14 de junio de 2022

Ribeira Sacra (Orense)

 

  Esta vez fuimos a conocer una parte de Galicia, que nos gustó especialmente, tanto por los sitios que tuvimos la suerte de visitar, como por la compañía de que disfrutamos todo el viaje. La Asociación de Veteranos de Dragados organizó un itinerario muy acertado, ya que fuimos a lugares bastante apartados del turismo, y pudimos admirar con tranquilidad monasterios y claustros muy interesantes, además de otras actividades más lúdicas, como fue el paseo en barco por el Sil o la visita a una bodega, desde donde mi Antonio, se fotografió. 


 Salimos en AVE desde la estación de Chamartín a las 10'00 horas y llegamos a Orense a las 12'30. Junto con la guía, Lourdes, nos dirigimos a nuestro hotel, muy céntrico, dejamos los equipajes y comimos. Por la tarde fuimos a callejear la ciudad acompañados de un guía sevillano (que sí, que era sevillano). De Orense se dice que tiene tres cosas que no tiene el resto: el Puente Medieval, el Cristo y las Burgas hirviendo el agua. 

En la foto de arriba, la Plaza Mayor.

De esta plaza sale un tren turístico.

El Ayuntamiento. Edificio porticado del siglo XIX.

Iglesia de Santa María la Mayor, edificada posiblemente en el solar donde se hallaba la antigua catedral. Uno de los elementos que otorgan espectacularidad a la fachada es la gran escalinata que conduce a la puerta de entrada, donde se reproduce la escena del desplante, en recuerdo del desencuentro entre las autoridades eclesiásticas y el poder político ocurrido en el siglo XVIII, cuando el gobierno local se negó a sufragar la reparación de la escalinata.

A la derecha, el Palacio Episcopal, hoy Museo Arqueológico.

  Otra visión de los soportales del ayuntamiento.

El grupo, atendiendo las explicaciones del guía.

Una placita con mucho encanto. Eironciño dos Cabaleiros.

Casa Restaurante María Andrea con un balcón de madera del siglo XVI. El que fue Palacio de los Armada es conocido por el nombre de la sirvienta del canónigo Guntín, quien se la cedió en herencia por su comportamiento ante los franceses tras su invasión, a inicios del siglo XIX.

Yo, delante de un crucero de 1975, que representa a Cristo y la Virgen con el niño en brazos. 

Entrada a la catedral por la Plaza Trigo. Es un templo románico de transición, dedicado a San Martín de Tours, de los siglos XII y XIII. Es uno de los grandes templos románicos de España, con dos torres acabadas y una inconclusa

Retablo gótico del Altar Mayor. La sillería del coro está repartida por distintas zonas del templo.

Vista desde el Altar Mayor. Los laterales se encontraban en restauración.

Capillas alrededor de la girola.

Sepulcro gótico junto al altar, de comienzos del siglo XIV.

Parte de la sillería del coro.

Ahora entramos a ver una de las tres cosas de las que presume Orense: la capilla del Cristo.

Un ¡¡¡¡OH!!! general. A esto le llamo yo barroco en vena. En los laterales, parte de la sillería del coro que fue desmontada de la parte central de la catedral en 1937.

Puerta de entrada, desde el interior de la capilla. Sobre las sillas de coro, imágenes de sibilas.

Y aquí tenemos el famoso Cristo. Es una imagen del siglo XIV, de dos metros de altura. Su cabello es natural y se cuentan muchas leyendas sobre su origen.

Existe una imagen muy parecida en el pueblo extremeño de Brazatortas.

El descendimiento.

Parte posterior del altar del Cristo. Escultura de la Dolorosa con diadema de plata y, sobre ella, el Cristo del Perdón. Cuatro ángeles enormes, se sitúan junto a las cuatro columnas salomónicas, delante y detrás del baldaquino.


 Cristo de los Desamparados.

