Bienvenidos a El mirlo de papel

Soy Varech y ando por la Red desde hace un tiempo, lo cual me produce a veces quebraderos de cabeza aunque la mayoría de las ocasiones me satisface.

31 de mayo de 2011

Rollo de york



Un entrante rico y fácil.
Ingredientes:
Una tortilla francesa sin enrollar, que ocupe toda la sartén. ( 2 ó 3 huevos)
Jamón de york en lonchas
Queso en lonchas
Lechuga
Salmorejo espesito (puede ser comprado)

Se hace la tortilla y se cubre con jamón de york, luego con la lechuga, después con el queso y se enrolla como un brazo de gitano. Se guarda envuelto en aluminio hasta que lo vayamos a servir.
Se pone el salmorejo en la fuente y el rollo cortado por encima.

Es un plato muy fresco para verano.

27 de mayo de 2011

Odio comprar ropa y zapatos




¡¡¡NO LO SOPORTO!!!!!!

Mi peor plan es ir de compras, pero me da lo mismo ropa que calzado. Lo demoro hasta que se estropea lo que repito como si fuera un uniforme, y ya in extremis tengo que sucumbir a las tiendas, donde se me nota la desgana a la legua. Me horrorizan los probadores, aunque no tenga la señorita pelma al lado preguntándome qué tal me veo.Porque esa es otra, la manía de algunas dependientas de perseguirte, que casi te acosan queriéndote convencer de lo requetemonísimo que te queda el modelito aunque te falten dos tallas, pero como no tiene más grande, pues te miente la muy víbora. Tengo por norma no volver a entrar en las tiendas donde haya sufrido esta manía persecutoria. Yo no necesito a nadie detrás de la cortina porque me aceleran, y encima de que me repatea probarme ropa, tengo que ir a toda pastilla descartando y eligiendo prendas antes de que vuelva.

Es una estrategia equivocadísima. Con el gusto que da (es un decir) entrar al probador de forma anónima, dejando al salir el montón en el mostrador, sin decirte nadie nada.

Lo que más pereza me da son los pantalones, porque las partes de arriba, pues enseguida me las pongo y me las quito, pero lo de abajo... primero las botas o los deportivos, luego el vaquero que entre el sudor y el cabreo se me pega a los muslos como un condenado. Luego a ponérmelos otra vez, y a atar los cordones de los deportivos. Y ya si es un vestido lo que tengo que probarme, me lo meto, me miro al espejo (que dicho sea de paso, hacen gorda), no me gusto, pero claro es que voy con los pantalones puestos por pereza. Me los bajo por la rodilla pero me sigo viendo rara. Me los quito, y entonces es mucho peor porque se me quedan al aire las piernas muy poco morenas (vamos a ser benévolas), rematadas con los calcetines, con lo cual estropeo cualquier cosa que me ponga. Entonces me entra el agobio comercial, como yo le llamo y me salgo sin comprar nada, y me digo a mí misma que todavía puedo sacarle partido a alguna prenda que ande rodando por el armario. Cualquier excusa es buena para salir corriendo.

Eso sí, cuando veo algo mono, aunque no sea de mi talla me lo compro... pá cuando adelgace, y así tengo bastantes prendas en el armario esperando el milagro. Tengo algunas de hace lo menos diez años, todavía con la etiqueta puesta, pero quién sabe si algún día me las podré poner cuando vuelva la moda y no tendré que ir a comprarlas.

También me ocurre que cuando por fin cargo con algo, entonces me da muchísima pereza estrenarlo y lo dejo de un año para otro. Este año por ejemplo he estrenado los zapatos que me compré hace dos, y tengo otros, que yo creo que este año tampoco ven la calle. Así el año que viene me alegraré de no tener que ir a comprarlos, porque lo de los zapatos también lo llevo fatal. Según el podólogo, tengo unos pies fenomenales, pero es un suplicio para mí meterme a una zapatería y por supuesto entro siempre en las que no tienen dependientas plastas.

Me llevan de cabeza los tacones... ¡Me encantan! Pero para tenerlos en el armario guardados porque aguanto poco tiempo con ellos puestos. De vez en cuando los veo y los encuentro monísimos. Pero me sigo poniendo unos que tengo ya muy domados, que compré hace la tira de años.

