Íbamos camino de Cantabria y pensamos que sería una buenísima idea hacer una parada en Burgos, así que dormimos allí y, por la mañana, nos dedicamos a ver la ciudad. No era la primera vez, pero siempre nos sorprende algo nuevo, que hace especial la visita.
En el 884 fue fundada por el conde Diego Rodríguez Porcelos y, en el año 931, Fernán González hizo de Burgos la capital del Condado de Castilla.
En la foto de arriba, la Plaza Rey San Fernando, dominada por la catedral, aunque la fachada principal la tiene por la Plaza de Santa María. En la esquina entre las dos calles, se encuentra la casa del obispo.
Plaza de Santa María donde podemos ver la Puerta del Perdón, el rosetón con forma de estrella y, sobre él, los reyes de Castilla. Los pináculos son también una de las partes más reconocibles de esta catedral. Está dedicada a la Virgen María.
He de reconocer que esta fachada me recordó mucho a la de Notre Dâme, en París. Si la imaginamos sin las agujas, es muy parecida.
Entramos por la Puerta del Sarmental, que fue la primera que se hizo. En el tímpano se ve a Cristo en Majestad, rodeado por los evangelistas. En las arquivoltas, coros de ángeles y los ancianos del apocalipsis. Debajo, los doce apóstoles, y un obispo en el parteluz. El rosetón es el más antiguo y, sobre él, una galería de tres arcos con doce ángeles y Jesús en el centro.
Como esta catedral es enorme y tiene tanto que ver y tantos detalles, voy a ahorrarme los autores de las capillas y de las figuras. Aquí trabajaron Diego de Siloé, Felipe Vigarny y la familia Colonia entre otros, pero especialmente los tres nombrados.
Nada más entrar nos encontramos con una gran reja, en cuya parte superior vemos a San Roque, algo que nos alegra, por ser el patrón de nuestro pueblo. Es la parte sur del transepto.
La cúpula es la más bella de todo el Renacimiento español.
De ella dijo Felipe II que más parecía obra de ángeles, que de hombres.
Capilla Mayor. En la primera calle horizontal se encuentra el Sagrario y sobre él la imagen en plata de Santa María la Mayor.
El retablo está dedicado por completo a la Virgen María.
Delante de la Capilla Mayor se encuentra la tumba del Cid Campeador y su mujer Doña Jimena.
El coro está en el centro de la catedral. Estatua funeraria del obispo Mauricio, fundador de la catedral. Es de madera, revestida de cobre repujado.
Hecho de madera de nogal, dispone en su parte inferior de 44 asientos, en cuyo respaldo hay escenas del santoral. En la parte superior hay 59 sillas separadas por columnas, con relieves de la vida de Cristo.
Detalle de los respaldos.
Sillas en la parte superior.
Capilla de la Visitación, donde se representa la visita de la Virgen a su prima Santa Isabel.
Frente al retablo, monumento funerario del obispo de origen judío, Alonso de Cartagena.
La bóveda estrellada de esta capilla es espectacular.
Puerta del Paraíso o de la Puerta Negra, por donde antes se accedía al claustro alto.
Nave lateral.
En la catedral hay 19 capillas.
Rosetón de la Puerta del Sarmental.
Escalera Dorada en el transepto norte. Daba acceso a la Puerta de la Coronería en la calle Fernán González, pero actualmente permanece cerrada. Fue la forma de salvar el desnivel del terreno donde se construyó la catedral.
Mi Antonio, encantado de posar ahí.
Capilla de las Reliquias.
Rosetón de la Puerta del Perdón. A la derecha, arriba, se ve el Papamoscas, un autómata que da las horas.
Capilla de la Presentación, también llamada de San José, erigida por Gonzalo Díez de Lerma, cuyo sepulcro se encuentra en el centro.
Aspecto de la capilla.
Y ahora entramos en la joya de la corona de la catedral: la Capilla de los Condestables, en el centro de la girola. Estatuas yacentes de los fundadores en mármol de Carrara. Se accede a la capilla a través de una gran reja. En la foto, los condes con sus respectivos escudos familiares.
Dicen que es una catedral dentro de otra. Magnífico retablo dedicado a la Purificación de María y la Presentación de Jesús. A ambos lados, otros dos retablos dedicados a Santa Ana y a María Magdalena.
Los escudos de los marqueses flanquean el retablo central, y se pueden ver sus rostros en los dos cuadros que hay debajo del de la izquierda. Don Pedro Fernández de Velasco y su esposa Mencía de Mendoza, condestables de Castilla, pusieron sus escudos familiares por varios lugares de la capilla.
Bajo el de la derecha, se encuentra la puerta de la sacristía.
Mi Antonio a los pies de los Condestables, donde en una inscripción figuran sus nombres, familia de la que proceden y fecha de su muerte.
Las preciosas esculturas. Él, con la espada en sus manos y ella con un rosario.
La cúpula de la capilla es bellísima.
Merece la pena ver más de cerca esta maravilla. Sobre los escudos, dos balconcillos. En el lado del evangelio, el escudo de él, sostenido por dos tenentes salvajes. En el lado de la epístola, el de ella sostenido por mujeres tenentes salvajes coronadas.
Detalle de los balconcillos.
Las esculturas de los Condestables reposan sobre una losa de jaspe rojo, pero al lado hay otra desde hace cinco siglos y que nunca se usó. En principio se puso allí para poner sobre ella la escultura de su hijo.
