Algunas veces me gusta ir a las tiendas de los chinos para practicar mi deporte favorito, que es "palpar". Comprar no compro mucho, pero me encanta tocarlo todo.
La semana pasada entré y me puse donde están los bolsos, a sacarlos, abrirlos, colgármelos... la mar de entretenida andaba yo, cuando de pronto oigo que me llaman:
._ Señora por favor.
Miré hacia el sitio de donde venía la voz y encontré a un hombre de mediana edad con una mochila de esas de color verde, cuadrada, colgada en bandolera.
._ ¿Si?
._ ¿Le gusta este bolso? - Me dijo señalándolo.
._ Bueno, no sé... depende para lo que lo quiera.
._ Si usted me viera por la calle con él pensaría que soy maricón?
La chinita que era joven y hablaba perfectamente español, me miró y soltó una carcajada, pero yo me la tuve que aguantar porque lo tenía de frente.
._ Y por qué tenía pensar eso?
._ Pues porque a lo mejor aquí los llevan los maricones.
._ ¿Pero usted es maricón?
._ Yo no, pero a lo mejor me confunden con uno si me lo pongo.
._ Y si usted no es maricón, qué más le da lo que piensen los demás?
._ Es por mi mujer ¿Sabe?
._ ¿Qué?
._ Que a lo mejor cuando me lo vea puesto lo piensa.
._ Pero bueno, su mujer sabrá de sobra si usted es o no es maricón - vamos, digo yo.
._ ¿Me llevo el verde o el marrón?
._A mí me gusta más el verde.
._ Pero no le parece que el color marrón es más de hombres?
Empecé a pensar si es que a lo mejor era maricón y se esforzaba por disimularlo.
._ ¿Y por qué se lleva este tipo de bolso si tiene tantas dudas? - le dije aguantándome la risa como pude.
._Porque quiero que me quepan documentos. Voy a viajar y necesito algo para llevarlos y no tener que abrir la maleta.
._ Pues ese me parece ideal.
Como era sudamericano di por hecho que viajaba con bastante equipaje, así que me explayé diciéndole que podía facturar una maleta, meter otra pequeña en la cabina y llevar en la bolsa otras cosas que necesitara en el momento.
._Señora, cree que en este bolso me cabrán ocho móviles?
Aquí la china ya se revolcaba y además no podía contenerse, pero es que encima me miraba y yo ya no sabía qué hacer. Solo se me ocurría buscar por allí a ver si encontraba alguna cámara oculta.
._ ¿Pero no la quería usted para documentos? Es que yo no sé si le van a dejar pasar ocho móviles.
._ Eso pienso yo también. Puedo meterlos en la maleta que facture, que esas no las miran. ¿Usted lo haría?
._ Lo siento, pero a mí es que no se me ha ocurrido nunca pasar móviles. Como mucho he pasado un chorizo.
._ ¡Ah! ¿Pero se puede pasar comida?
Aquello no tenía fin, y entonces miré a la china que seguía pasándoselo en grande...
._ Mire Señor, eso más que nadie se lo puede aclarar esta señorita, - dije señalando a la china que se quería meter bajo tierra - que seguramente sabrá mucho de viajes.
._ ¿Sí? Pues voy a preguntarle a ella y de paso le voy a preguntar también si le gusta más el verde o el marrón. Más que nada por tener dos opiniones.
._ Nada, nada. Le dejo en buenas manos. Que tenga un feliz viaje -dije mientras me iba hacia la puerta.
A la china se le pusieron los ojos redondos. Entonces me volví y le hice una sugerencia:
._ Señorita, muéstrele a este señor unas cuantas mariconeras para que compare.
Y antes de que la china me asesinara, me fui a paso ligero.