Mañana tengo una fiesta familiar y estrenaré un par que me compré el año pasado, con taconazo de diez centímetros.

Será un día especial, porque también estrenaré vestido. Voy a ir niquelá, pero el domingo volveré a mis camisetas, mis vaqueros (por cierto, me dijo mi niña que unos que estrené eran así como antiguos, pero no le dije nada de la fecha de la compra) y mis botines planos, que ya me ha dicho dos veces el zapatero que no tienen arreglo, pero yo confío en él y me los ha dejado como nuevos. Bueno, lo menos dos años me aguantan todavía.

24 de mayo de 2011

El metro de París

Los que seguís mi blog ya conocéis mi manía de bajar al metro de las ciudades que visito, y como no podía ser menos, París tampoco se libró de verme en sus andenes. Fue un medio de transporte que utilicé mucho, ya que al estar viviendo en el centro, me venía muy bien para acercarme a algunos sitios. La línea que con más frecuencia usé fue la 1, aunque también anduve por la 7 y la 2. Parece mentira que una ciudad como París tenga semejante metro de cochambroso, de sucio y de viejo. Valía más no acercarse a las paredes por si se iba uno con algo que no había traído. ¡Vaya porquería de metro! Muy bien señalizado, muy práctico, muy usado, ya que íbamos como sardinas en lata... pero marrano, marrano, marrano. (Se pueden añadir todos los marranos que se quiera). Los azulejos de las paredes, donde los había, eran de esos blancos de las letrinas antiguas, pero con sus chorretes correspondientes. Yo me acordaba del metro de Madrid y me parecía Versalles comparado con eso. Para ir al Sacre Coeur cogimos la 7 hasta Stalingrado, y allí la 2 hasta Anvers. Se supone que es una estación con muchísimo tráfico de gente porque es la salida ya hacia la cuesta de la basílica. Pues bueno, por no tener no tenía ni suelo. Era de cemento, con sus salientes de piedrecitas y todo. Yo me quedé flipada. París tiene mucho glamour por fuera, pero bajo tierra es una verdadera merde. Si no tienen dinero, yo creo que lo mejor sería poner en los andenes cepillos, como en las iglesias, y que la gente echara la voluntad para que por lo menos le quitaran la roña y los chorretes.

22 de mayo de 2011

Tarta milagro


La llamo así porque dos horas antes de ir a comer con unos amigos, se me ocurrió llevar algo de postre, pero como estaba a régimen, no tenía de nada para hacerla.
Tenía 2 huevos, una botella de claras de Mercadona, sacarina de la que se puede cocinar, tres cucharadas de harina y muchas naranjas. Jajajajaja........casi lo único que tenía era naranjas.
Con los dos huevos y dos claras preparé un bizcocho genovés, pero en vez de azúcar le eché a ojo sacarina de la que vale para cocinar.
Hice zumo de naranja, lo puse al fuego, le añadí un poco de sacarina y una cucharada de maizena para espesarlo.
Abrí el bizcocho por la mitad, lo rellené con la crema de naranja y lo cubrí con la misma crema.
Con las claras de Mercadona, hice un merengue normalito con sacarina y la adorné.
Por encima le puse más naranjas para decorar.
Evidentemente era una tarta de naranja, jejeje.......muy fresquita y muy rica.

