontró al llegar le dejó estupefacto: una ciudad sucia y maloliente, llena de excrementos lodos y basuras.

Según Fernán Núñez:


"La villa tenía una porción de carros o cajones bajos, sin ruedas, que en lugar de ellas tenían unos maderos redondos, tirados por una mula, que dirigía el que iba de a pie, y así se iba arrastrando todo lo grueso de la inmundicia. Este paseo, que generalmente se hacía de noche, iba precedido por gentes con hachas, que marchaban delante, a los lados y detrás de los carros y enseguida de éstos venían muchos hombres en una fila, con escobas, que iban barriendo lo que ellos no podían arrastrar. Esta pestífera comitiva cuya fetidez, como puede creerse, se anunciaba desde muy lejos, se dirigía a a varias alcantarillas, sumideros grandes que había en varios puntos de la villa, cuyas casas inmediatas estaban infectadas de sus hálitos.
Si Don Quijote se hubiera encontrado de noche este pestífero y lúgubre acompañamiento, es probable creyese que todas las parcas del abismo venían a caer sobre él, y que hubiese ensuciado su lanza contra aquella inmunda comitiva para deshacer un entuerto que seguramente ya había ocasionado más de cuatro".
Este curioso procedimiento de limpieza había sido bautizado con el nombre de "la marea".

No tuvo en este tiempo contacto con la nobleza, por lo que causó el descontento entre los Grandes de España.

Isabel de Farnesio se llevaba bastante mal (ya vimos antes el carácter tan difícil de este personaje), con su nuera Mª Amalia de Sajonia, que por entonces enfermó.

Carlos III sentó unas bases de mando de estilo distinto; prescindió de colaboradores españoles y se trajo de Italia a Esquilache, Grimaldi y Sabatini. Hizo una política ilustrada de transformaciones. Mientras tanto se sentía muy triste por la enfermedad de su esposa.

El 27 de noviembre de 1760 muere Mª Amalia y Carlos III no se volvería a casar. Madrid era una corte triste, sin fiestas ni ópera, en suma una corte aburrida. La moral del palacio se volvió muy rígida.

Entró solemnemente en Madrid y Ventura Rodríguez dibujó los arcos y templetes de madera y estuco para el recibimiento, formando un gran escenario teatral. Fue la bienvenida oficial al primer monarca de la Ilustración. Abrió las puertas del palacio a la nobleza, desilusionada por su falta de comunicación.

Tuvo diferentes actuaciones en el plano internacional, y en el nacional mejoró bastante los servicios: se crearon canales de conducción y se hicieron alcantarillados. Se empedraron las calles y se pusieron farolas de aceite. En 1764, la mayor parte tenía iluminación, pero la noche madrileña era peligrosa por la escasez de luz. La vestimenta española, con sombrero y capa largase hizo peligrosa. Hubo un decreto de cambio en la forma de vestir: casaca capa corta y tricornio (traje militar de los Borbones).

En 1787 entró Floridablanca. El 71% de la población se dedicaba a las tareas del campo y el 12% eran fabricantes, artesanos y menestrales. Existía una gran desigualdad social y sólo la nobleza accedía a los cargos.

Campomanes promulgó la ley de la libertad del comercio del trigo. Subió el pan.

La Iglesia se sentía inquieta ante la Ilustración, y Carlos III prefería a los Franciscanos Descalzos, antes que a los Jesuitas, expulsando a éstos últimos de España y de las colonias españolas, el 27 de marzo de 1767

Los italianos que vinieron con el rey tuvieron una posición relevante, como Esquilache, ministro de la guerra y de hacienda, pero los madrileños le odiaban. Vivió rodeado de gran lujo en la Casa de las 7 chimeneas.

Al perder distintas posesiones en el Caribe, España sufrió un gran desastre económico y se esfumaron las reservas de oro de Fernando VI. Bajó el poder adquisitivo en toda Europa. En 1766, en Semana Santa, el pueblo estaba descontento, el clero no quería la Ilustración y los militares estaban maltrechos por las derrotas. En este clima se produjo el 23 de marzo el motín de Esquilache. El pueblo exigió que el rey saliera al balcón, pero no salió. Se desplegó la guardia valona y un sacerdote habló con Carlos III, pero éste partió para Aranjuez por una puerta trasetra, triste por el rechazo del pueblo, que le exigía: 1º El destierro de Esquilache. 2º Que no hubiesen ministros extranjeros. 3º Salida de la guardia valona. 4º Abolición de la Junta de Abastos. 5º Firma del rey en la Plaza Mayor.