Nos dirigimos a ver el Pórtico del Paraíso, obra muy parecida al Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela. Como la entrada principal de la catedral, que es donde se encuentra, también está en obras, nos conformaremos con verlo así y procuraremos que en las fotos no se note demasiado el fiasco que nos llevamos. De verdad, que tenía yo mucho interés en recrearme aquí, pero no pudo ser, al menos, como yo querría haberlo visto.

Gracias a que mi Antonio, con su súper cámara, me ha pasado fotos. Se hizo este pórtico 50 años después del de Santiago de Compostela, y la policromía actual es del siglo XVIII. Se representan profetas, apóstoles y los veinticuatro ancianos del apocalipsis, con instrumentos musicales.

El Juicio Final.

El cimborrio de la catedral del Orense, es uno de los más notables de España.

  Salimos a la calle Dn. Juan de Austria.

Plaza do Ferro, con la fuente que había en el monasterio de Santo Estevo antes de la desamortización, en Ribas de Sil, actual Parador Nacional. En el siglo XIX se trasladó a este lugar.

  En las calles hay varias placas de este tipo, con frases pertenecientes al libro A Esmorga (La Parrala), de Eduardo Blanco Amor y se sitúan en lugares reconocibles de la novela. "Cuando paramos de correr, alli por la plaza del Corregidor, se escucharon en el reloj de la catedral las doce de la noche".

 Monumento a Ramón Otero en la plaza del Corregidor.

Jardines del Padre Feijóo.

Monumento al Padre Feijóo.

Escultura del fauno, junto al jardín anterior.

 Vamos a ver otra de las cosas singulares de Orense: las Burgas. En la foto, jardines en la Burga de Abajo, con las tres fuentes. Son unos manantiales de agua que sale a más de sesenta grados centígrados.

Efectivamente, sale el agua muy caliente. Vamos, echando humo. En este lugar nacería la antigua Aquis Aurensis, un asentamiento romano alrededor de estos manantiales de agua, en el centro histórico. Fue lugar de peregrinaciones en la antigüedad, y uno de los santuarios indígenas más importantes de la península.

Mi Antonio en la fuente central de la Burga de abajo, del siglo XIX.

Esta es la Burga de enmedio. Una piscina abierta al público en general, aunque debido a la pandemia, permanece sin agua y con el acceso prohibido.

Escultura Casa da Nube, en las Burgas.

Mural, ara de Calpurnia.

Burga de arriba. Las aguas de las Burgas proceden de acuiferos subterráneos a más de un kilómetro de profundidad. A la derecha pueden verse restos arqueológicos.

Composicion de las aguas termales.

Placa donde se explican algunas cosas más, de las que yo he puesto. Y hasta aquí nuestra tarde en Orense. Ahora, a cenar y a descansar, que mañana tenemos un programa bastante denso.

 Estamos en Oseira y hemos venido a ver un monasterio cisterciense, uno de los más grandes de la Orden en España, y el primero en Galicia. El sitio se llama Oseira por la cantidad de osos que había.

Arco de triunfo en la entrada. Parece más una fortaleza que un monasterio. La Asunción en el centro, y dos ángeles a los lados.

En los jardines que lo rodean.

A la izquierda vemos la iglesia, de finales del XII y principios del XIII. Haciendo ángulo recto, el monasterio.

Justo cuando iba a entrar, me llaman por teléfono. Pero vamos, que vuelvo ya mismo.

Foto del grupo en el Claustro de los Caballeros, llamado así por estar situadas aquí las caballerzas.

Vista general del Claustro de los Caballeros.

Escalera de Honor, con San Benito en el centro.

Claustro Reglar o de los medallones. La fuente es una copia de la que se encuentra en la Plaza del Hierro, de Orense.

Interior del Claustro de los Medallones.

Museo de la Piedra. Aquí se exponen, entre otras cosas, las cañerías originales que había en este monasterio.

Salimos otra vez al claustro para ir a la antigua botica.

La antigua botica, con una colección de recipientes de Talavera de la Reina.

Cuadro de Hildegarda de Bingen, perteneciente a la Orden de San Benito. Esta religiosa era un portento.

Botes de Sargadelos.


 Recreación de la antigua botica.

