1 de febrero de 2013

En silencio


Cuando uno está malo, se siente muy propenso a decirlo y espera que los demás se interesen por él y le pregunten cosas de su dolencia. Pero a veces dar datos de lo que padecemos nos pone un poco contra las cuerdas, porque hay males que nos cuesta un poco confesarlos porque la gente se puede cachondear de nosotros, y bastante tenemos como para aguantar encima risitas y bromas.

Una amiga me comentó: "Chica, estoy fatal". Y yo enseguida la sometí al interrogatorio habitual.
._ ¿Qué te ocurre Luisa Eduarda?
._ Tengo un grano y me duele mogollón.
Ahora viene la pregunta clave:
._ ¿Dónde?
._ En el culo, pero por favor, no se lo digas a nadie.
Si el grano lo hubiera tenido en el brazo, la pierna......cualquier otra parte, no me habría pedido el favor de mi silencio. Sonreí sin poderme contener y me dijo:
._ Tú te ries, pero tengo que ir al médico y me da mucho corte mostrarle mi trasero. Imagínate.
Y me lo imaginé, porque Luisa Eduarda es muy fina, y ya me extrañaba incluso que pronunciara la palabra culo. A ella no le huelen las cosas que nos huelen a los demás, no hace caca ni pis. Es como del más allá, como esos ángeles del anuncio del queso de untar.
Le dije que no se preocupara y que fuera al médico, porque para estos profesionales todas las partes del cuerpo eran iguales.
Al cabo de una semana me llamó:
._ Por fin me atreví y fui a la consulta.
._ ¿Y...?
._ ¡Tengo un quiste pilonidal!
._ ¿Y eso qué es?
._ Ay, qué trabajo me cuesta explicarlo. Es un nido de pelos...
._ ¿Tienes un nido de pelos en el culo?
Me partía de risa, pero intentaba disimularlo. No quería herir su sensibilidad en momentos tan cruciales para ella.
._ Me lo tienen que abrir y sacar toda la porquería que tengo dentro.
._ No te preocupes, que seguro que los médicos hacen eso como rosquillas.
La tranquilicé y a los pocos días ya supe que le habían quitado el nidito de pelos.
Y es que hay cosas que nos mueven a risa cuando las padecen otros. Incluso miramos con algo de sorna los anuncios de las hemorroides (la misma modelo confiesa que las sufre en silencio), o ese en el que a la chica se va patas abajo en el momento más inoportuno. Qué pena de mujer.
Si vemos caerse en la calle a alguien, nos implicamos muchísimo para ayudar, pero como se caiga un culazo, inconscientemente nos reímos, aunque luego le echemos una mano.
Y es que las cosas de las partes bajas siempre nos sacan una sonrisa.