Separó del poder a Esquilache, bajo el precio del pan, y retiró la guardia valona. Aranda presidió el primer Consejo de Castilla aplastó la revuelta.

Se hizo una política de acercamiento a los hombres de la Ilustración Española. Se logró un ejército permanente en la tradición borbónica.

Se creó la Sociedad Económica Amigos del País, y las tertulias. Nobles y clero formaban parte de las asociaciones (Sociedad Vascongada, Caballeritos de Azpeitia). Se recuperaron La Habana y Versalles y hubo buenas cosechas, lo que mejoró la economía de los más débiles.

Se hizo un plan para mejorar las vias de comunicación (sistema radial) de carreteras.

Hasta entonces, los tapices tenían temas construmbristas y a partir de ahora se eligen temas de actualidad. Entonces es cuando Goya alcanzó gran fama como cartonero, al representar escenas típicas de Madrid.

Hizo reformas en los palacios y se terminó la Puerta de Alcalá por el arquitecto Sabatini, en estilo barroco romano. Fue impulsor de la creación de jardines, pérgolas, etc. Acercó la naturaleza al viejo Madrid, siendo su obra urbanística más importante el Paseo del Prado, inspirado en el eje de la Caserta, con fuentes, cascadas y estanques. Quería que fuera el marco idóneo para los encuentros de la nobleza. Ventura Rodríguez ideó las fuentes a lo largo del paseo: dos en los extremos y una en el centro. La más cercana a Atocha, dedicada al dios Apolo y a las cuatro estaciones. La segunda dedicada a Neptuno, dios del Mar, la que tardó 10 años, y la tercera dedicada a Cibeles, diosa de la Tierra, hecha por Francisco Gutierrez y los leones de Roberto Michel.

Carlos III fue calificado como el mejor alcalde de Madrid. No era una lumbrera, pero comparado con los anteriores, la balanza se inclinaba a su favor.

Tomó algunas medidas: restricciones temporales del clero (separación iglesia-estado), y limitación de las explotaciones monacales. Ley de desamortización.

Recortó los poderes del Santo Oficio y logró eliminarlo.

Los hijos de los nobles accedían entonces a los puestos de sus padres y se llamaban masteristas. A partir de este momento los colegiales empezaron a acceder a estos cargos, arrebatándoles la posición.

Se organizaron en Madrid ordenanzas municipales por Teodoro Ardemans, arquitecto mayor del ayuntamiento.

Reformas de higiene y sanidad de la ciudad. Se hicieron en las casas pozos negros y se creó el sistema de recogida de basura.

Se pavimentaron las calles.

Se regularon las medidas entre aceras y calzadas.

Se creó el alumbrado público y se instalaron 4.408 farolas en Madrid

Se estableció un camino de postas

El decreto de Esquilache prohibió los juegos de azar, el uso de armas, el uso de sombreros chambergos y el uso de las capas largas. Se instauró la policia municipal para vigilar el cumplimiento de la orden de vestimentas. Allí habia también sastres para actuar "in situ".

Se impuso el servicio militar obligatorio (Quinta, viene de que en el censo de hombres sólo hacían la mili los que les tocaba el 5).

La bandera y el himno nacional son de este tiempo.

Se creó el Banco de San Carlos, futuro Banco de España y se emitió por primera vez papel-moneda.

Se renovó el armamento; Madrid quedó dividida militarmente en ocho cuarteles, y el territorio español en 31 provincias.

El Corregidor, figura que viene desde los Reyes Católicos, pasó a llamarse alcalde y adquirió ya una cierta autonomía municipal.

La nobleza era una nobleza asentista, que vivía de lo que producían sus tierras, su ganado, etc. No trabajaba y vivía de las rentas.

Se incrementó una desigualdad social muy fuerte y ésto repercutió en la economía española, que se retrasó con respecto a otros países. El salario de un jornalero era de 5 ó 6 reales diarios, y una libra de carne costaba 2 reales, y dos libras de pan, 2 reales.