16 de mayo de 2011

...Y volví a París

Cuando estuve el verano pasado, me gustó tanto esta ciudad, que prometí volver pero esta vez con mi marido, y lo he cumplido.
Un viaje preparado con minuciosidad, con unos objetivos muy concretos que nos satisfacieran a los dos, con las reservas hechas por internet para no guardar colas en los sitios que íbamos a visitar, y con la ilusión de pasar una semana inolvidable, como así ha sido.
Alquilamos un apartamento en la Rue Saint Honoré, en el mismo centro de París, y desde allí nos hemos movido con total comodidad por toda la ciudad. A dos pasos teníamos líneas de metro y autobuses que nos llevaban a los lugares que nos quedaban algo alejados, por decir algo, porque prácticamente todo lo teníamos a la mano.
Nos esperan cientos de fotos preciosas por clasificar, pero poco a poco lo haremos e iré subiendo algunas.
La que he puesto pertenece a la noche que cenamos en el restaurante del piso 56 de la Torre Montparnasse, con unas vistas inigualables de París.
Cuando se empieza a preparar un viaje, ya se empieza a disfrutar de él, y yo he disfrutado muchísimo planificando éste: los itinerarios, los planos, la búsqueda del apartamento, los vuelos, las reservas de los Parishuttel, de la entrada a la Torre Eiffel, de la Ópera Garnier,y de la cena en El Cielo de París. Todo lo hice por internet, y todo resultó perfecto.
Algunas cosas como el paseo en los Bateaux Mouches preferí hacerlo allí mismo puesto que para eso no suele haber muchas colas, y dependía del tiempo, ya que no queríamos ir en un barco cerrado. También en ésto hemos tenido suerte: unos días espléndidos y con temperaturas muy buenas. Hoy, cuando estábamos en Orly esperando el embarque, hemos visto que llovía, pero ya nos daba lo mismo. Nuestra escapada había finalizado y nos despedimos así, de un París lluvioso.

9 de mayo de 2011

¿Mamá, quieres uno?

Hay situaciones en la vida que la dejan a una literalmente sin palabras, y eso fue lo que me sucedió un precioso día, cuando iba paseando con mi hija por un centro comercial. Habíamos comprado algunas cosas, y de pronto mi niña recordó que tenía que ir a la farmacia.
._ ¿Vas a sacar alguna receta del médico?
._ No, voy a comprar un anillo vibrador.
Con los años he aprendido a disimular las sorpresas de ese tipo, y como además estaba segura de que mi hija me lo había soltado así para demostrarme lo normal que eran para ella estas cosas (a mí me tienen por carca), no le di más importancia al asunto y me fui con ella a la farmacia.
Hora punta y llenita de gente.
_ ¿Qué desea, señora?
._ Un anillo vibrador.
._ ¿De qué color?
._ Pues no sé...
Le trae la señorita de varios colores y se los enseña.
._ Uno verde.
De verdad, no es que sea carca, pero en la educación que recibimos los que ya no hacemos la primera comunión, estas cosas no estaban precisamente a la orden del día.
Más de uno se asomó por encima de nuestro hombro para ver los anillos en el mostrador.
Y de pronto...
._ ¿Mamá, quieres uno?
¡Glup!
._ ¿Qué?
._ Que si tú quieres uno, que te lo compro.
Yo estaba ya de todos los colores, pero aguantando perfectamente la situación, faltaba más.
._ Bueno...
Me mira la farmacéutica con cara de "esta mujer no se ha puesto ésto en su vida", y me ofrece otra vez la gama de colores para elija.
._ El fuxia me gusta.
Yo no quería ni volver la cabeza. No quería ni ver las caras de los que tenía detrás.
De pronto lo coge y me lo muestra.
._ ¿Sabe usted cómo se usa?
Aquí ya se me subieron los colores y empecé a odiar a mi hija.
._ Creo que sí. Tampoco será tan difícil de utilizar, digo yo.
._ De todas formas se lo explico: cuando su pareja entre en erección (Dios mío, la gente a estas alturas estaba más pendiente de la explicación, que de lo que tenían que comprar), no antes, que se lo ponga en la base del pene, con la pila hacia arriba para que en el momento de la penetración, le roce en el clítoris. Ya lo sabe, la pila siempre hacia arriba porque es lo que a usted le va a proporcionar placer. Lleva una pila y dura la vibración 20 minutos. Si tiene alguna duda, puede consultarnos.
Yo, a estas alturas ya no sabía ni para dónde mirar. ¡Qué corte! Pagó mi hija y nos salimos, por supuesto que yo sin mirar las caras de la gente que estaba en la farmacia.
Volví a casa y se lo comenté a mi marido.
._ Chico, ya que me lo han regalado, si quieres lo probamos.
._ ¡Yo no necesito esas cosas!
Clásica respuesta del homo erectus español.
Pero yo en el fondo creo que no le gustaba el artefacto, por si le podía el miedo escénico y el anillo de marras le complicaba las cosas.
Lo saqué, me lo puse en el dedo y le di al botón. Aquello parecía que tenía el baile de San Vito, jajajajajajaja... era divertido.
Lo guardé y un fin de semana que me fui a la sierra, cuando estábamos jugando a las cartas, lo solté por la mesa y parecía una dentadura de esas que se les da cuerda. Ninguna sabía lo que era (son algo mayores que yo), y cuando les expliqué la función que tenía, nos partimos de risa. Lo dejamos correr por el suelo, y en ese momento entró uno de los niños, al que le hizo muchísima gracia el juguete y se lo quería llevar para su casa. Nos costó mucho disuadirle.
Lo que empezó con un sofocón, terminó de una forma muy divertida.

