Bueno, pues con mucha ilusión cogimos el vuelo que nos llevaría a París, y aterrizamos en Orly. Muy diferente al mi viaje anterior, en el que tardé ¡24 horas! en llegar hasta aquí.
Llamamos a la empresa del taxi que habíamos contratado, y nos dirigimos hacia el apartamento, previa notificación de nuestra llegada al propietario del mismo.
Pulsamos la clave del portal y debajo del felpudo se encontraba la llave. Era tal cual venía en la información de internet, y nos alegró empezar con buen pie. Deshicimos las maletas y bajamos para ver la zona que iba a ser la nuestra durante unos días.
La Rue Saint Honoré se encuentra en el primer distrito de París, paralela a la Rue Rívoli, y nosotros estábamos a la altura del Palacio del Louvre.
La Plaza André Malraux estaba a pocos metros de nuestra casa, y de aquí parte la calle diagonal que lleva a la Ópera Garnier.
Una brasserie, locales muy típicos de la capital francesa.
Frente a la brasserie, el Hotel du Louvre.
En la otra esquina, la Comedia Francesa. Teatro con compañía propia, al que se le llamó "la casa de Moliére.
Cruzamos hacia la Plaza del Louvre, y entre el palacio y las Tullerias contemplamos el Arco del Triunfo del Carrusel, construído por Napoleón Bonaparte para conmemorar sus victorias militares. Los caballos son copias de los originales, que formaban parte de un botín.
Desde aquí se puede apreciar la alineación de este arco, con el Obelisco de la Plaza de la Concordia, y con el Arco del Triunfo de la antigua Plaza de la Estrella, hoy de Charles Degaulle.
Desde este punto, al darnos la vuelta podemos ver el Palacio del Louvre con sus famosas pirámides.
El palacio fue residencia de los reyes hasta que se construyó Versalles.
Después de cambiar impresiones con el dueño del apartamento, nos decidimos a hacer nuestra primera visita a la Torre Eiffel, donde teníamos ya las entradas reservadas hasta el tercer piso, cosa que me desazonaba bastante por la altura, pero allá nos fuimos. Delante de casa, en Rívoli, cogimos el 72 y nos bajamos en el puente del Alma. A la izquierda, uno de los laterales del Palacio del Louvre, donde se encuentra una de las entradas al museo, llamada "del carrusel" (toldo rojo), que lleva a la famosa pirámede invertida del Código da Vinci. A la derecha, los soportales típicos de esta calle.
Y llegamos en el autobús hasta el Puente del Alma, en cuyo túnel sufrió Diana de Gales el accidente que le costó la vida.
La llama que hay en la plaza es la de la Libertad, réplica exacta en tamaño real de la de la Estatua de la Libertad. El monumento fue ofrecido por el periódico International Herald Tribune en 1987 y conmemora la amistad franco americana, agradeciendo a Francia la restauración de la estatua americana.
Ahora se ha convertido en un lugar de homenaje a Diana de Gales.
Desde este puente, ya se contempla una magnífica vista de la Torre Eiffel.
Una embarcación turística paseando por el Sena, con la Pasarela Debilly al fondo y la torre.
Cruzando el Puente de Lena, nos encontramos ya en la Torre Eiffel.
Mi Antonio se volvió loco sacando fotos, porque cada ángulo le gustaba más que el anterior, y todo era digno de ser fotografiado.
Teníamos la reserva de la subida a las nueve, para que nos pillara aquí la puesta de sol.
Aquí ya empieza el crepúsculo y se empieza a notar en color que el sol da a esta hora en los hierros de la torre. Realmente se siente uno muy pequeño aquí abajo.
Y subimos al primer piso, al segund...y ¡Al tercero! Dios mío, qué altura. Tiene 300 metros, pero merecía la pena la vista de París desde aquí. Por el centro, al fondo, se divisa el Sacre Coeur, a la derecha, el Puente de Alejandro III. Hacia el centro, el Puente del Alma, y el primero que se ve es la Pasarela Debilly, a cuya derecha aparece el Museo Quai Branly, que otro día fuimos también a ver, y que contiene unas colecciones etnográficas maravillosas.
Desde el segundo piso, panorámica hacia arriba.
El Puente de Lena, frente a Trocadero, con los edificios de La Défense al fondo.
Campo de Marte, la Torre Montparnasse y a la izquierda Los Inválidos.
Otra vista, con Los Inválidos.
Ya anochecía, y desde arriba se empezaba a ver París iluminado.
Trocadero, también iluminado.
Se encendieron las luces de la torre, que aparecía recortada en el cielo.
Una foto desde el puente. Cada hora, miles de bombillas centellean a la vez durante diez minutos.
Y después de hacer montones de fotos, nos volvimos de nuevo en el autobús hasta el Louvre, donde Antonio hizo la última instantánea del día. Cenamos y a descansar, que nos esperaba un día muy denso.
Por la dilatación puede medir unos 18 centímetros más en verano que en invierno.
Cada 5 años se le aplican 50 toneladas de pintura para evitar la corrosión del material.
Estuvo pintada de amarillo y actualmente su color es marrón grisáceo, más oscuro cuanto más es la altura, pero no se nota por el contraste del fondo. Se puede votar en el primer piso el color para la siguiente "mano" de pintura.
Tiene 2'5 millones de remaches, la mitad de ellos, de seguridad, que ensamblan 18.000 piezas.
Es el monumento más visitado del mundo. En el 2002 habían pasado por ella 200 millones de personas.
Se inauguró el 31 de marzo de 1889 y se abrió al público el 6 de mayo del mismo año.