25 de enero de 2022

Master Chef, cero patatero

 

Me reconozco entusiasta de los concursos, especialmente de los de cocina, y veo el de los niños, el de celebritys, el de no celebritys y, ahora el de los abuelos. Este, tenía un interés especial en verlo, ya que participaba un paisano y me apetecía mucho.

Los niños son niños y los mayores, ADULTOS. No disminuidos mentales, como nos los presentaron. ¿Qué forma es esa de hablarles, como si tuvieran cinco años? Me dio la impresión a veces de que incluso se reían de ellos. Tenían que mostrar la faceta más ridícula los que la tenían y, reirle las gracietas al jurado. Brazos arriba, brazos abajo, que yo creía que de un momento a otro salía Maria Jesús y su acordeón cantando los pajaritos.

Los mayores somos ADULTOS, que hemos cumplido ya unos años de vida y que tenemos experiencia en muchas cosas, curiosidad por otras, inquietudes por seguir aprendiendo... Pero no sé por qué, el cliché que se tiene de nosotros es el de personas que estamos deseando oir una música para sentirnos los más felices del mundo bailando. Que bailar es bueno, y que cada uno puede hacer lo que le dé la gana, pero en un programa de televisión, no se puede dar esa imagen. Los mayores hacemos muchas más cosas y no estaría de más tenerlas en cuenta.

¿Y dónde tuvo lugar la prueba de exteriores? Por supuesto, en Benidorm, faltaba más. Pajaritos por aquí, pajaritos por allá... Una pena haber desaprovechado una ocasión maravillosa, para dar a conocer los valores de la gente mayor que, por supuesto, van más allá de los pajaritos.

Por eso, a pesar de ser un concurso que sigo y me gusta, en esta ocasión les doy un cero patatero. Y que conste que no es la única ocasión en la que observo que a los mayores se les trata como gilipollas, y perdón por la palabra, pero me parece la más idónea.