Madrid tenía ahora 200.000 habitantes. Todo entraba y salía por las puertas de las murallas. En estas puertas estaba el puesto de la Junta de Abastos y del Peso y Repeso Real. Controlaban el peso de los productos y el precio, y equilibraban el abastecimiento de Madrid..

Se impulsaron las industrias manufactureras: las Reales Fábricas de Tapices, de Cristales, Porcelanas, Jabones, Lejías, Naipes, Tabacos, Platerías de impulso privado (Platerías Martínez).

Los gremios peligrosos se alejaron de la ciudad (cueros, forjas, etc.) Se situaban en Génova, Barquillo, etc. en el barrio de los chisperos (por lo de las chispas). Los alfareros también se fueron y estaban en la zona de Lavapiés. Existían entonces 100 gremios.

Era el tiempo del barroco: Hospicio de Madrid, actual Museo Municipal. Era un barroco castizo: Pedro de Ribera, Churriguera.

Se trajeron arquitectos extranjeros: Juvara, Sachetti, Sabatini (los tres intervieneron en el Palacio Real), que trajeron un estilo barroco clasicista italiano. Bonavía hizo San Miguel, y el Teatro de los Caños del Peral. Marquet hizo la Casa de Correos.

Sabatini fue el arquitecto favorito de Carlos III, y realizó varias obras en Madrid. Terminó el Palacio Real: la escalera de entrada, el ala de la calle Bailén y los jardines. La Puerta de Alcalá y la Plaza de Toros de Madrid y el Jardín Botánico, que murió antes de acabarlo y lo finalizó Villanueva.

Sabatini impuso unas normas urbanísticas: ejes de acceso que ordenaban la ciudad. Ejes con forma de tridente, y que al juntarse hacen forma de rombo, como el Paseo de las Acacias. Las urbanizaciones se hacía hacia el río.

Patrocinado por el Conde de Aranda, el arquitecto Ventura Rodríguez hizo el Salón de Prado, cerrado por una valla, para que pasearan las clases nobles, mientreas las clases populares lo hacían por fuera.

Se hizo el eje del Prado: Gabinete de Ciencias Naturales, Jardín Botánico, Observatorio , y el acondicionamiento de las puertas de acceso a la ciudad.

Madrid era una ciudad permanentemente en obras.

16 de abril de 2011

Comida con los amigos

Primer plano del cuscús. En la foto de abajo, Ángeles destapando la cuscusera, que la compramos cuando vivíamos en Argel. Como es tradición en nuestra casa, nuestros manteles son banderas con las servilletas a juego. En esta ocasión la de la Unión Europea.

Hoy ha sido un día estupendo y lo hemos pasado francamente bien, porque hemos estado acompañados de amigos y familiares, y nos hemos divertido y comido mucho. Quizás lo segundo demasiado, pero es que tenemos un buen saque y eso no se puede remediar.

Nos hemos juntado diez personas a los aperitivos y el cuscús, y trece a la tarta y los cafeses.

¿Os pongo los dientes largos? ¡¡¡¡¡¡¡¡Cuidado que se os va a caer la baba!!!!!!!!!

Rollitos de york y Filadelfia rellenos de ajetes crudos. Antes de decir que esa mezcla no os gusta, probadlos. Casan perfectamente.

Salmorejo, que a mi Antonio se le ha antojado y he hecho un poco para todos con huevo y jamón picados.

Y un descubrimiento riquísimo: cuando estuvimos en Bilbao, el guía que llevábamos pertenecía a una sociedad gastronómica y nos dió la receta de los "langostinos erizados": langostinos congelados o frescos, pelados dejando sólo la parte de la cola para poder agarrarlos; se salan, se pasan por harina y huevo batido, y ¡Tachán! se rebozan en fideos finos y se fríen. El resultado es espectacular de apariencia y fantástico de sabor. Cuando vuelva a hacerlos, los pondré en el apartado correspondiente.

Y luego el plato principal ha sido un cuscús argelino de cordero y verduras, que estaba estupendo. Tiene su trabajo, pero el resultado ha sido excelente. También pondré la receta.

Para postre hemos tomado una tarta celestial, que ha caído enterita. ¿Ya he dicho que tenemos buen comer?

Encima mis invitados se han turnado a fregar, porque en la playa no tengo lavaplatos, y se ha quedado todo recogido. Luego también nos ha dado tiempo a jugar una partida de chinchón.