Pasamos a la iglesia y parece que todos miramos algo en lo alto.

¿Quizás la cúpula?

Altar Mayor, con una imagen de la Virgen de la Leche. 


 Foto de la iglesia desde el sotocoro.

A la girola se accede por dos altares formando arcos triunfales.

El Altar Mayor. un poco más cerquita. Esta imagen de la Virgen es de gran valor, por ser muy pocas las que existen en actitud de dar el pecho al niño.

La iglesia, desde la girola.


 Mi Antonio a lo suyo.

La Sala Capitular, con unas columnas imitando a las palmeras, muy espectaculares. Esta sala se destina a sacristía desde el XVII.

Relicario en la sacristía.

Frescos descubiertos en la iglesia.

Y salimos a otro claustro.

Esta vez, el de los pináculos.

Interior Claustro de los Pináculos.


 Refectorio


 Sala donde pueden verse las numerosas obras de restauración.

Y ahora volvemos a Orense a comer. Por la tarde seguiremos.

Llegamos al castro de San Cimbrao de Las, uno de los poblados fortificados más grandes de Galicia. Se encuentra entre Punxín y San Amaro. Tiene dos murallas que lo circundan,  y que forman parte de la defensa del lugar. 

Hay un centro de interpretación, donde se puede entender muy bien la forma de vida de la cultura castreña en su última etapa. No subí hasta arriba del todo porque llovía,  pero entre unas cosas y otras creo que fue suficiente, al menos para mí, que ya no cumplo los cuarenta... ¿?

También se conoce a este castro con el nombre de Lansbrica. Brica, en celta, significa población y Las, llanuras. Así que su nombre en celta sería algo así como la población de la llanura.

Tiene una superficie de más de 9 hectáreas y se cree que llegaron a vivir dentro de las murallas unas 2.200 personas.

Se instalaron en este sitio que se encuentra casi en el cruce de los ríos Miño y Barbantiño, para tener cerca el acceso al agua y  vivían de la agricultura, la caza y la minería.

Estuvo habitado durante cuatro siglos: II a.de C y II d.de C

A cada familia que llegaba le asignaban el lugar donde debían alojarse y funcionaba como una verdadera ciudad. Cuando llegaron más tarde los romanos, se lo encontraron prácticamente todo hecho, pero le dieron su impronta, y de ello hablan los restos encontrados.

El Centro de Interpretación está montado de forma muy didáctica.

Esta es la exposición permanente, pero también hay exposiciones temporales.

Se ha excavado solamente el 15% del terreno, pero los hallazgos de la forma de vida de los habitantes del castro, son numerosos.

Hay una maqueta donde uno se puede hacer idea de cómo era. La primera muralla con forma de pinzas de cangrejo, y otras dos concéntricas. En gris, la parte excavada.

En el museo hay miliarios, tumbas, aras...

Esta tumba debió de pertenecer a alguien importante.

Un conjunto de aras.


Es un castro donde hay estancias redondas y rectangulares. Era una excursión bonita, pero bastante deslucida por el agua.

Ahora estamos en el centro de interpretación del asentamiento romano Aquis Querquennis. Venga, vale... Te hago una foto aquí.

Desde el centro de interpretación, bajamos hasta este asentamiento, que era un campamento romano, dotado de todos los servicios necesarios para las tropas.

Junto al embalse de Las Conchas, este campamento militar aparece y desaparece, según la subida de las aguas.

Una de las puertas de entrada. Ya empezaba a llover, pero la guía era una entusiasta de su trabajo y no nos daba un respiro. 

El campamento ocupa una extensión de dos hectáreas y media, y está rodeado por una muralla de cinco metros de alto y tres de ancho. Cuatro puertas y torres defensivas.

Estábamos cerca de Bande, donde debíamos ver una iglesia visigoda, pero el tesón de la guía por explicarnos todo de pe a pa, cosa que por otra parte era su obligación, nos impidió llegar hasta allí y nos dirigimos entonces hacia Celanova, para ver el Monasterio del Salvador.

