Entre un campo de girasoles, emerge la Villa de Sepúlveda, situada sobre una enorme peña que asoma al Río Duratón y que fue durante siglos, un enclave fundamental en la Historia de Castilla. Recorrer sus calles y rincones es detenerse en el tiempo y regresar a su esplendoroso pasado medieval. Su historia y su incomparable belleza arquitectónica quedan patentes a través de sus calles, casas blasonadas y templos románicos. Era llamada la Villa de las Siete Puertas, que eran las siete entradas de la muralla.
Desde el Mirador de Zuloaga, mi Antonio ya hizo sus primeras fotos. La silueta de la ciudad la marca fuertemente la Iglesia del Salvador, en lo alto de la peña.
Nos encaminamos hacia la Plaza de España, el centro de la Villa. En esta esquina, encontramos una tienda de artesanía segoviana.
La calle Lope de Tablada, con un pasadizo por el que no me atrevería yo a pasar en la noche, ni siquiera en la tarde. Y unos carteles curiosos.
El que hay sobre el pasadizo no necesita explicación.
Y este relieve en la pared de este "animal" con mano y pie humano, cepillándose los dientes de su calavera, la verdad es que no lo entiendo mucho. Lleva la firma de su autor: Antonio Pascual y el año de su ejecución, 89. He buscado el origen de este relieve, pero no he encontrado mucho.
En esta calle está el Figón de Ismael. Un figón es algo así como una casa de comidas. No me quité el sombrero en todo el día, porque en verano, en estos pueblos castellanos, hace muchísimo calor.
Estas casas porticadas están ya en la plaza.
Llegamos en día de mercado y había mucha animación. Sobre todo, puestos de ropa y de verdura. Y de frente, la joya de Sepúlveda: Las ruinas del Castillo de Fernán González, adosado a tres torres de la antigua muralla árabe del siglo X. Y delante, el edificio del reloj.
En uno de los laterales, la Hospedería de los Templarios y una tienda de dulces de las de toda la vida. Y no podía faltar el esgrafiado segoviano en algunas fachadas.
Junto a una de las torres de la muralla, pasamos a la calle Barbacana.
Dentro de la calle Barbacana, donde se encuentra un lienzo de muralla muy bien conservado.
Ya han recogido los vendedores. Detrás del castillo asoma el campanario de la Iglesia de San Bartolomé. El reloj tiene arriba esculpidas siete llaves, que se suponía abrían las siete puertas de la muralla. Y algo muy curioso que se sigue conservando: a las nueve en invierno y a las diez en verano, se siguen tocando 33 campanadas, que era el aviso para que las gentes se recogieran en la ciudad. Después de ese toque de queda, el que no hubiera entrado se quedaba fuera. La campana que tocaba era la zángana.
Muy cerca se encuentra la Plaza del Trigo, donde estaba la antigua cárcel y que ahora es un centro de interpretación de este edificio a lo largo de su historia. Se pueden conocer la vida de los reos y las distintas formas de reclusión.
También alberga en su interior, la Oficina de Turismo.
Por aquí pasamos a uno de los miradores.
La disposición arquitectónica de Sepúlveda, es bastante complicada, por lo que es atractivo contemplarla desde los miradores.
Calles estrechas y casas blasonadas por todas partes.
Como puede verse, hay muchos rincones bellísimos para fotografiar.
En la calle Barbacana hay un lienzo importante de la muralla.
Lo que decía de la arquitectura complicada. La muralla que acabamos de ver a pie de calle, está rematada por almenas... en la calle de arriba.
Seguimos por aquí hasta la Iglesia de los Santos Justo y Pastor, de la que ya vemos el campanario.
A la derecha la Iglesia de los Santos Justo y Pastor, que ahora es el Museo de los Fueros. Enfrente tenemos la Casa del Moro, con un relieve en el tímpano de cabeza de moro sobre alfanje. Alude a la toma de Sepúlveda por el Conde Fernán González. Las escaleras conducen a la Iglesia del Salvador, que se alza en la parta más alta de la ciudad.
Aquí se ve bien el tímpano.
Desde las escaleras, ya vemos el campanario.
La Iglesia del Salvador es un templo románico del siglo XI. Tiene una torre exenta que se comunica con la iglesia por un pasadizo estrecho.
Muchas casas se ven bastante deterioradas, pero es que el patrimonio es mucho. El edificio que se ve sobre las escaleras es el Teatro Bretón.
Casa de Fernán González.
Arcos de la Judería.
Un balcón precioso.
Mi Antonio haciendo foto a algún clavo oxidado, o a alguna madera corroída. Le va ese tema.
Iglesia románica de San Bartolomé, siglos XI y XII, actual parroquia de Sepúlveda situada extramuros.
Ábside de la Iglesia de Santiago.
Antigua Iglesia de Santiago, que ahora es el Centro de Interpretación de las Hoces del Río Duratón. Es casi obligado hacer una visita a este parque, cosa que no hicimos nosotros por problemas de tiempo, pero que prometemos hacer y dejar aquí constancia.
Pasamos por la Puerta del Azogue, llamada también del Ecce Homo, para dirigirnos al Santuario de Nuestra Señora de la Peña.
Galería porticada del santuario.
Volvemos a la Plaza de España, ya con bastantes compras, y nos vamos a comer a uno de los restaurantes que ofrecen cordero.
Puerta del Río.
Nos vamos de Sepúlveda, pero volveremos para ver las Hoces del Duratón.