Pero realmente Don Pedro Fernández de Velasco y Doña Mencía de Mendoza, no descansan aquí, sino en la cripta de la capilla, en unos féretros austeros. No se puede acceder a ella, aunque en la restauración de la catedral se bajó para comprobar si todo estaba bien. La foto está tomada de una página de Burgos y me pareció interesante incluirla aquí.
Tiene una trampilla a la derecha, por donde le entra algo de ventilación y una tenue luz.
Sacristía de la capilla.
Si hubiera que definir con un adjetivo el interior y exterior de la capilla, la palabra sería fastuosa.
Custodia del Museo
Otra custodia.
En el museo hay objetos muy interesantes.
La Sacristía es un claro ejemplo del horror vacui.
Capilla del Cristo. Como puede verse, la talla del Cristo está sobre tres huevos de avestruz, que según la leyenda, fue la ofrenda que le trajo un hombre, como agradecimiento por haber vuelto a España sano y salvo.
Otra parte de la Capilla del Corpus, con la puerta que da acceso a la Sala Capitular.
Sal Capitular.
Trascoro de la catedral, dedicado a San Pedro y San Pablo.
La belleza asoma por todas partes. Nos dirigimos ahora hacia el claustro.
El claustro se edificó a dos alturas. La parte alta se dedicó para poner algunas capillas y homenajear a los reyes y obispos que contribuyeron a la construcción de la catedral. La baja tiene un uso social.
Claustro alto
Mi Antonio haciendo fotos de la Capilla de San Jerónimo. En las cuatro esquinas hay grupos escultóricos. Aquí vemos a cuatro príncipes coronados, hijos de Fernando III el Santo.
Capilla de Santa Catalina.
La verdad es que apabulla un poco la cantidad de cuadros. Pertenecen los retratos a los obispos de la Diócesis de Oca y Burgos. Esta sala, antiguamente fue Sala Capitular. La Santa está en el centro del retablo.
Como puede verse, hay multitud de retratos.
La capilla no me gustó mucho, pero la cúpula me pareció preciosa.
Capilla de San Juan Bautista, que está unida a la de Santiago.
Retablo de la Capilla de Santiago.
Coro bajo
Bastante más sencillo que el superior.
El cofre del Cid
Preciosa vidriera con los tondos de Cristo y María, descubierta en la bodega y restaurada.
En la calle Fernán González, admirando el exterior de la catedral.
Seguimos bajando por esta calle y vemos a la izquierda el exterior de la Capilla de los Condestables, cuyo cimborrio compite con el de la catedral. A la derecha, la Puerta de la Pellejería, llamada así porque estaba cerca de las casas de los pellejeros.
Exterior de la Capilla de los Condestables. Y una curiosidad, que a mí me gustan mucho: cuando leí lo de la cripta de esta capilla, explicaban el sistema que se instaló para que no sufriera deterioros. Por otra parte, debido al desnivel del terreno, el enterramiento no quedaría bajo tierra, sino a nivel de la calle. Bueno, pues debajo del relieve del sol, sobre el friso, puede verse una ventana aspillera que es la responsable de la tenue luz de la estancia y de su ventilación. Evidentemente, no está la cripta ahí mismo, ya que hay una distancia de dos o tres metros hasta la fachada.
Casa del Cordón. Era el palacio de los Condestables de Castilla, del siglo XV, con los escudos de los Velasco y los Mendoza, que ya nos resultan familiares.
Un cordón o cadena colgadas en la puerta, indican que en esta casa ha dormido un rey. Aquí recibieron los Reyes Católicos en 1497 a Colón, de vuelta de su segundo viaje a América. Ese mismo año, se casó aquí Don Juan, hijo de los Reyes Católicos, con la princesa Margarita, hermana de Felipe el Hermoso.
Felipe el Hermoso falleció en esta casa y de aquí salió la comitiva hacia Granada. Luego, en esta casa se reunió un consejo de regencia que nombraría a Fernando II de Aragón regente, hasta la mayoría de edad de su hijo Carlos.
Posteriormente, otros reyes se alojaron también en la Casa del Cordón.
Actualmente, la Casa del Cordón es un centro cultural y sede de una entidad bancaria.
Mi Antonio con una castañera de bronce. Hay muchas esculturas de este tipo repartidas por toda la ciudad.
Arco de San Gil, una de las antiguas puertas de la muralla.
Iglesia de San Gil, con obras.
Ayuntamiento, en la Plaza Mayor.
En la Plaza Mayor hay una estatua de Carlos III.
Pasamos por el Arco de Santa María, una de las doce puertas que tenía la muralla en la Edad Media.
Comunica el Puente de Santa María sobre el río Arlanzón, con la Plaza del Rey San Fernando, en la catedral. Esta puerta es una especie de arco triunfal, con organización de retablo, hornacinas y personajes importantes de la ciudad. En la segunda calle de personajes; Fernán González, Carlos V y El Cid. Nos encontramos ya en el Paseo del Espolón.
Río Arlanzón
El herrero
El lector
Aún de bronce, me daba miedo.
Pareja de ancianos
Pareja serrana de gigantillos, más uno.
Monumento al Empecinado.
Palacio de Justicia
Palacio Capitanía General.
Paseo del Espolón
Iglesia de San Lesmes Abad
Iglesia de San Nicolás
Teatro Principal
Plaza del Cid
Impresionante estatua ecuestre del Cid Campeador.
Y como se nos ha abierto bastante el apetito, nos vamos a tomar unas tapas, que aquí se le hace a uno la boca agua en la barra de los bares. ¿Gustáis?