Es un monasterio que tras la desamortización se abandonó, pasando a ser propiedad del concejo. La iglesia se construyó en el siglo XVI, en un estilo de transición de renacimiento al barroco.

Contemplando la fachada, con las imágenes de San Benito, San Rosendo y San Torcuato. La fuente que hay en la plaza estaba en uno de los claustros.

El monasterio fue fundado por San Rosendo en el año 936, con la ayuda económica de su hermano Froilan.

Pues sí. Aquí también llovía.

Claustro Reglar, o popularmente conocido como "barroco". Tiene medallones con bustos de personajes históricos.

Como dije anteriormente, tras la desamortización pasó a manos del concejo y acualmente se encuentra aquí el ayuntamiento y un instituto. Los claustros también son utilizados para eventos.

Paseando por el interior del claustro. El otro claustro no es visitable, ya que pertenece al instituto.


 Entramos en la iglesia y se nos queda la vista casi cegada por esta explosión de barroco. Coro bajo, al que se accede por unas puertas del siglo XVIII, donde aparece la Virgen María, San Pablo, San Pedro y San Juan.

Desde aquí se ve el Altar Mayor.

El grosor de las puertas es considerable.

La sillería del coro es del siglo XVII y, lo mejor, fue que nos permitieron utilizarlas.

Aquí está la prueba.

Cúpula y bóveda central del templo.


 El frontón de las puertas del coro bajo.

Un último vistazo, porque me encantó.

Altar Mayor. De nuevo el barroco a tope.

Retablo dedicado al Salvador. En el centro, la Transfiguración y, a los lados, la Resurrección y la Ascensión, entre monumentales columnas salomónicas, sostenidas por los cuatro evangelistas.

Vista desde el Altar Mayor. Vamos a subir al coro alto.

Desde aquí podemos ver muy bien el órgano. La guía nos explicó que es barroco, con lengüetería tendida, que tiene dos teclados, un pedalero con treinta notas, treinta y dos registros y un total de mil ochocientos veintisiete tubos. La caja es de Castro Canseco, del siglo XVIII.

Sillería del coro alto, del siglo XV.

Fascistol. El de los coros es un atril donde pueden ponerse los libros de canto para cuatro voces.

El grupo, descansando un poco en el coro alto.

Junto a la iglesia, podemos admirar la Capilla de San Miguel, de estilo repoblación o fusión (vamos, el mozárabe que nos enseñaron en el colegio) entre la religión cristiana y la musulmana. 

Es lo único que queda del primitivo monasterio.

Sobre el dintel, hay una inscripción: "Tú, oh Dios, autor de esta obra eres creído, tú, oh Cristo, borra los pecados a los que aquí oren. La presente memoria recomienda a Froilan tu indigno siervo, el cual desea y en el Señor te conjura, oh bien amado que lees esto, para que hagas memoria de mí, pecador, en la oración sagrada".

Interior de la iglesia. Es la de menor tamaño que se conoce. Fue edificada en el huerto del Monasterio de Celanova hacia el año 940 por San Rosendo, en memoria de su hermano Froilan, fundador del mismo.

Haciendo fotos a todo, en la entrada de esta pequeña iglesia.

Junto a esta iglesia hay una roca de granito que ha perdurado a través de los siglos. No está muy claro si se debe a rituales indígenas, a la resurrección... Pero ahí sigue.

Y nos marchamos ya de Celanova. Lloviendo, como cuando llegamos. Mañana iremos a la Ribeira Sacra.

Llegamos en autobús a las inmediaciones del monasterio de Santo Estevo. Un día... de perros. Cuando llegamos al límite de estacionamiento de buses, unos cuantos valientes, viendo el paisaje tan bonito y que solamente chispeaba, nos aventuramos, paraguas en mano, a bajar la cuesta hasta el monasterio. Cuando llevábamos unos cien metros recorridos, empezó a llover como si no hubiera un mañana. Y con un viento... El paisaje ya ni se veía, pero total daba lo mismo. Con sujetar los paraguas y andar deprisa para llegar cuanto antes, teníamos bastante. Mientras sujetábamos los paraguas para que no se nos volaran, al mismo tiempo nos entraba el agua por las mangas, y las rachas nos dejaron los pantalones para escurrirlos. Mi pobre Antonio, que llevaba unos Levis de los de verdad, de esos que pesan bastante, ese día hizo doble ejercicio, porque fue como llevar pesas en los tobillos.

