Aproveché que estaban aquí algunos de mis nietos, y sobre todo Daniel se implicó mucho en su elaboración, quizás demasiado, porque todo lo quería hacer él.
Ingredientes:
1 taza de mantequilla a temperatura ambiente
1 taza de azúcar moreno
1 huevo mediano
1/2 taza de miel
4 tazas de harina
2 cucharaditas de las de café, de canela en polvo
2 " " " " " de jengibre molido
1/2 " " " " " de clavo molido (yo no encontré y le trituré un poco. Quizás es demasiado para mi gusto, así que la próxima vez le pondré menos)
Una cucharadita de levadura en polvo.
Preparación:
Se mezcla la mantequilla con el azúcar y se bate hasta que se parezca la textura a una crema. Se le agrega la miel y el huevo y lo incorporamos todo bien. Cuando la mezcla sea homogénea, echamos las especias para que se mezclen bien.
Añadimos la harina tamizada y la levadura y mezclamos todo, amasando lo justo.
La dejamos reposar en el frigorífico una hora.
Encendemos el horno a 180ºC y empezamos a formarlas.
Entre dos listones de aproximadamente medio centímetro de grosor, ponemos una porción de masa y la estiramos con el rodillo, que siempre tiene que pasar por encima de los listones. Así lograremos que todas las galletas nos salgan iguales.
Las ponemos sobre una placa de horno engrasada o sobre una hoja de silicona y las metemos al horno, que ya estará caliente, unos 5 minutos. Hay que vigilar la primera tanda para saber cuánto tiempo exactamente necesitan. En cuanto veamos que empiezan a dorar por los bordes, las sacamos.
Las dejamos enfriar sobre una rejilla para que no suden y ya las podemos comer o guardarlas, que lo segundo es más difícil, porque para guardar cuatro, pues se las come uno y ya está.
Al ser la medida en tazas no hay ninguna complicación, porque lo único que se sale de la medida es el huevo, que como ya he puesto arriba, tiene que ser mediano.
Para Navidad ya las haré con forma de muñequito y las decoraré.