Lo dicho: un día estupendo rodeados de gente más estupenda aún, y mañana hemos quedado casa de otra amiga a comernos lo que ha quedado y la velitreras que ha traído, porque sabe que me gustan. ¿Que qué son las velitreras? A ver si lo sabe san Google.

10 de abril de 2011

Días en Torrevieja

El domingo por la tarde recibimos una llamada que nos llenó de pena y nos trajo a la memoria con infinita nostalgia, momentos pasados. Había muerto la Chacha, la persona que entró en la casa con 14 años y que estuvo con nosotros hasta los 89. Naturalmente preparamos el equipaje y nos vinimos a Callosa para asistir a su entierro. Todo el viaje hablamos de ella, de cómo crió a dos generaciones y se quejaba de que no la dejaban continuar ya con los más pequeños de la familia. Fue una madre para todos y la recordaremos siempre con alegría, porque ella era una persona con un gran sentido del humor.
Cuando fuimos a verla, la acompañaban muchas personas a las que yo conocí siendo una niña, y que se acordaban perfectamente de mí, pero me hacía gracia porque todos me llamaban "Luisita". Ahora que la sociedad nos ha vuelto tan impersonales, encontrar a alguien que me llamaba por ese nombre, me devolvió a mi infancia.
Cuando era una adolescente tuve algunos problemas con eso, y me ha costado explicar muchas veces el por qué unas personas me llaman Luisita y otras Carmen. De cualquier modo me agradó y todavía es mucha gente, entre ellas mi propia hermana, que me llama así.
Y ya que estábamos aquí, decidimos quedarnos unos días por estas tierras descansando y disfrutando del buen tiempo que hace.
No hay mucha gente en Torrevieja todavía, y quizás por eso da gusto pasear por sus calles y bajar a la playa a tomar el sol un rato, sin las aglomeraciones de los meses de verano que a veces llegan a agobiarme. Me encuentro muy agusto ahora y voy a aprovechar la tranquilidad.
El miércoles estuvimos en Cartagena, y el fin de semana lo hemos pasado visitando a los amigos.
Mañana... ¡Quién sabe! Es lo bueno de estar jubilados. Decidimos y hacemos lo que nos apetezca en el momento.

Tarta David el Gnomo



La tarta de cumpleaños de mi nieta Marina fue, como ella quería, de David el gnomo. Es un bizcocho genovés relleno de chocolate y cubierto con nata de diferentes colores. La figura, como no nos gusta el fondant, la hice con plastilina comestible que compré en Imaginarium. Es un paquete con preparados para hacer masa de distintos colores, y se pueden formar como si fuera plastilina, todas las figuras que le dé a uno la imaginación. Luego se hornea y se termina de decorar si se quiere. Bueno, pues no se me ocurrirá volverla a comprar, porque resulta como una galleta durísima, que no hay quien se la coma, y además los colores van dejando y se ponen perdidos. Pensé en hacer figuritas para todos los niños del cumple y modelé caracoles, setas, tortugas, flores, arbolitos, abejas, mariposas...................pues después del trabajo que gasté las tiré a la basura para que los niños conservaran los dientes en su sitio, pero a mi nieta pequeña que todavía no tiene muelas le di una para que la chupara, y cuando nos dimos cuenta llevaba toda la cara verde. Se puede hacer plastilina comestible que no necesita hornear, pero es una especie de fondant de colores, excesivamente dulce para nuestro gusto. Con distintas mangas y boquillas hice el decorado y la figura la remarqué con icing de colores. Estaba muy buena, y lo más importante, le gustó a mi nieta que era de lo que se trataba.

