Fue hijo de Felipe V y de su primera esposa María Luisa de Saboya. Su madre murió pronto y el rey se volvió a casar en segundas nupcias, esta vez con la italiana Isabel de Farnesio, una mujer ávida de poder para sus hijos.
Fernando VI contrajo matrimonio con la infanta portuguesa Bárbara de Braganza. Corría por entonces un dicho en Madrid que decía "fea, gorda y portuguesa...¡Chúpate esa!". Cuando Fernando la vio por primera vez, con la cara afeada por las viruelas, quiso deshacer el compromiso, pero poco a poco, esta mujer supo ganarse el cariño de su esposo y, más adelante, el de sus súbditos. Era una mujer muy culta, con una excelente educación y hablaba cuatro idiomas. Recibió además clases de música de Doménico Scarlatti.
Volvamos a Felipe V, que sufría un trastorno bipolar grave y que decidió abdicar en su hijo Luis, quien reinó solo 6 meses, ya que murió muy joven. Entonces, su padre ocupó otra vez el trono y él pasó a ser Príncipe de Asturias. A la muerte de su padre, heredó la Corona, rodeándose de gente muy valiosa en el Gobierno.
Bárbara de Braganza y Fernando VI estaban muy enamorados. Pero la reina se sintió mal y acabó falleciendo en el Palacio de Aranjuez, sin descendencia, ya que el rey era impotente. Y aquí comenzó su locura. Desde entonces, y durante un año (el año sin rey), la decadencia y las extravagancias le hicieron seguir el camino de su padre, e incluso lo superó. Mordía a los sirvientes, se hacía el muerto y se paseaba por el palacio con una sábana, corría o bailaba en ropa interior, o se negaba a acostarse en su cama, durmiendo entre dos sillas y un taburete. Pero lo más llamativo era que hacía sus necesidades en la cama y se negaba a que cambiaran las sábanas. Lanzaba sus excrementos a los sirvientes, o incluso era capaz de comérselos. Finalmente, murió de una apoplejía, antes de cumplirse el año de la muerte de su esposa.
Al no haber tenido descendencia, no está enterrado en El Escorial. Su tumba se halla, con la de su esposa, en el convento de la Salesas Reales, fundado por Bárbara de Braganza.
Le sucedió Carlos III.