Para el jueves habían programado una excursión colectiva a Portugal, y nos levantamos pronto para estar listos a la hora convenida.
_. Antonio, parece que está nublado.
_. No, es niebla.
_. ¿Aquí no había una playa? ¡No se ve nada!
_. Mujer, ahora levantará.
¡¡¡¡Y NO LEVANTÓ!!!!!!¿Será posible que hoy precisamente haya niebla?
Dicho y hecho.
Llegamos en primer lugar a Valença do miño, ciudad fronteriza, la que imagino con vistas preciosas desde su magnífica fortaleza, edificada en el siglo XII y reconstruída y ampliada en el XVII y XVIII. Impresiona bastante ver las dimensiones del foso, y se entiende que la hicieran aquí, dado el valor estratégico del sitio.
Dentro de sus muros se encuentra la ciudad antigua, con numerosas tiendas de productos textiles, y fuera la ciudad nueva.
Mi Antonio, frustradísimo por no poder hacer fotos. Después de cargar con la tropecientas cámaras, filtros, objetivos y demás gaitas (obsérvese la influencia gallega sobre mí a estas alturas del viaje), de nada sirvieron. Bueno, sí, para ejercitar los músculos.
Una vista de la fortaleza.
Aquí estoy con Víctar, que es un verdadero terremoto. El alma del grupo.
Y aquí con Katy, otra amiga. No tenemos la bolsa de la basura al lado aunque lo parezca; es que en las tiendas daban ese tipo de bolsas.
La estatua de San Teotonio delante de la capilla del Bom Jesús. Hay quien dice que la iglesia es la del santo, pero en el lateral pone Bom Jesus.
Y esta foto es ya de la ciudad nueva. Y seguían las tiendas de toallas y ropa de casa. Qué hartura de sábanas y manteles.
De Valença do Miño nos fuimos al monte de Santa Tecla, desde el cual, según nos dijeron se veían unas vistas espectaculares de la desembocadura del Miño. ¡Madre mía, qué carretera! Yo no quería ni mirar por dónde subíamos. Cuando llegamos encontramos allí la capilla, el museo, parte del castro y puestos con lo mismo de todos los sitios. Brujas para aburrir. En la foto de arriba se puede apreciar lo claro que estaba el día, muy propicio para vistas y fotos.
Bueno, pues aquí se encuentra un castro muy importante. Las viviendas eran circulares o cuadradas.
Una reconstrucción de una palloza del castro. La he cogido de la página Galicia Máxica, porque no se veía ni torta. Se llamaban castros a los primeros poblados organizados que existieron. Siglo VIII antes de Cristo. Comenzaron las excavaciones en 1913.
Y otra foto que no es mía, pero le mando un saludo muy cordial al señor que ha tenido el privilegio de visitar este lugar en un día tan espléndido, y espero que entienda que me gustara ver la desembocadura aunque fuera a través su instantánea. He buscado el nombre del autor pero no lo pone.
¡Qué lástima no haber podido contemplar in situ algo tan bonito! En la explanada aparcó también nuestro autobús.
Después del susto de tener que bajar otra vez, nos fuimos a comer, y en la tarde visitamos Baiona.
La fortaleza de Monterreal, en el Monte Boi. Dentro se encuentra el Parador Nacional de Turismo Conde de Gondomar. Está junto al mar y es un recinto amurallado de tres kilómetros de longitud, empezado a construir en el siglo XI.
Al pie de la fortaleza se halla la playa de Barbeira.
Como sucedió durante todo el viaje, las gaviotas fueron las protagonistas. Saben latín. Fue verme con una bolsita de chetos y venir a montones a ver si les echaba comida. Y si no les echaba, se servían ellas mismas.
En el puerto de esta playa se encuentra una réplica de la carabela Pinta, que se puede visitar, pero que inconprensiblemente tenía cerrado el acceso al pantalán correspondiente. Volvieron de América la Niña y la Pinta, porque la Santamaría había encallado en La Española y por las Azores les sorprendió una gran tempestad que las puso al borde del naufragio. La Niña fue arrastrada hasta Lisboa y la Pinta, a cuyo mando iba Alonso Pinzón, llegó a Baiona el 1 de marzo de 1493, siendo la primera vez que se daba cuenta de la gesta de los navegantes españoles.
Delante del cuadro commemorativo del V centenario del descubrimiento de América. A la izquierda de la foto la lista de los tripulantes de la Pinta.
Casa de Lorenzo Correa, mandada construir por el alcalde de Cuernavaca (México), y que en 1942 fue adquirida por el Ayuntamiento. Tiene dos plantas y un torreón. Los escudos de los lados son los de la familia y en el centro está el de la ciudad.
Una calle del casco antiguo.
Tenía la ciudad unos rincones muy bonitos.
Descansando un poco.
Como se puede ver, nos hizo en Baiona un tiempo magnífico, pero nos volvimos a Portonovo con la pena de no haber podido disfrutar de las vistas desde el monte de Santa Tecla. Cachis en la niebla.............