7 de mayo de 2011

Un día en La Granja de San Ildefonso (Segovia)

Como cada año, los guineanos que vivieron en Bata se han reunido en Madrid un fin de semana.
Comimos con ellos el viernes, y el sábado les acompañamos al Real Sitio de La Granja de San Ildefonso. Un día que amenazaba lluvia a raudales, y que no cayó hasta que nos subimos al autobús, ya de regreso.
Este pueblecito se encuentra a 76 km de Madrid y a 11 de Segovia.
Nos esperaba en la rotonda nuestra guía, Cristina, y con ella cruzamos ya la Puerta de la Reina, también llamada Nueva, que tiene una inscripción en su parte anterior y posterior: MDCCLXXXIV Reinando Carlos III. Está hecha con forma de arco de triunfo.

Doblamos por la primera esquina a la derecha y enfilamos la Calle de los Infantes donde se encuentra el Parador de Turismo.

Es un edificio muy largo y sirvió de alojamiento a los hijos de Carlos III.

Llegamos hasta la Puerta de Segovia, que es la entrada principal al pueblo y que se encuentra frente a la Colegiata de la Santísima Trinidad. A la izquierda, el cuartel de guardias de corps, y a la derecha las caballerizas reales. El cuartel se utiliza ahora como sala de congresos y las caballerizas son apartamentos de alquiler.
Las caballerizas es un edificio alargado con chapiteles en sus extremos.
El escudo.

Al lado de la Puerta de Segovia hay un plano del pueblo y la información correspondiente. Le he hecho una foto, porque está bastante mejor explicado de lo que podría hacerlo yo.
Dejo también aquí un enlace que lleva a la página del Ayuntamiento, donde además del plano, si nos vamos desplazando con el ratón por él, explica los edificios más importantes.

Al lado del plano había una buenísima información de este sitio.
Desde esta puerta se puede ver ya la Colegiata, donde se encuentran los restos de Felipe V y de Isabel de Farnesio.
Como hacía bastante frío nos metimos a una cafetería a tomar chocolate. Las paredes están llenas de fotos de la familia real española a lo largo de su historia.
Aquí puede verse a Dn.Juan de Borbón con su mujer, el día de la boda.
Bueno, pues rapidito que se nos hace tarde, como nos indica Cristina a la izquierda de la foto.
En el vestíbulo del palacio se puede ver una maqueta que ayuda a entender la distribución del espacio. La Colegiata se sitúa justo detrás y la parte que vemos, que es la que da a los jardines, es la entrada principal.
Empezamos la visita por la antigua Sala de Damas, que ahora se utiliza como espacio para exposición de tapices de Patrimonio Nacional. La mayoría son flamencos y en gran número fueron propiedad de Carlos I. Son de gran tamaño, pero uno es un pequeño trozo, porque algunos fueron troceados y vendidos.
Pasamos a la Sala de Retratos, donde se encuentra una copia del cuadro que hay en el Museo del Prado, pintado por Van Loo, "La familia de Felipe V". Con anterioridad puse la referencia a esta pintura.