Pero yo había venido por aquí a hablar del monasterio, ¿no? Venga, vale. Está en Ribas do Sil. De los siglos XII y XIII. Aquí se retiraron 90 obispos que renunciaron a sus sedes episcopales en el siglo X y XI. El monasterio guardó sus restos y, como recuerdo, llevó a sus escudo sus mitras.

Actualmente es el Parador de Turismo. Y el estilo de la fachada, pues barroco, claro.

Mi Antonio con un amigo en el claustro.

El Claustro de la Portería o de los Caballeros. A la derecha, intentando sacudir el agua de las chaquetas, tarea inútil.

En este claustro hay una parte acristalada para poder utilizarla también en invierno.

Claustro de los Obispos, de estilo románico. Es el más antiguo del conjunto. Siglo XIII.

Aquí se ve muy bien

Vista del Claustro de los Obispos, desde la galería superior, que ya es del siglo XVI.


 Puerta románica en el Patio de los Obispos. En los capiteles de las columnas, el sacrificio de Isaac y una arpía.


 Claustro pequeño o Do Viveiro.

La iglesia, a la que no pudimos entrar, porque solo abría fines de semana. Delante, un pequeño cementerio.

La verdad es que con la mitad cerrado por ocuparlo el parador, la iglesa cerrada también y el chaparrón, no sé si mereció la pena la visita, solo para ver los claustros y la fachada. Por supuesto, volvimos todos al autobús en taxi.

Ahora nos vamos a una bodega.

 Bodega Regina Viarium.

Nos explicaron en un video el cultivo de las vides en esa zona tan peculiar.

Nos enseñaron la bodega

Con barricas de madera y de acero inoxidable.

Degustamos sus vinos

Salimos a la terraza para ver desde aquí los cultivos.

El godello estaba muy rico. Por cierto, no sé cómo no se caen al río desde estos bancales en terrazas.

Precisamente por eso lo llaman viticultura heróica.

Como paró de llover, se estaba muy bien en la terraza.

Unas avionetas nos amenizaron la visita.

Y nos fuimos a comer a un restaurante, para seguir por la tarde. Parecía que abría el tiempo y empezaba a salir el sol.

Llegamos al embarcadero para dar un paseo por el Sil y ver los cultivos de vides en la ribera. Se llama sacra por la cantidad de monasterios que había.


En el barco, una guía nos explicaba los pormenores del lugar.






Los cultivos estaban solo en la parte donde daba el sol.





Fue un paseo muy agradable.

Las formaciones de granito también están muy presentes en el recorrido.

Y ya vamos de vuelta hacia el hotel.

Me ha gustado mucho el paseo en barco y me ha servido para cambiar mi pensamiento respecto a precio del vino que se produce en esta zona.

Mañana iremos a Monforte de Lemos. 

 Se encuentra al sur de la provincia de Lugo y es la capital de la Ribeira Sacra y de la comarca Tierra de Lemos. El Condado de Lemos es uno de los más influyentes de España, siendo el actual conde el Duque de Alba.

La Edad Media y la Ilustración son dos de los periodos más importantes en su historia y se establece en el monasterio de San Vicente del Pino, la comunidad benedicctina.

La familia Castro , titular del condado, fueron los artífices de las construcciones y obras de arte más importantes de la ciudad. Pedro Fernández de Castro y Andrade VII duque de Lemos, fue una figura muy relevante, mecenas de Cervantes, Quevedo, Góngora y Lope de Vega. A él dedicó Cervantes la segunda parte del Quijote.