6 de abril de 2011

Paseo por Cartagena


Como a mi Antonio le gustan tanto el mar, nos fuimos a Cartagena y allí pasamos un día estupendo en un ambiente marinero y señorial, que los dos adjetivos se pueden aplicar a esta preciosa ciudad del Mediterráneo Está resguardada al abrigo de su puerto natural, y con unos edificios modernistas y neoclásicos que causan la admiración de los visitantes que como yo, nos paseamos por sus calles deleitándonos con sus fachadas y sus monumentos. Me ha gustado mucho, y aunque ya la conocía, digamos que ahora la he disfrutado más, con menos prisas y recreándome. En sus astilleros se construyen barcos para la armada y tiene un teatro romano, que es el más grande después del de Mérida. Es una ciudad amurallada, con gran desnivel de altura en algunos puntos, que se solventan mediante escaleras o un ascensor. Nada más llegar paseamos por el puerto y en ese momento salía un catamarán para dar una vuelta, que naturalmente aprovechamos porque nos encanta navegar. Estuvo muy bien, aunque casi nos volamos del viento que hacía, pero fue muy agradable ver la ciudad desde el mar y pasar cerca de los barcos de guerra. A propósito de ésto, nos reímos un rato, porque la vuelta nos costó bastante barata, y encima nos sacaron un platito con frutos secos. Dijimos: "Pero qué amables". Mientras estuvimos atracados todo fue sin novedad, pero al salir empezó el viento, y yo le decía a Antonio: ¿Cómo se les ocurre sacar los panchitos en un platito de papel, si se va a volar todo? Los chavales de al lado estaban encantados comiéndoselos, y se levantaron para que les hiciéramos una foto. Ventarrón, el plato a tomar por saco y los frutos secos por el suelo. Al ir al auxilio del primer plato, el nuestro también al suelo. Enseguida salió un empleado con un cogedor y una escoba, los recogió y se los llevó para adentro. Y digo yo: ¿Si ya saben que se vuelan, para qué los sacan en un plato de papel? Yo no quiero ser mal pensada, pero cuando vi a los que subían detrás de nosotros, pensé en lo poco que les iba a durar el plato en la mesa. Y que conste que si los que leáis ésto pensáis mal... pues allá vosotros. Nos tomamos una cerveza en el Club Náutico y a mediodía comimos en la Casa del Mar, un edificio muy majo para uso de los marineros, donde disponen de restaurante, médico, asesoría jurídica, hospedería, escuela náutico-pesquera, un servicio de rehabilitación y muchas cosas más, que he de reconocer que me sorprendió bastante, porque no me esperaba que allí hubiese toda esa serie de cosas. Comimos bien por muy poco dinero y luego proseguimos nuestra visita por las calles céntricas haciendo un montón de fotos. En ésta, Antonio en la parte alta. Detrás se ve la Casa del Mar. La Puerta del Arsenal. 

El Ayuntamiento.


Calles con unos edificios preciosos.




Aquí estoy en el catamarán, volándome de tanto viento. Los frutos secos ya habían volado.


Aquí se ven los túneles de los submarinos.


Esta es la entrada de la Iglesia de la Asunción, en ruinas y que está junto al teatro romano. El portátil no me deja ponerla en su sitio, así que cuando vuelva a casa la pondré desde el fijo.


Desde el catamarán se ve el Faro de Navidad.

Toda la montaña está llena de agujeros que servirían para vigilancia. Es un puerto realmente impresionante. Se ve a mi Antonio disfrutando del entorno.


Otro agujero, que parece que esté toda la montaña horadada de galerías.


Otra vista.

El magnífico paseo del puerto, con unas cafeterías y unos kioskos preciosos.


Antonio delante del kiosko "La taberna del puerto". Como se suele decir, la cabra tira al monte.


El submarino de Isaac Peral.


Antonio en el hall de la Casa del Mar. Arriba se puede ver todas las banderas del código de señales marítimas.

En este parque encontramos unos árboles fantásticos.


Un nudo en un tronco. Cosas de la naturaleza................

Al lado del teatro romano está la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, llamada también Santa María la Vieja, del siglo XIII y destruída en la Guerra Civil. Para llegar arriba tuvimos que subir bastantes escaleras que nos pasaron factura al otro día.

El teatro romano.

Esta fachada me hizo mucha gracia.

Esta escultura es el monumento a las víctimas del terrorismo. A mí particularmente no me gusta, y que conste que no tiene nada que ver que este buen hombre esté en pelotillas.

Finalmente estuvimos en la Facultad de Ciencias de la Empresa, que está en un edificio cuya parte principal formaba parte del Arsenal. Este helicóptero estaba hecho con cartones.

Al lado de la plaza donde está el monumento a los marinos caídos en Cavite, hay en la pared unas líneas escritas por Cervantes:


Con esto poco a poco llegué al puerto

al que los de Cartago dieron su nombre,

cerrada a todos vientos y encubierta,

a cuyo claro y singular renombre

se postran cuantos puertos el mar baña,

descubre el sol y ha navegado el hombre.



En fin, que pasamos un día estupendo.