Seguimos por el Comedor del Rey, con una mesa preciosa de marquetería plegable. Aquí nos explica la guía, que los cuadros tienen todos una marca para identificar a su dueño. Los de Isabel tienen la flor de lis, y los de Felipe un aspa. Aquí se encuentra la serie pictórica de los sentidos y dos aguamaniles que son dos figuras cuyas cabezas son los tapones. Los suelos son de mármol de distintos colores, colores que se repiten con distintas formas en todas las estancias.
Sala de la Chimenea. Son raras en este palacio ya que era un lugar para pasar el verano. Eran dependencias privadas del rey. Aquí hay una lámpara preciosa de La Granja. A lo largo de todas las salas se pueden ver lámparas de dos procedencias: española y francesa. En la española el metal se usa únicamente como soporte, y en la francesa como adorno. Son realmente espectaculares.
En esta sala se encuentra un oratorio portátil que perteneció a Fernando VI, un reclinatorio y cuadros religiosos.
Hay dos pintados en cristal por Lucas Jordán, hechos con la ayuda de un espejo, o sea, pintados al revés, para que quede la pintura por dentro.
Habitación de los reyes. Aunque no era muy habitual en la época, dormían juntos. La cama es italiana con telas bordadas a mano. La ventana da directamente a los jardines y está en la parte principal de la fachada.
Junto al dormitorio real, se encuentra el Gabinete de la Reina, o Sala de la Cama de Repuesto. A veces la reina descansaba sola en esta cama de estilo manuelino, que perteneció a Bárbara de Braganza, mujer de Fernando VI.
Comedor de Gala, con una mesa extensible de caoba del Brasil. Está formada por tableros.
Sala de Lacas diseñada por Filippo Juvara, con biombos chinos en las paredes. Hay tibores y un arca lacada negra.
Sala de Música. En ella se encuentra un piano, un reloj de pared y un escritorio. La alfombra, de la Real Fábrica, es preciosa, con los tonos a juego con la decoración.
Y nos vamos a la planta baja, que está llena de esculturas.
Los reyes compraron a Cristina de Suecia una colección de esculturas, que se exhiben en estas salas.
Otra más. Nos hacemos a la idea de cómo vivían aquí los reyes.
Al salir del palacio, junto a una esfinge.

Frente a la fachada principal.
Un grupito. Se pueden ver los nubarrones.
Y el grupo se fue ampliando y ya nos fotografiamos todos para la posteridad.

Cariátides y altlantes decoran el frontal.
Y como el hambre apretaba, nos fuimos a comer. Había judiones, cordero, cochinillo, chuletones........lo que le gustara a cada cual, y cómo no, el ponche segoviano.
Guineanos muy majos.
Otra tanda se gente guapa.
Y la sorpresa vino cuando le sacaron el postre con la vela a Paco. Fue muy divertido.
Después de la comida había que bajar un poco las calorías y nos fuimos a andar. Aparte, también teníamos que hacer tiempo hasta las cinco y media que abrían las fuentes. Los jardines del Punto y Medio nos dejaron asombrados con las secuoyas, araucarias, cedros y otros árboles exóticos.
Plaza de los Dolores, con su iglesia. En esta plaza se encuentra el Ayuntamiento, que era el antiguo hospital.

Bajando por las callejuelas nos encontramos con este monumento al libro.
Las calles tienen, además del correspondiente nombre, la explicación de por qué se llaman así.
Miguel y Antonio señalando el letrero donde pone que en esta ciudad murió Dn. José Patiño, ministro de Marina, Hacienda e Indias. Si es que las cabras siempre tiran al monte, jejejeje......
Por la verja del lateral del palacio accedimos a los jardines.
Jardín con la fuente de la Fama al fondo.
Monumento a La Chata.
Antonio frente a la cascada. Esto es lo que veían los reyes desde su dormitorio.En primer lugar, la fuente de Anfitrite, mujer de Neptuno, y en la parte de arriba, las Tres Gracias. Tras ella, el Costurero de la Reina.
La misma fuente, ya con agua.
Fuente de la Fama. Tiene un chorro central que alcanza más de cuarenta metros de altura.
Todos expectantes ante la salida del agua. Y mucha gente cerca.
Y ante la cantidad de agua que caía, se produjo la desbandada.

Otra de las fuentes. Aprovechando la bajada de aguas de la sierra, se construyó un lago al que llama Mar, y ahí se almacena el agua que surte a las fuentes. No se accionan con bombas, sino con la presión natural de los desniveles. El color de las figuras se debe a la pintura. Son de plomo y barnizadas en color bronce. Esta fuente es la de Los Vientos.
Existen en los jardines 26 fuentes, pero solo tienen agua ocho de ellas. Nosotros vimos cuatro en funcionamiento.
Vimos alguna fuente más, y dimos por terminada la visita.
Volvimos al autobús y enseguida comenzó a llover, pero ya no importaba. Habíamos pasado un día muy feliz con ellos.