En la foto superior, el colegio de Nuestra Señora la Antigua, llamado también "el Escorial gallego". El Cardenal Rodrigo de Castro impulsó esta obra en terrenos cedidos por el Ayuntamiento. El edificio se proyectó con la intención de convertirlo en centro cultural y museo, además de panteón familiar. En sus inicios y hasta el año 1767 estuvo regentado por la Compañía de Jesús. A lo largo del tiempo ha tenido distintos usos, siendo el más ilustre el de Real Seminario de Estudios. Colegio del Cardenal, de la Compañía o de los Escolapios, son los nombres por los que popularmente se le conoce.

Foto del grupo en la puerta principal de este magnífico edificio, de estilo herreriano.

En la explanada, un busto del VII Conde de Lemos. Ocupó los cargos de Presidente del Consejo de Indias, Virrey de Nápoles, y Presidente del Consejo de Italia, entre otros muchos. A él y a su esposa Catalina de la Cerda Sandoval, hija del Duque de Lerma, se debe la fundación de varios conventos, como el de Santa Clara, donde hay un museo de arte sacro muy importante. Luego lo veremos.

El río Cabe, afluente del Sil, atraviesa la ciudad.

 

Desde muchos puntos se puede ver la Torre del Homenaje y el palacio de los condes, actual Parador Nacional de Turismo.

El Puente Medieval



Se puede pasear agradablemente bordeando el río.

Los Escolapios, visto desde un parque cercano.

Llegando a la Torre del Homenaje. A la derecha el Parador Nacional, que fue residencia de los condes.

La ciudad nació a los pies de esta fortaleza medieval del siglo XII erigida sobre el Castro Dactonio, donde se encontraba el convento de San Vicente del Pino.

Puerta de entrada al recinto donde se encuentra la torre.

Una muralla rodeaba toda la fortaleza.

Vista del palacio

La ciudad a nuestros pies. 

La torre es visitable y se puede subir cómodamente, pero yo no le encontre ningún atractivo, ya que todos los pisos me parecieron iguales, pero con diferente atrezzo.

Ventana de la torre

Siempre me gustaron estos rincones.

Dentro de la torre, paneles informativos sobre la vida de Inés de Castro.

Nos vamos al palacio

Nos sentó de maravilla la cerveza que nos tomamos en el patio.

Y ahora visitaremos el Convento de las Clarisas y veremos su colección de arte sacro.

Al entrar, se exponen los retratos de los Condes de Lemos. Pedro Fernández de Castro.

Su mujer Catalina de la Cerda, con hábito porque al quedarse viuda, ingresó en el convento. Si hubo alguien que tuvo verdadera pasión por las reliquias, fue esta mujer. Durante su etapa como Virreina consorte de Nápoles, llegó a juntar, con el favor del Papa Paulo V, más de trescientas reliquias.

Es la colección más importante de arte iltaliano del primer tercio del siglo XVII que hay en Galicia.

Vista general de la primera sala

Relicario italiano

Tesina de una monja enmarcada en un relicario de ébano con una cruz de bronce. Catalina de la Cerda y Girón, hija del IX Conde le Lemos, defendió en su tesina que la nutrición la realiza solo la sangre.

Belén napolitano

La pieza más valiosa del museo: Cristo Yacente, de Gregorio Fernández. Detrás, la Inmaculada, del mismo autor.

Cristo en agonía, tallado en marfil de una sola pieza. Los brazos, como es natural, se tallan de otras.

La Inmaculada. Gregorio Fernández.

En la urna, uno de los clavos con los que fue clavado Cristo en la cruz.

Una espina de la corona.

Urna joyero de plata, cristal de roca y bronce, regalo del Papa Urbano VIII a la condesa cuando tomó los hábitos.

Calvario de San Fiz

Custodia hecha con distintas joyas de la condesa. Era muy difícil fotografiar a través del cristal sin que salieran reflejos.

Salterio

Carta de San Francisco de Borja a un familiar.

Cadenas de San Pedro.

Un museo casi desconocido, que alberga verdaderos tesoros.

Volvemos a comer al hotel y ya decimos adios a Orense desde el Puente Romano.


Gracias a Lourdes por su paciencia y a los componentes del grupo por su agradable compañía.